09: Número Equivocado

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Disclaimer: Los personajes de MARVEL & Disney© no me pertenecen. La historia es creación mía.

Notas de la autora: Letra cursiva y "en comillas" son llamadas telefónicas. Los diálogos «con estas comillas» son pensamientos del personaje.

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4 meses después...

Habían pasado un par meses en Rusia. El trabajo en la oficina y las clases de ballet que Natasha impartía seguía igual, como todos los días... pero había algo en su interior que la hacía muy feliz, y esa razón, era porque Steve Rogers había llegado a su vida inesperadamente.

Se habían mudado al apartamento de él, ya que era un poco más espacioso. Y con respecto a James, afortunadamente había encontrado trabajo y decidió irse para no seguir donde Steve y claramente, para que él tuviera más privacidad.

Rogers necesitaba tener además de un taller, un cuarto donde guardar material para realizar sus pinturas. A Natasha le encantaba que un muchacho como él se dedicara al arte.

Había días, donde él madrugaba pensando qué poder pintar, o simplemente, trazaba ideas, mediante bosquejos en croqueras. Y digamos que no tenía solo una. A Natasha todas le parecían estupendas ideas. Pero como a todo artista, el bloqueo siempre llega y es difícil salir de ahí, hasta que la inspiración vuelve a atacar repentinamente.

Pero tampoco es que Steve pasaba de largo todos los días. Eran aquellos días donde él sabía que tenía la idea y sólo debía concentrarse más en encontrarla; cuando eso pasaba, Natasha se levantaba a las 3 de la madrugada y le preparaba chocolate caliente; a Steve no le gustaba que ella hiciera eso. Pero terminó acostumbrándose a los mimos de ella.

Al igual que él, la pelirroja también pasaba de largo confeccionando sus clases para sus alumnas, aunque a veces también traía papeleo de su segundo empleo. Fury era un buen jefe, y a veces Natasha trabajaba a deshoras porque recibía buena paga. Hacía, además, horas extras en la oficina, llegando tarde, a veces, a las 11 de la noche; como buen compañero, él le servía la cena, además de tener la tina para un baño caliente después de una larga jornada laboral.

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La atracción entre ellos dos era demasiado fuerte. Sólo bastaba un tierno beso en los labios, para que ambos terminaran despojándose de sus ropas y deseándose una y otra vez.

Aquella habitación quedaba inundada de gemidos, que sólo compartían entre los dos.

Steve besaba su cuello delicadamente al terminar aquella ardua tarea y ella, sólo se dejaba amar por aquel hombre, que la hacía inmensamente feliz.

Claramente, el amor entre los dos era recíproco.

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—¿Has sabido algo de James? —Natasha rompió el silencio de pronto. Ambos estaban en el parque, disfrutando de una hermosa tarde de primavera. Menos mal, las bajas temperaturas habían ido desapareciendo poco a poco—, me contaste que había encontrado alquiler, y por eso estamos viviendo en tu apartamento... pero nada más...

—Cierto, había olvidado decirte —recordó él—, hace un par de días me llamó por teléfono. Me contó que está trabajando.

—Al fin —dijo ella entre risas—, no en serio, de verdad me alegro por él.

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