20: Montaña Rusa

676 61 37
                                    

Disclaimer: MARVEL & Disney no me pertenecen, esta historia si.

Advertencia: Contenido explícito para +18. Si eres menor de edad, lee bajo tu propio riesgo.

(No sé por qué lo pongo si lo van a leer igual...)

.

.

20:45 pm, Apartamento Rogers-Romanoff.

Ya se estaba oscureciendo y Natasha llegó finalmente al apartamento. Al abrir la puerta, vio a Steve quien estaba preparando la cena como ella se lo había dicho antes de salir. Unas lágrimas rodaron por sus mejillas. Recordar el hecho de que todo este cuento de hadas se acabaría la tenían en un abismo absoluto: el cronómetro estaba retrocediendo a pasos agigantados.

Secó rápidamente su rostro y sus ojos para acercarse a su novio y saludarle. Por primera vez en su vida tenía miedo.

—¿Cómo te fue en el trabajo, amor? —preguntó él desde la cocina, ya que había visto pasar a Natasha directo al baño.

—¡Bien, sólo era más papeleo como siempre! —mintió, porque era lo único que sabía hacer bien en la vida. Cerró la puerta del baño observando su rostro frente al espejo. Y las lágrimas seguían brotando.

—¡La cena estará lista en unos diez minutos! —escuchó decir a Steve.

—¡Enseguida iré!

Bajó la tapa del inodoro para sentarse y los sollozos no tardaron en llegar. Estaba destruida totalmente. Era el momento de confesar su verdadero pasado, su vida anterior y realmente no quería hacerlo. Pero lamentablemente el tiempo se había agotado ¿cómo le confesaría algo así a su novio? Y no puede olvidar que para más remate, él le había pedido matrimonio. Claramente todo esto se iría a la mismísima mierda.

Habían pasado ya quince minutos y Natasha no salía del cuarto de baño. Steve había puesto la mesa y se empezaba a preocupar. Se acercó a la puerta y tocó suavemente.

—¿Nat?

—¿Si? —se escuchó su voz del otro lado. El susodicho suspiró de alivio.

—La comida está servida cariño —la voz suave de Steve hacía que el corazón de la pelirroja se calmara de a poco—, ven a comer o se enfriará.

—Ya estoy por salir, gracias Steve.

El rubio se sentó en el pequeño comedor mientras veía su móvil. No quería preocuparse por su novia, él entendía que las mujeres a veces suelen usar mucho el baño, pero ahora había sido un tiempo bastante excesivo. No quería entrar en paranoia. El sonido de la puerta avisó de que ella iba a salir finalmente.

—Lo siento, creo que algo me ha caído mal al estómago —mintió por segunda vez.

—No te preocupes Nat ¿quieres que te prepare otra cosa? Acabo de hacer croquetas de atún y están fritas. Prefiero que te recuperes bien del estómago...

—No amor, así está bien —ella se sentó frente a él tomando los cubiertos—, gracias por la cena...

—Me pediste que hiciera algo con estas latas de atún y aquí tienes mi resultado —dijo orgulloso, haciendo que la pelirroja se le escapase una risa—, ¿te pasó algo camino allá?

—¿Qué? No, para nada... estoy bien Steve. No te preocupes —tomó la botella de vino que había en la mesa para servir en las pequeñas copas—, creo que todo esto de mi renuncia y la academia me tiene un poco estresada, es todo.

Pas de DeuxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora