Capítulo 33

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Cuando alguien te cuenta un trozo de su vida, te está haciendo un regalo, y no dándote lo que te debe. – Patrick Rothfuss.

***

Enzo observaba desde la distancia como Kiara caminaba desesperada por el salón. Llevaba desde el día anterior en un estado de nervios que a él le hacía bufar malhumorado. Kiara era complicada de tratar, pero en aquel estado directamente se volvía insociable. ¿El motivo de su estado? Una invitación que Dorian, su hermano, les había hecho para comer. Desconocía las intenciones de su amigo, pero la realidad era que a él poco le preocupaba. Cansado de verla hablar sola, avanzó hasta la puerta y la miró con contundencia.

—Vamos en mi coche.

—Ni hablar. Llevo días sin mover el mío —dijo alzando las manos y exagerando sus movimientos —. ¿De verdad que no sabes que puede tramar el Neandertal de mi hermano?

—En ese caso, conduzco yo. Estoy empezando a apreciar mi vida como para perderla tan rápidamente por culpa de una esquizofrénica sin tratar —asestó robándola las llaves del cuenco de la entrada.

Ella se cruzó de brazos con semblante serio. ¿La estaba acusando de loca? ¡Vale! ¡Sí! Lo reconocía. Llevaba una mañana de locos, pero tenía sus motivos. ¿O no?

—Enzo, por primera vez nos permitiremos el lujo de estar con mi hermano sin necesidad de tener que fingir algo que no somos. ¿De verdad te es indiferente?

—Preciosa, es lo que deseaba desde hace mucho tiempo. Así que, no me preocupa y a ti tampoco debería. Vamos, coge tu bolso antes de que se nos haga más tarde.

—Tú le oíste. Estaba muy serio —afirmó agarrando sus cosas y plantándose junto al rubio —. ¿Y si quiere decirme algo del divorcio?

—Dudo que ese sea el motivo de la comida.

—¿Qué si no? Eso o piensa permitir que utilice esos dos trastos que tiene en el sótano contigo.

Enzo sonrió divertido. Su amigo jamás lo permitiría, de eso estaba seguro, pero… ¿Dos trastos? ¿De dónde sacaba esa información errada? Porque el sótano estaba lleno de juguetes, que por supuesto, utilizaría encantado con ella.

—Preciosa, eso es un templo del placer. No tendrías tiempo suficiente en una semana entera para utilizar todo lo que hay ahí abajo.

—¿Cómo?

Enzo salió al exterior con gesto divertido mientras que ella lo seguía a trompicones. ¿Un templo? ¿Qué mierdas tenía su hermano ahí? Resignada tuvo que regresar sobre sus pies para cerrar la puerta de casa a la vez que le gritaba al policía. Quería respuestas. ¿Acaso nadie pensaba dárselas? El rubio se subió al Maserati y arrancó soltando una sonora carcajada que ni siquiera silencio el portazo de Kiara al entrar en el vehículo.

—¿Por qué no puedo bajar? —preguntó molesta a sabiendas de que él había estado.

—Primero, tu hermano no lo permitiría y segundo, sería incapaz de tenerte ahí abajo e ignorar mis instintos. Lo que quiere decir que acabarías follada y sudada.

—No me parece un mal plan —aseveró ella encogiéndose de hombros.

—Si estás dispuesta a preparar mi funeral, no, no lo es. Ponte el cinturón antes de que decida mandar esa comida a la mierda y hacerle caso a mí polla.

Kiara miró dicharachera el abultamiento que comenzaba a formarse en el pantalón de Enzo. ¡Se había empalmado con imaginarla allí abajo! Fuera lo que fuese que había allí, pensaba adivinarlo, algún día.

Bailando con el amor | Erótica + 18 | Parte 3/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora