TRIXIE
—¡Para de una vez por todas! —gruño.
—Estoy nervioso —replica.
Volteo los ojos por millonésima vez. Zack no ha dejado de mover su pie como señal de su ansiedad. Además, me pregunta cada cinco minutos, mejor dicho, ¡cada dos minutos! sí ya es hora de nuestro turno provocando que me sienta más intranquila.
Esto también es nuevo para mí, la simple idea de ser mamá me aterra y alegra en partes iguales. Además, estar en un hospital, rodeada de carteles de embarazos o prevención de ellos, no ayuda mucho.
—Solo es una consulta —susurro y tomo su mano para hacer círculos en su dorso—. ¿Puedes calmar tus hormonas, por favor? —le hago ojitos, burlándome y él resopla.
—En pocos meses...en días —se corrige—, la que va a sufrir con las hormonas serás tú
—¿Hormonas sexosas? —inquiero, divertida.
Zack suelta una risa y la calla de inmediato cuando la secretaria le da una mala mirada. Él se disculpa y me muerdo el labio porque ver a Zack regañado es gracioso. Sin embargo, es de entenderse. Estamos en un espacio médico y aunque es el Hospital Clayton y es privado; tiene sus normativas y hay que cumplirlas.
Mi novio se aclara la garganta, endereza su espalda y sisea en tono confidencial:
—Feliz de que me encierres en un cuarto y te aproveches de mí
Eso causa un sin número de emociones en mi cuerpo, muchas indecentes. Pero, una decente es una risita nerviosa que trato de silenciar llevando mis manos a mi boca. No lo hago con mucho éxito y la recepcionista me da una mirada mortal.
Le restó importancia, respiro y me inclino hacia Zack:
—Feliz de hacerlo, mi amor —le guiño y beso sus labios, suave e íntimo.
Sin alejarme de su rostro me quedo prendada de su mirada, sus ojos celestes como el mar y la complicidad en la que me sumergen.
—Señorita: Trixie Taylor —anuncia la recepcionista.
Salgo de mi ensoñación y volteo a verla.
—¡Soy yo! —exclamo, sonriente y ella me devuelve el gesto forzado.
—Adelante
Nerviosa, emocionada, intrigada tomo la mano de Zack y nos paramos. Ingresamos al consultorio y la recepcionista, que por cierto es nueva, cierra la puerta a nuestras espaldas.
Mi doctora me ve y sonríe. La imito, me cae de maravilla.
—Trixie, ¿Cómo has estado?
Megan es mi ginecóloga desde hace años luz, es una mujer castaña guapísima. Tiene el historial completo de mi sexualidad. Sabe que he venido a una consulta de embarazo y eso le ha impactado porque hace un año negué rotundamente tener una barriga en forma de pelota.
Aún atónita, se para de su silla y llega para darme un abrazo. Lo he dicho, es alguien cercana con la que he compartido mucha información intima desde un campo profesional y personal. Nos tenemos un gran aprecio.
—¡Revolucionada! —exclamo—. Te presento a Zack, es mi novio y el hombre que me embarazó
—Ya veo —me da una sonrisa divertida—. Hola, Zack, gusto en conocerte —de manera respetuoso le extiende la mano a mi chico y él la estrecha con la seriedad que en momentos específicos saca a relucir, como hombre de negocios y es sexy—. Tomen asiento y cuéntenme, ¿cuántas semanas salió en la prueba de embarazo?
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Inevitable Atracción
RomansaTrixie no buscaba el amor ni creía en los sentimientos del corazón, sin embargo, el destino hizo que un hombre de preciosos ojos azules apareciera en el momento indicado para ayudarla. Por otro lado, Zack tampoco buscaba el amor. Estaba soltero, co...