22: Pas de Deux

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Disclaimer: MARVEL & Disney no me pertenecen. La historia si.

Notas de la autora: Los diálogos en "comillas y en cursiva" son llamadas telefónicas. 

Muchas gracias por seguir apoyándome en esta historia :)

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En el capítulo anterior...

—¿Cómo? —Sharon se detuvo un momento.

"...porque finalmente la he encontrado en la ciudad de Moscú con otro nombre, un cambio en el color de su cabello y hasta había borrado una de sus cicatrices características de su brazos derecho, el cual yo conocía, ya que se había hecho daño mientras combatía en una de tantas misiones que tuvimos juntos..."

Sharon Carter siguió hacia la página siguiente, donde Alexei había adjuntado una fotografía de Natalia Romanova de hace diez años atrás aproximadamente.

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El fin de semana pasó volando. Steve y Natasha estaban cada uno en sus respectivos locales. Extrañamente ese día lunes había mucha gente dentro del local que veían los hermosos cuadros del rubio. Le estaba yendo muy bien y eso lo animaba muchísimo, ya que estaba juntando dinero para realizar un viaje con Natasha. Aún no sabía bien el destino, pero quería sacar a su novia de vacaciones, ya que se lo merecían por trabajar duro. Era lo menos que él podía ofrecerle.

Natasha en cambio estaba arreglando lo último para poder abrir y comenzar su plan para captar estudiantes para la academia que hasta el día de hoy no tenía nombre.

Dejó eso para más tarde, ya que ahora se encontraba adornando el salón principal y colocando unas cortinas de seda. Se bajó del banca de madera para tomar un poco de aire. Aún no podía creer que por fin abriría su propia academia.

Se acercó a su equipo de música. Tenía tantas ganas de bailar. Buscó una canción para así inaugurar oficialmente aquella tarima recién encerada.

Se puso en medio en posición, esperando que sonara finalmente una melodiosa cajita musical, la cual usaba Natasha para realizar calentamiento. Pero antes que comenzara a realizar su estiramiento, alguien la interrumpió.

—¿Se puede?

—Sabes que sí —dijo ella, acercándose a él para besarle—, ¿cómo vas con las pinturas?

—Bien, hoy día llegó mucha gente a ver mis obras. Vendí cuatro de ellas y tengo tres pendientes de hacer.

—¡Me alegro tanto por ti Steve! —ella lo abrazó y él recibió aquel gesto de forma cálida. Steve se separó de ella.

—De hecho quería mostrarte algo que tenía preparado —tomó su mano donde la guió hacia su estudio. Había un lienzo cubierto por una tela, que claramente él estaba pintando.

—¿Es una primicia para mi? —dijo emocionada.

—Así es... y espero realmente que te guste.

Steve sacó la tela para descubrir finalmente un bellísimo dibujo de una bailarina de ballet en posición de arabesque.

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