EPÍLOGO

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Un mes después...

Natasha había cumplido un mes ya trabajando en la policía central de Moscú. Estaba contenta con su nuevo trabajo y estaba aprendiendo mucho sobre casos. Recordaba cuándo había empezado a trabajar desde un inicio como secretaria, y nunca había sospechado que la estaban vigilando desde la policía para desarmar el cuarto rojo.

Habían pasado muchas cosas en la vida de Natasha, pero de a poco todo estaba volviendo a la normalidad, por decirlo de alguna manera. Estaba feliz con Steve y eso era lo que más le importaba. Hasta el día de hoy siempre estaría agradecida con él, ya que decidió esperarla a pesar de todo. Era el hombre con quien ella quería compartir el resto de su vida.

Las últimas semanas había comenzado a sentirse extraña, con poca energía más que nada. Pero lo atribuía a que estaba demasiado concentrada trabajando y además que las clases de defensa personal estaban siendo cada vez más intensas. Pero entendía que todos los agentes debían estar en forma y saber cómo defenderse en caso de cualquier cosa.

―¿Estás lista para tu chequeo médico? ―dijo María viendo los registros de salud de Natasha.

―Si, vine en ayunas como me dijiste ―respondió ella.

―Vamos a la clínica entonces.

Dentro de las instalaciones, había una pequeña clínica para los funcionarios. No era un hospital, pero debían tener un lugar para realizarse exámenes de rutina. Natasha pasó a la sala y la hicieron sentarse para poder tomarle muestras sanguíneas. Todo debía estar en orden. Estar saludable era parte del trabajo.

―¿Cuándo estarán los resultados? ―preguntó Natasha a la enfermera que le tomó la muestra.

―Al finalizar la jornada estarán los exámenes ―respondió ella amablemente, colocando los tubos de ensayo en una caja―. Como ya está registrada en el sistema, le llegarán a su correo electrónico. Al día siguiente debe presentarlos al médico.

―Entiendo. Muchas gracias. ―Natasha salió de la sala y fue caminando junto a María.

―¿Fue mucho el trauma?

―Un par de agujas, nada del otro mundo ―rió un poco.

―Bueno volviendo al trabajo, nos llegó una denuncia ―comenzó María―. Los vecinos de la calle Marsella, nos indican que al parecer hay un apartamento donde hay tráfico de drogas.

―Vayamos a tocar su puerta entonces. ―Eso era una referencia para atacar de sorpresa.

―Me encantaría hacer eso, pero ya sabes el protocolo ―dijo María y Natasha hizo un puchero.

―Ir a investigar el lugar ―respondió Natasha desanimada―. Lo sé.

―Créeme que persecuciones habrán, pero estos temas son delicados ―le mencionó―. Bueno, volvamos al trabajo...

.

.

En algún restaurante de la ciudad, 19:45 PM.

James y Wanda habían elegido salir a cenar ese día y habían elegido un pequeño restaurante que quedaba a unos diez minutos del apartamento de Barnes. Habían pedido ya el plato de fondo mientras conversaban y bebían algo de vino.

―Estoy muy feliz de que Natasha haya querido trabajar con nosotros ―dijo Wanda tomando su copa.

―Yo no me lo esperé. Ella siempre quiso vivir en paz y tener su academia de ballet, que es su pasión, aunque bueno, a veces las perspectivas de la vida cambian y eso lo entiendo perfectamente.

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