Cuatro años después...
El pequeño James Rogers creció como nunca. Natasha no podía creer que ya caminaba, iba al jardín infantil y que además tenía que ir al colegio el próximo año. Parecía que fue ayer cuando dio a luz al lado de Steve, quien siempre la apoyó desde el primer día que la conoció no importando su pasado. Era un hombre que para ella valía oro y que siempre cuidaría.
Natasha se encontraba en el living del apartamento sacando algunas cuentas. Había abierto nuevamente su academia. Renunció al trabajo de detective, a pesar de que le gustaba mucho estar con James, Wanda y María, pero decidió esperar y trabajar duro para volver a enseñar ballet. Steve todavía no llegaba porque estaba en el taller de pinturas terminando unas pinturas extras, donde le pagarían el doble y debía aprovechar.
―Mamá, ¿a que hora volverá papá? ―preguntó el pequeño que jugaba encima de una alfombra rodeado de juguetes. Tenía el cabello tan rojizo como su madre, y los ojos azules como su padre.
―¿Ves el reloj que está en la pared? ―el niño observó lo que su madre le indicó y asintió―. Cuando el puntero grande llegue al doce y el pequeño al seis, debería estar llegando papá.
―¡Ahhhh, llegará a las seis de la tarde! ―exclamó el pequeño. Natasha se sorprendía de lo inteligente que era a pesar de sus cortos cuatro años.
―Así es mi amor y de hecho, debería hacer la cena ―la pelirroja cerró su cuaderno de cuentas dejándolo en la pequeña mesa del comedor.
―¡Sii! ―el pequeño James siguió a su madre a la cocina―. ¡Comida de mamá!
Natasha comenzó su trabajo para tener la cena lista a penas llegase Steve. El clima estaba bien húmedo y parecía que iba a llover, así que un buen estofado estaría de maravillas para esa tarde fría.
El pequeño James le iba pasando las verduras a su madre, y ella las iba cortando poco a poco para introducirlas en la olla, mientras tenía la carne en una sartén donde la estaba sellando. Luego de eso, tomó la carne y la mezcló con las verduras para tapar la olla. Ahora sólo había que esperar a que todo se cocinara bien.
―James, debes ir a bañarte ―dijo su madre, pero el pequeño hizo un puchero.
―Mamá, ya me bañé ayer, ¿por qué tengo que hacerlo de nuevo?
―Porque estuviste jugando todo el día con amiguitos. Ellos también se bañan y se van a la cama después de cenar.
―No es justo ―Natasha tomó en brazos a James Rogers. Era bastante obstinado, pero no podía evitar reflejarse en el pequeño. Ella era igual.
―¡Ya llegué! ―La puerta del apartamento sonó y era Steve que había llegado a casa, y la cena todavía no estaba lista―. Eso huele delicioso, Nat.
―¡Steve! ―James se zafó de los brazos de su madre para ir donde su padre―. Disculpa... la cena aún no está lista. Me distraje con las cuentas de la academia.
―¡Hola campeón! ―el pequeño se abalanzó hacia Steve y él lo tomó en brazos―. No te preocupes, Nat. Te ayudaré con lo que falta.
―¡Papá... Mamá dice que debo volver a bañarme! ―el pequeño Romanoff estaba acusando a Natasha―. ¡Y yo me bañé ayer!
―Pero James, hoy tuviste jardín con tus compañeros. Debes hacer lo que mamá te dice. No seas terco. Ven, vamos a bañarnos.
El rubio llevó a James al cuarto de baño y Natasha volvió a la cocina para ver si el estofado estaba listo. Le faltaban al menos unos diez minutos, así que aprovechó de lavar lo que había ensuciado, y de paso, poner la mesa para cenar los tres juntos.
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Pas de Deux
Ficção AdolescenteUniverso Alternativo: Una joven muchacha con deseos de ser la mejor bailarina de Rusia y un chico lleno de sueños, queriendo emprender en otro país. Sus vidas se terminarán uniendo pero... ¿lograrán estar juntos hasta la adversidad de las cosas? L...