CAPÍTULO 32: RAMO

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TRIXIE

—¡Falta! —grito, furiosa y salto de mi asiento cuando un jugador oponente tira a Zack contra el suelo de un solo empujón.

El árbitro pita y le concede un tiro a mi chico.

Respiro, un poco más tranquila. Me concentro en el lanzamiento y grito eufórica, junto con los demás, cuando Zack acierta la canasta.

La semana paso en cuestión de segundos y no he trabajado casi nada. Después del concierto, regresamos para las semifinales del campeonato de básquet y los otros compromisos de los cuáles somos partícipes como la boda de Clau, quien me mando videos, audios y mensajes explicándome todo lo que tengo que hacer. Vaya, que aprendí rápido y pude asistir al repaso de ayer, jueves.

La pequeña escapada que nos dimos causo una locura total, una de la cual no me arrepiento. Aún recordar el concierto me pone los pelos de punta.

—¡Hijos de puta! —gruñe Iris cuando el otro equipo anota y me río.

La tensión es brutal y verla estresada se me hace divertido, aunque en mi interior estoy igual o peor.

Sin embargo, mi enfoque en el segundo tiempo del partido se pierde al ver a Jessica llegar. En medio de tanta gente nuestros ojos se encuentran, ella me sonríe y alza su mano a modo de saludo. Se lo devuelvo no de muy buena gana.

‹‹ ¿Por qué mierda llega ahora? ››

No se acerca. No hay espacio para ella. Así que se queda a un costado del graderío y desde ahí celebra y apoya a nuestro equipo. El tiempo termina, pero hay un empate. Se otorga una prórroga y para nuestra suerte logramos anotar como a los tres minutos. Ahora todo lo que tienen que hacer los chicos es bloquear por dos minutos más a los otros jugadores para que no anoten y lo hacen. El partido termina y... ¡estamos en las finales!

Corro, esquivo gente que se me cruza y llego hasta los chicos. Busco a Zack y me estrello contra su cuerpo todo sudado y jadeante. Él apenas puede recibir la efusividad de mis gestos. Está agotado.

Alegre, lo felicito y dejo un casto beso en sus labios.

También, felicito a los chicos. Me río con gusto al ver a Adrián tirado en el piso y rogando por un masaje de pies. Iris para joderlo le pisa el pecho y este gruñe dándole un manotazo al pie.

Zack voltea los ojos por el infantilismo y se sienta en las bancas de los jugadores para descansar. Da un trago a su hidratante y espera que la adrenalina baje para dar indicaciones necesarias para la final.

Me siento en sus piernas. Él abraza mi cintura y yo rodeo su cuello con mis brazos.

—Necesitas una ducha —acoto.

—¿Apesto?

—Un poquito —frunzo mi nariz.

Con la punta de sus dedos pellizca el arco de mi cintura y chillo. Él se ríe y le doy un golpecito en el pecho. Nuestro momento es interrumpido por la sombra de alguien que posiciona frente a nosotros. Al alzar la vista mi sonrisa se trasforma en una línea recta. Tener a Jessica tan cerca no me agrada tanto.

—Felicidades

Antes Zack la hubiera abrazado. Ahora es distante y hasta frío. No hace nada para moverse y saludarla con un poco más de emoción.

Para ser sincera me gusta que no tengan una relación tan estrecha, pero a la vez comprendo que tenían una historia juntos y quizás esa historia se quebró.

—Gracias —sonríe, Zack—. ¿Cómo te va Jessica?

—Bien, estoy montando un negocio —nos cuenta.

Inevitable AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora