TRIXIE
Viajamos en el avión privado de Zack, el vuelo es corto y los nervios me carcomen viva. No tengo vestido. Zack no tiene traje. No tenemos padrinos o alguna persona que haga de testigo. Somos dos locos con la decisión de ir a casarnos en un Estado diferente y pese a ser asombroso no deja de asustarme.
Las bodas en Las Vegas son icónicas y después de todo lo que ha atravesado nuestra relación no espero menos de ella. Sin embargo, no tenemos ni la locación dónde queremos casarnos y en la ciudad del pecado hay algunas iglesias. La paranoia me invade y me frustro. Quiero que todo salga perfecto, pero conociéndonos no será así.
—¿Qué piensas?
Regreso al aquí y ahora y miro a Zack, me pongo de pie y voy hacia él. Me siento en sus piernas y de inmediato rodea mi cintura con sus brazos; mientras rodeo su cuello.
—Hemos vivido tantas cosas que estoy feliz de haberte conocido —siseo y luego me altero—. Pero, ahora mismo estoy muy nerviosa. No tengo vestido y una novia no puede casarse así...
—Estás preciosa —me pica la nariz.
—Estoy casi en pijama —le recuerdo mirando mi ropa ancha y cómoda.
—Sigues hermosa
Esconde su rostro en mi cuello y me besa provocándome cosquillas.
—¡Zack! Necesito un vestido —susurro empujándolo solo un poco, para verlo—. Y tú un traje
Él coloca esa típica cara seria que usa en los negocios o asuntos relacionados a la empresa y con profesionalismo, indaga:
—¿Cómo quieres el vestido?
Lo pienso por un segundo y no tengo una imagen muy clara, solo ideas.
—Corto porque quiero bailar —es lo primero que digo y él suelta una risa—. Oye, no te rías —reclamo, divertida.
—¿Qué más, cariño?
—Ya no te digo nada —me cruzo de brazos haciendo uno de mis típicos berrinches.
—Muñeca —insiste y me niego.
No le doy más opciones que hacerme cosquillas en los costados de mi tronco. Trato de sostenerlo y evitar que me someta a un ataque de risas, pero su fuerza es más y termino riéndome a carcajadas.
—Ya, ya, para —jadeo, muerta de risa. Él sonríe y arregla mi desordenado cabello conforme mi respiración se calma—. Quiero que sea sexy y vaya a juego con unos zapatos blancos con un bonito lazo
Él asiente como sí en su mente estuviera haciendo una lista de mis peticiones.
—No pides mucho, amor
—Soy sencilla —me encojo de hombros.
—¿Quieres una boda tradicional?
—Sí, con Elvis —indico y lo hago reír de nuevo—. Pero, elegante
—¿Algo más?
—Que haya muchas flores, una limosina para dar vueltas en la ciudad y un novio con traje —finalizo—. Nada más
—No te preocupes, cariño —besa mi frente—. Lo tengo todo preparado, confía en mí
Sus palabras son dichas con tanta convicción que confió en él o quizás solo quiero dejarme llevar por lo que ocurra en el trascurso. A final de cuentas es una boda de última hora, lo importante es tenerlo a él.
—De acuerdo, sorpréndeme —lo beso con suavidad y pasión.
No conversamos mucho y el viaje al ser corto se termina unos minutos después. Pasado el mediodía llegamos a Las Vegas. Nos hospedamos en un lujoso hotel, en una de las mejores suites. Nos dan un recibimiento con flores y champan. Miro todo con grandes ojos y recorro la habitación mientras Zack habla con uno de los chicos del hotel. Salgo al balcón, la vista es genial, toda la ciudad se puede ver desde aquí y este viaje sin duda me recuerda el último que tuve en el que estaba molesta con Zack. Suspiro con añoranza, la vida da vueltas y ahora estamos aquí para casarnos.
‹‹ ¡Dios, voy a casarme! ››, chillo internamente.
El frio me hela los huesos y regreso a la habitación.
—¿Qué es? —inquiero al ver unas cajas en el medio de la cama.
—Mi mujer ordeno un vestido y unos zapatos —informa haciéndose el desentendido—. Ah, también un traje para su prometido.
—¿Qué? —siseo, curiosa y emocionada.
Él me hace una señal para que abra las cajas y lo obedezco.
La primera es la más grande y es un vestido, mi vestido; blanco, sencillo con un lazo delicado en frente y corte recto. Alucinada por las sorpresas, abro otra caja y son mis zapatos en punta, con taco fino y cintas para hacerme un bello lazo en la parte de mi tobillo. Abro la siguiente caja y encuentro el velo de novia, uno pequeño, pero bonito; acompañado de unos guantes de malla.
—Aún no se han acabado las cajas, amor —susurra abrazándome por la espalda—. Ábrelas —deja un beso en mi hombro.
Emocionada, más feliz de lo que en algún momento fui, abro una caja mediana y me encuentro con un conjunto de lencería blanco de encaje, bastante trasparente y diminuto.
—Es un pervertido, señor Hernández —coqueteo mientras tomo las prendas y las alzo para verlas mejor.
—Solo con mi mujer —señala y me guiña.
—Más te vale —advierto y le robo un beso—. ¿Me harás el amor con esto puesto?
—Probablemente termine en trizas
—Vale, no quiero más detalles, guardese el efecto sorpresa
Se carcajea y me giro para abrir la última caja que es ligeramente pequeña, pero tiene un logo que identifico como el de una joyería. No me equivoco, al abrirla me encuentro con unos pendientes largos, de diamantes y una cadena sencilla de las mismas piedras preciosas.
—¿Lo organizaste todo en un día?
—Me tomo una llamada de más o menos unas dos horas, pero sí digamos que en un día —sisea y enarco mis cejas—. Ser millonario ayuda mucho
—Vale, mi hombre humilde. Que suerte tengo yo
—¿Suerte? —frunce sus cejas—. No pequeña, suerte yo y no me lo discutas
—Nunca quieres que refute cuando se trata de quien ama más al otro
—Porque yo te amo más —sentencia.
Refunfuño y él me mira mientras se retira los zapatos.
—¡Es mentira, yo te amo más! —replico solo por llevarle la contraria.
—Trixie, yo y punto —me pica la nariz.
—¡Zack! —chillo cuando huye al baño—. ¡Te estoy hablando, mal educado, malcriado...! —grito mientras lo sigo y lo miro abrir la regadera en forma de lluvia—. ¡Te estoy hablando! ¡Joder! —grito, escandalizada cuando tira de mi y me sumerge bajo el agua helada de la regadera en forma de cascada.
—¿Decías algo, mi vida?
Sacudo mi cabeza. Los dos estamos mojados, vestidos y llenos de agua.
—¡Te odio! ¡Imbécil! —gruño.
Él sonríe de lado y por lo que esa palabrita significa no duda en adueñarse de mis labios, besándome con pasión y acorralándome contra una pared de la amplia ducha. Con gran agilidad me desnuda, sus manos traviesas son capaces de hacerme perder la noción del tiempo y el espacio; como casi siempre me deja en desventaja y él continúa vestido.
Me olvido de la temperatura del agua mientras sus besos me hacen perder la cordura, sim embargo, hoy quiero tener el control. Así que, suelto su boca y deslizo mis manos hasta alzar su camisa polo mojada y sacarla de su cuerpo. Guio mis labios a sus pectorales y los beso, bajo por su abdomen besándolo y me arrodillo sobre el montón de mi ropa. Zafo su cinturón, abro su cremallera y bajo su pantalón.
—Trixie...
—La última de solteros —siseo antes de sacar su miembro del encierro de su bóxer y masajearlo.
Los ojos de Zack están sobre mí y sin romper esa conexión tomo su miembro de la base, saco mi lengua y la paso por su erección, beso su glande húmedo y lo chupo. Cierro mis ojos al sentir el calor de su miembro mezclarse con la saliva de mi boca. Lo lamo, chupo y llevo al interior de mi boca un par de veces.
Los gruñidos de Zack me motivan y después de un par de lamidas de abajo a arriba lo llevo a mi interior, mi prometido apoya su mano en mi cabeza y yo acaricio su abdomen mientras continuo en mi misión. Alterno el juego y pasado unos minutos siento el cuerpo de Zack tensarse, su miembro palpita y lo siento engrosar en mis labios.
—Muñeca... —suelta un gruñido y toma mi cabello en un puño—. Mierda, Trixie —gruñe y se corre una parte en mi boca y otra en mis pechos.
Mi hombre esta rendido, con su espalda contra la pared de la regadera, sus ojos cerrados y labios entreabiertos respirando agitado. Sonrío, me gusta darle placer y la atmósfera con vapor y agua rodeándonos me encanta. Me pongo de pie y Zack abre los ojos, tira de mi cintura y tomas mis labios con necesidad.
—Fue tu despedida de soltero, guapo —gimoteo.
—Mierda, fue la mejor —susurra—. Creo que cancelaré la boda para casarme con usted
Sonrío y continúo su juego.
—Encantada, pero mi prometido me espera y no pienso cambiarlo por nadie, es muy guapo
Me mira por unos segundos en total silencio y con orgullo, manifiesta:
—Mi prometida es preciosa y tampoco la cambiaría. Te amo, cariño, hoy y siempre.
—Te amo, pero no más que tú
Esa respuesta lo hace feliz y me besa. Dios, es perfecto.
***
Un par de horas más tarde y después de una corta siesta Zack conduce en un Mercedes descapotable antiguo hasta la capilla dónde nos casaremos. Deja el auto en el parqueadero del lugar y pide que nos ayuden con todas las cajas y bolsas.
Cuando ingreso al lugar jadeo sorprendida. La estancia es bastante bonita, los tonos son neutros. Hay una pared con flores y una pequeña sala de espera con una chimenea artificial en un costado.
—Señor Hernández, señorita Taylor, buenas noches
—Buenas noches —susurramos al unísono.
—Todo está listo como lo solicitó.
Mi prometido asiente.
—Trixie puede acompañar a Danna —señala a una muchacha que está a un costado—. Ella se encargará de todo. La ceremonia comenzará en una hora.
—Gracias
—Te veo en un segundo, mi vida —Zack me besa en la frente.
—Dame el último beso de soltera —pido muy cerca de sus labios y me complace—. No escapes —advierto.
—No deseo hacerlo
Sonrío. Acompaño a Danna hasta una habitación en la que todas mis bolsas están listas. Me coloco la lencería excepto el brasier puesto que se notará por el corte del vestido. Danna me peina y maquilla con sutileza. Una hora después estoy lista para casarme con el amor de mi vida.
Entro a la pequeña capilla cantando una canción con un falso Elvis. Hay muchas flores y es un espacio con bastante iluminación. Mis labios cantan, pero mis ojos están en Zack y toda mi concentración en el amor de mi vida. Tiene un traje negro con camisa blanca y corbata. Sonrío, puedo enamorarme mil veces de este hombre.
—Toda tuya —susurra el Elvis
—Toda mía —me besa el torso de mi mano y el roce me pone nerviosa.
La ceremonia es tal cual una de cualquier boda, pero lo único que cambia son los personajes y los votos que nos entregamos el uno al otro. Después de una pequeña riña por quien será el primero, Zack es el que decide iniciar.
—Puedo ser largo, pero una noche entera nos espera —me sonríe y le devuelvo el gesto—. Un día me dijiste que solo tengo que ser yo para enamorarte y comprendí muchas cosas. Se que no necesito esforzarme para ser perfecto porque nunca lo seremos. No te puedo ofrecer una relación sin discusiones porque las tendremos, pero te puedo ofrecer muchas treguas y conversaciones incómodas con tal de salir a flote. Te daré lo mejor de mí y buscare tú mejor versión cada día —hace una pausa y sus ojos se iluminan—. Eres mi trébol de cuatro hojas, pequeña, y te amo con todo mi corazón —declara y mis ojos se llenan de lágrimas.
Quizás ninguna de las personas que están en la sala comprendan que significa esa última frase, pero para mí lo es todo. Fue lo que me dijo en nuestras primeras salidas en las que ni siquiera nos veíamos como algo más. Soy su trébol de cuatro hojas. El encargado de guiar la boda me da paso a mí y tomo fuerzas.
—Zack, hace un año no espere ni siquiera tener una pareja estable y casarme. Me encapriché contigo cuando me rechazaste y me prometí que serias mío algún día —menciono y todos ríen—. Me enseñaste que siempre estarás para mí. Pasamos tantas cosas que ahora me siento invencible contigo porque encontraste una manera en la que podemos resolver nuestros momentos de tormenta juntos. Nos caímos, pero levantamos. Estuviste conmigo en la adversidad, aun cuando yo no lo vi. Eres el amor de mi vida y te agradezco por no dejar que suelte la pluma de nuestra historia. Te amo, Zack.
El maestro de ceremonias da unas palabras más y finalmente, declara:
—Los declaro esposa y esposo, puedes besarla
Nos reímos nerviosos como sí no hubiésemos hecho esto antes. Rodeo su cuello con mis brazos y poso mis manos en su nuca. Él me sujeta la cintura y me besa. El contacto se siente especial y diferente.
‹‹ ¡Ahora es mi esposo! ¡Joder! ››
—Te amo, esposa
—Te amo, esposo
Elvis da rienda suelta a su talento y cantamos mientras salimos de la capilla. Bailo con Zack y él disfruta conmigo. La noche es una aventura que empieza con una sesión de fotos al estilo Las Vegas y un recorrido por las calles principales de la ciudad. La limosina es nuestro transporte y nos lleva a todos lados.
—¿Primera parada?
—Un casino
—¿Qué vas a postar, esposa?
—Me quede con ganas de la última vez, ¿quieres apostar conmigo?
—Me encantaría ganarte
—Bastante competidor
—Una cualidad mía, cariño. Nunca pierdo
—Ya veremos
El chofer nos deja en la entrada de un casino muy popular y concurrido de la zona. Zack decide apostar en un par de lugares y le hago barra cada vez que gana en los juegos de mesa. Sin entender nada de esos jueguitos Zack me acompaña a las clásicas tragaperras y gano en un par de ocasiones. Nos tomamos fotitos divertidas y salimos con ganancias que sinceramente no afectan el patrimonio de mi esposo.
—Quiero bailar —pido cerca de su boca.
—¿Bailar o bailarme? —me toma de la cintura.
—Bailarte —siseo con picardía y él sonríe.
Entramos en un juego tentador de miradas y aun sabiendo que es mi esposo me sonrojo por sus gestos hacia mí. El chófer nos recoge y se dirige a una famosa discoteca. Mi marido por sus influencias no hace fila y entramos directo. El ambiente está increíble, las personas en su top de euforia y nadie nota nuestros atuendos de recién casados.
Vamos directo a la pista sin siquiera pasar por una copa. Para mi suerte una de mis canciones favoritas se reproduce y entro en mi papel de mujer empoderada, Zara Larsson con la canción Ain't My Fault inunda el lugar. La letra me gusta y se la canto a Zack.
—No es mi culpa que me sigas excitandome. No es mi culpa que me tengas tan ida. No es mi culpa que no me vaya sola. No es mi culpa que me sigas excitandome —lo abrazo mientras muevo mis caderas y él me las sostiene con firmeza.
Continuo la letra muy cerca de su oído:
No es mi culpa que no me vaya sola
No es mi culpa que sigas excitandome
No puedo hablar ahora.
Estoy mirando y me gusta lo que veo
Haces que me siente un poco impactada ahora mismo
No podria parar ahora mismo incluso sí quisiera
Tengo que conseguirlo mientras está caliente ahora mismo
—Oh por Dios, ¿qué es esto? —inquiero tomando su miembro sobre el pantalón y Zack da un respingón reprendiendome con la mirada y me encojo de hombros—. Los quiero a todos en mi vida. Cariño, insisto, por favor, no me culpes por lo que vaya a pasar luego.
Le bailo a Zack por los segundos que dura la canción, mis manos vagan por su cuerpo y se siente estupendo moverme con libertad y que el disfrute de cada uno de mis movimientos.
—Veo que eres demasiado irresistible... —canto, él sonríe—. Entonces, tú eres el que me tiene controlada...
Al terminar la canción Zack estrella sus labios contra los míos haciendome perder el equilibrio, pero no me deja caer y coloca una mano en mi espalda baja para sujetarme mientras saquea mi boca y juega con mi lengua como un auténtico ladrón.
Bailamos mucho, tanto que me duelen los pies. La garganta se me seca y Zack ordena una botella de champane. Bebemos y disfrutamos de música en nuestro idioma natal y una de las canciones que más nos excitan es River.
—¿Cómo nos enamoramos?... —inquiero mirandolo fijamente—. No lo digas...Cierra la boca y recorreme como un río —susurro en su oreja y lamo su cuello—. Cierra la boca, cariño, quedate y entregate. Tus manos benditas, ¿me haran cometer un pecado? —entono y llevo sus manos a mis pechos para deslizarlas por mis cintura y abdomen.
Zack toma mis muñecas, las alza, me da un beso fugaz y me aleja de su cuerpo.
—Hora de irse cariño —farfulla y me carga como a una novia.
—¡¿Qué haces?! —chillo al verlo salir del lugar.
—Me has torturado ahí adentro con tus movimientos, hora de hacer todo lo que cantaste.
Abro los ojos sorprendida y sonrío.
—Cante muchas cosas divertidas —escucho mi voz y me doy cuenta de algo—. Estoy borracha, Zack
—Sí, cariño, ya me di cuenta
—¿Aún me harás el amor?
—Ya lo veremos
Lo siguiente que hacemos es subirnos a la limosina, pongo música en español y le bailo a Zack mientras tomabamos tequila. Él como buen mexicano da tragos y tragos y continúa como nuevo. Hacemos algunas paradas más y en algún punto de la noche pierdo la consciencia.
***
Gruño y refunfuño cuando la luz me jode en los ojos. Abro lentamente y me descubro en una habitación, miro a mi alrededor y reconozco que es nuestra suite. Zack esta a mi costado y los dos estamos desnudos. Tenemos los anillos en nuestras manos y sonrío bobamente. Nos casamos, es mi esposo, mío de mí.
Todo es perfecto hasta que cabeza me da una punzada y chillo mientras me la masajeo. Maldigo cuando otro dolor me atraviesa el costado derecho de mi torso, justo a la altura de mi pecho. Llevo la mano a la zona y decubro un parche. Maldigo y corro al baño envolviéndome en una sábana.
Identifico el parche trasparente y me lo retiro lo más rapido que puedo. Miro mi costado en el espejo y no se que hacer: sí alegrarme o llorar porque no recuerdo nada. Sin embargo, ahora ya no puedo remediarlo tengo tatuado el nombre de mi esposo ‹‹Zack›› y un corazón.
—Dios santo
El tatuaje es divino, pero joder ¿qué hice anoche? Regreso a la habitación y gateo por la cama hasta subirme sobre Zack que duerme plácidamente boca a arriba.
—Despierta —pido.
—Trixie, quieta —gimotea.
Me da lo mismo, busco el costado derecho y no hay nada. Reviso el otro lado de su cuerpo y descubro el parche. Lo destapo con cuidado y suelto una risa al ver mi nombre en su costado junto a un trébol de cuatro hojas.
—Te has tatuado mi nombre —murmuro cerca de su oído.
—¿Qué? —gimotea.
—Eres mío ahora ya estoy en tu piel
Zack abre sus ojos y aún todo somnoliento se ve hermoso. Sus ojos celestes me miran sin comprender y entonces siente el dolor al costado izquierdo de su cuerpo.
Sonrío victoriosa con seguridad puedo decir que esa idea fue mía. Estaba borracha, feliz y un poco loca. Lo mejor fue un tatuaje. Zack me mira y al ver que no bromeo, me quita de encima de él y corre al baño. Lo sigo y al ingresar lo veo contemplando fijamente mi nombre tatuado en su piel.
—Tendrás que tatuarte el mío, cariño —solicita y se encoge de hombros—. Asunto solucionado. Tu eres mía y yo soy tuyo.
Me toma de las caderas y me sube a la encimera del baño.
—Mira mi costado derecho —pido.
Zack obedece y mira su nombre en mi piel.
—¡Que mierda! —se ríe y me contagia—. No esperaba menos de nosotros, tantas locuras que nuestra boda no podía ser la excepción
Abro la sábana para abrazarlo y observo otra venda en mi monte de Venus. La toco con mis dedos, pero me niego a verla, eso si es pasarse.
—Espera, dime que dice —exijo y cierro mis ojos—. Mierda, Zack. ¿Cuántos tatuajes nos hicimos?
Él suelta una carcajada. Retira la venda y miro al techo.
—Los necesarios, amor. Aunque este es mi favorito —toca mi monte de Venus y provoca una corriente eléctrica en mi cuerpo—. Z.H. Mis iniciales, creativa y discreta —me alaba.
—Debes tener lo mismo
Ruego porque así sea.
— En efecto —afirma y suelto la respiración que contenía—.T.T Trixie Taylor mi mujer, mi esposa y mi única dueña
—No recuerdo nada —confieso encerrándolo con la sábana.
—Yo un poco, regresemos a la cama, mi amor. No hay de que preocuparnos.
Asiento y lo beso mientras él me regresa a nuestra cama. Los tatuajes no fueron planificados y ni siquiera puedo recordar cómo fue que terminamos haciéndolo. Tengo lagunas mentales, pero mi teléfono tiene las constantes fotos que iba tomando, así que ahí debe estar la respuesta. Eso espero.Hola, amores
Este capítulo me ha costado muchísimo y aún siento que puede tener sus mejoras en un futuro.
Me ha costado por muchas cosas y una de ellas es que no quiero dejar ir a Zack Y Trixie de mi vida. Me encariñado con estos dos maravillosos personajes que logran hacerme sonreír solo con mirar un documento en el ordenador y me niego a que terminen. Se que la saga INEVITABLE continúa, pero no dejo de sentirme triste.
✨❤️
Ahora que arrancamos con ENAMÓRATE que es de un universo totalmente diferente, pero entrelazado descubrirán más personajes hermosos y caóticos.
Espero les haya gustado
Besitos
Jediva
❤️❤️❤️
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Inevitable Atracción
RomanceTrixie no buscaba el amor ni creía en los sentimientos del corazón, sin embargo, el destino hizo que un hombre de preciosos ojos azules apareciera en el momento indicado para ayudarla. Por otro lado, Zack tampoco buscaba el amor. Estaba soltero, co...