Capítulo 19 - Parte 2/2

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En un beso, sabrás todo lo que he callado. - Pablo Neruda.


***

En otro rincón de New York...

Kiara había llegado de buen humor. Enfocarse en los detalles de la boda de su hermano le venía de lujo, pues tenía algo más con lo que distraerse que no fuese trabajo. Además, Melanie parecía bastante perdida e incluso entristecida. No había querido ahondar, pero intuía que en un momento así, echaba en falta a una parte importante de su vida, su familia. Por lo que antes de dirigirse al supermercado había optado por avisar a Dorian. Su hermano tenía una gran habilidad con la fémina y no dudaba que fuese capaz de sacarla una sonrisa antes de finalizar el día.

Su optimismo era tal que se había enfundado una vieja camiseta de Enzo y estaba dispuesta a hacer una sabrosa tarta de chocolate. Pensó que era vieja porque estaba llena de pequeños agujeritos y algunas manchas imposibles de sacar.

Enzo la escuchó silbar desde el pasillo e instantáneamente las comisuras de sus labios se alzaron. No solo por el hecho de que aquello le parecía un sueño, sino porque también le gustaba verla así, olvidándose o, mejor dicho, haciendo a un lado toda esa mierda que la había hundido. Sin tiempo que perder se dirigió a la cocina, donde se quedó embelesado con la tentadora imagen que tenía frente a sus ojos. Kiara balanceaba su cadera al ritmo de la canción que silbaba, mientras volcaba una masa liquida totalmente negra en un bol. Se apoyó decidido en el marco de la puerta, dispuesto a admirarla. Su cabello estaba sujeto con un pequeño moño y la única prenda que portaba tapaba poco más de sus glúteos. Paso saliva con dificultad cuando la vio alzarse de puntillas para coger un molde y sus nalgas asomaron bajo la camiseta, una camiseta que le sonaba demasiado...

-¿Te ayudo? -preguntó haciendo que Kiara soltase un grito y brincase derramando casi todo el chocolate sobre la encimera.

-¡Joder Enzo! ¿Acaso quieres matarme? -explotó llevándose una mano al pecho.

-Quizá a polvos -reconoció con una sonrisa canalla.

Ahora que la tenía de frente aprovechó para inspeccionar la tela totalmente destrozada que llevaba. Sí, sin duda era de él y se preguntaba cuantas horas habría tardado en encontrarla al final del armario. Se aproximó a ella que aún respiraba con dificultad y la alzó para sentarla en un hueco libre sobre el borde de la encimera. Inmediatamente después aprovechó la altura para enterrar la nariz en el canalillo cubierto que se moría por destapar.

-¿Quieres probar? -indagó ella untando el dedo en la masa espesa.

Dirigió el dedo a la boca del rubio, pero cuando este se disponía a lamerlo con lascivia cambio el rumbo y lo introdujo con lentitud en la suya, abordándolo con sus labios y saboreando el dulce. Gimió satisfecha por el intenso sabor, produciendo un gruñido en el hombre que la hizo sonreír.

-Mira cómo me tienes.

Desabrochó el pantalón e instaló el pie de Kiara en esa zona que se encontraba en todo su esplendor. Había bastado verla para que su pene reclamase atención, pero aquel juego que se traía había desatado una hecatombe que podía terminar en catástrofe, pues dudaba que lo que fuese que estaba haciendo llegase a término. Ella era consciente de lo que provocaba en aquel hombre, aún así decidió continuar con el juego apresando el labio inferior entre sus dientes y deslizando la planta del pie por la dura longitud. Fuego, Enzo era puro fuego.

-Mi hermano está en el salón -indicó dispuesta a gastarle una broma - ¿Qué crees que dirá si te encuentra mancillando a su hermana pequeña de este modo?

-¡Maldita sea! -susurró apartando el píe.

Enzo no reparó en que aquello era imposible. Ignoró que había estado con Dorian gran parte de la tarde hasta que este había decidido marcharse para estar con Melanie, así como ignoró la vestimenta de Kiara, pues era absurdo que teniendo visita estuviera de aquella guisa, mostrando el culo a diestro y siniestro como si no la importase. Instintivamente llevó las manos a la cremallera del pantalón para cerrarlo mientras rezaba para que Dorian no entrase y captase su gran erección, ya que tenía claro que si eso era así terminaría con su miembro viril en un abrir y cerrar de ojos. Kiara frunció los labios intentando contener la risa que amenazaba con salir de un momento a otro, hasta que finalmente no pudo más y estalló en una sonora carcajada que le hizo gruñir desesperado. Ella enroscó sus piernas en la cadera de Enzo y tiró, rompiendo la distancia que él había establecido.

Bailando con el amor | Erótica + 18 | Parte 3/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora