Capítulo 4

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En la vida algunas veces se gana, otras veces se aprende. - John Maxwell.

***

En la actualidad…

Kiara llevaba horas escuchando la música que envolvía el vehículo. Ella permanecía aún con los ojos cerrados, pensando en los acontecimientos vividos, evitando así tener que hablar con la verdad. Una verdad que era muy dolorosa y que, a juzgar por la hora, Dorian estaría a punto de descubrir. Hizo un gran ejercicio de contención para evitar derramar una sola lágrima, no porque no quisiera, sino porque no se veía capacitada para escuchar los reproches de Enzo, hoy no.

En cambio, él aprovechaba para mirarla de vez en cuando, buscando una señal que le hiciera detenerse en la primera estación de servicio para abrazarla y permitir que se rompiera, pero no lo hizo. La conocía y sabía que Kiara necesitaba su tiempo, sobre todo, su espacio. Había conseguido lo que más ansiaba, que era sacarla de aquella mierda y ahora solamente le importaba volver a verla sonreír. La contempló con dulzura y pudo ver como su pecho subía y bajaba a gran velocidad, estaba aterrada por lo que estúpidamente solamente pudo colocar uno de sus discos favoritos. La música de Michael Bublé le tranquilizaba y con el tiempo había aprendido que a Kiara le producía el mismo efecto, por lo que era su mejor baza.

Quedaban apenas unos kilómetros para llegar a Washington cuando el sonido envolvente se vio interrumpido por una llamada entrante que directamente saltó al dispositivo bluetooth del coche. Enzo miró de reojo el nombre que aparecía en pantalla y maldijo en voz alta. Su mejor amigo Dorian Moore le estaba llamando y a juzgar por el encogimiento de Kiara, esa llamada no era una cualquiera. Ignoró la primera, pero ante la segunda lo cogió sin pensarlo.

—Enzo, ¿esta mi hermana contigo? ¿Dónde estáis? —preguntó visiblemente sofocado.

—Tranquilo Dorian, esta conmigo —aseguro clavando sus ojos claros en los de la mujer que parecía querer desaparecer de la tierra —. No te preocupes.

—¡Joder! —graznó enfadado — Necesito hablar con ella —solicitó angustiado —. Por favor, pásamela.

Rápidamente la miró y ella negó abruptamente con la cabeza. Si no estaba preparada para darle explicaciones a Enzo, mucho menos a su hermano. Él suspiró…

—Oye Dorian, ahora mismo voy conduciendo y ella se encuentra dormida. Confía en mí, está bien. Tranquilízate.

—No me jodas Enzo. Resulta que acabo de enterarme por un maldito correo de lo que ese desgraciado ha hecho con ella y para rematar cuando he ido a buscarla me enteró de que se ha ido contigo. ¿Desde cuando lo sabias? —preguntó enrabietado.

—Créeme que no lo sabía hasta hoy. Jamás te hubiera ocultado algo así. Fue una coincidencia que estuviera en New York —mintió —. Yo me encargo.

—¡Es mi hermana!

—¿Acaso crees que no lo sé? —preguntó Enzo mientras apretaba sus puños contra el volante. Pues siempre había tenido claro que su relación jamás había ido a más por aquel diminuto detalle — En serio Dorian, la cuidaré como si fuera mi única misión en esta vida —aseguró muy a su pesar, en realidad para él, ella era lo único que importaba —. Le diré que te llamé. ¿De acuerdo?

—¿Estáis en Washington?

—Estamos llegando…

—Mañana a primera hora saldré para allá.

Bailando con el amor | Erótica + 18 | Parte 3/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora