Capítulo 23

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Afrodita trata sobre la lujuria y la gula, los únicos dos pecados que vale la pena cometer, en mi opinión. - Isabel allende.

***

Kiara devoraba la hamburguesa que amablemente Enzo había comprado y recogido en un delivery. Había bastado que la entregasen la bolsa para desenvolverla y morderla con ansia. Lo que le llevó a pensar a Enzo dos cosas; una, que verdaderamente estaba hambrienta o dos, que prefería mantener la boca completamente llena para evitar hablar de todo lo que tenían pendiente.

—Muerde —exclamó aproximando el trozo de carne a su boca —. Tiene queso, te va a gustar.

Él no era fanático a ese tipo de comida, prefería un buen plato sobre la mesa, pero dadas las circunstancias abrió la boca y pegó un bocado, saboreándola como si se tratase de un jodido manjar. A continuación, Kiara atacó las patatas, introduciendo un puñado en la boca del hombre que apenas podía tragar mientras intentaba mantener su concentración en la carretera y los peatones que se abalanzaban en los diferentes pasos de peatones que se encontraban por el camino. Lo siguiente que le acercó fue el vaso llenó de refresco, introduciendo la pajita a traición.

—¡Joder Kiara! —exclamó intentando tragar la enorme bola de comida que aún almacenaba en la boca — ¿Acaso quieres atragantarme?

—Mmmm —exclamó succionando ella con ahínco para después morder de nuevo la apetitosa hamburguesa — Has tenido una larga e intensa jornada de trabajo, tienes que renovar fuerzas. ¿Has probado esto? —preguntó cogiendo un aro de cebolla — ¡Está buenísimo!

—¡Ni se te ocurra! — Ella consiguió sonreír por primera vez en lo que llevaba de día, ablandando el corazón del rubio —. De acuerdo —espetó lanzando un bufido —. Dame uno.

Kiara obedeció. Cogió un aro, el más grande por supuesto, y se lo metió en la boca. Ella y Dorian eran tan distintos. Nadie podría imaginarse al abogado comiendo una grasienta hamburguesa en su preciado Jaguar, en cambio, parecía el pasatiempo favorito de la empresaria. Cuando llegaron a casa, aún picoteaba de las pocas patatas que quedaban. Enzo lanzó las llaves al cuenco, totalmente agotado y se quedó contemplándola.

—No me mires así. Supongo que quieres que hablemos… —indicó ella encogiéndose de hombros.

Enzo negó mientras se aproximaba a ella. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, deslizó su dedo pulgar por la comisura de la boca femenina…

—Tienes un poco de Ketchup. Justamente aquí —dijo arrastrando el dedo, limpiando la pequeña mancha para a continuación lamerse el pulgar.

El pulso de Kiara se aceleró e inconscientemente dio un paso hacia delante, haciendo más corta la distancia.

—Tú eres demasiado pulcro para mancharte.

—Y tú eres todo lo contrario. Tienes otra mancha.

—¿Dónde?

En esta ocasión, Enzo rompió completamente la distancia que había para atrapar el rostro de Kiara entre sus manos y aproximarse a su boca muy lentamente. Deslizó la lengua por los deliciosos labios que inmediatamente se entreabrieron, invitándolo a seguir en su exploración. Ella ahogó un suspiro cuando la lengua la abandonó, dejándola necesitada…

—¿Necesitas una excusa para lamerme entera? Si es así dímelo, creo que en la bolsa quedaban un par de sobres…

Enzo entendió la invitación a la perfección, pero dados los antecedentes, prefirió consultarlo con ella.

—¿Prefieres que hablemos antes?

—¿Podemos dejarlo para después? Hoy te necesito más que nunca.

Bailando con el amor | Erótica + 18 | Parte 3/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora