Capítulo 31 Parte 2/2

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La paciencia es la fortaleza del débil, y la impaciencia, la debilidad del fuerte. - Immanuel Kant.

***

A la mañana siguiente…

Enzo abrió los ojos con cierta pesadez. Se había despertado en un par de ocasiones, pero había decidido quedarse en la cama, oliendo las sábanas donde dormía habitualmente Kiara, porque para ser sinceros, no tenía nada mejor que hacer. Un día cualquiera se hubiera levantado para entrenar o ir a trabajar, pero teniendo en cuenta su noche y su estado deplorable quedaba totalmente descartado.

—Vamos dormilón, tienes que comer.

La alegre voz de la mujer le llegó como un dulce bálsamo que necesitaba. Levantó la cara de la almohada y se deleitó con su mera presencia. Kiara estaba arreglada, lo que le hacía intuir que una vez más había trabajado desde casa, pero lo que llamó poderosamente su atención fue la bandeja que portaba. No había escatimado en nada. Agua, un bol con una crema, un filete vuelta y vuelta, un par de piezas de fruta y una flamante pastilla que sin duda necesitaba. El dolor de cabeza había remitido, en cambio la sensación punzante en las heridas no.

—¿Otra vez trabajando desde casa? —preguntó mientras se sentaba en la cama y recibía la bandeja sobre sus piernas.

—Volveré. Más pronto que tarde —respondió acomodándose sobre el colchón y ofreciéndole el vaso de agua — ¿Cómo te encuentras?

—Preciosa, no va a acercarse a ti. Tienes mi palabra.

Kiara tragó con cierta dificultad. Era obvio que eso la preocupaba. Encontrarse con Rodrigo era algo que quería evitar a toda costa y por ahora, la única manera que encontraba para ello era vivir escondida. Guardó silencio ante la intensa mirada de Enzo y se centró en sacar la pastilla del envase para ofrecérsela.

—Todavía no me has dicho cómo te encuentras —insistió colocando su mejor sonrisa.

—Mejor. Al menos, parece que el pájaro carpintero ha dejado de trabajar —murmuró tragándose el medicamento —. Gracias por la comida, tiene muy buena pinta.

—Pues como diría mi madre, mejor sabrá.

Ella le acercó el bol para instarlo a que empezará a comer, lo que provocó una sincera sonrisa en el policía. Jamás había tenido la oportunidad de estar así con Kiara, un detalle y gesto tonto que se le tornaba de lo más íntimo y que le complacía enormemente.

—¿Tú no comes?

—Son casi las cuatro de la tarde —dijo dejándolo sorprendido. ¿Tanto había dormido? — He comido hace un rato. Ha llamado Dorian, quería saber cómo estabas.

—¿Se lo has dicho? — Ella asintió sin darle demasiada importancia — No me gusta preocupar a la gente cuando no es necesario.

—Supongo que es uno de los motivos por el que anoche no me llamaste. Come.

El rubio probó la crema y sorprendido gratamente por su sabor se llevó una segunda cucharada a la boca. Iba a resultar que Kiara, además de una buena y excelente amante, también iba a ser una estupenda cocinera. En silencio siguió comiendo bajo la atenta mirada de la fémina que sonreía fascinada. La adoraba, pero lo atormentaba a partes iguales. Él jamás hubiera avisado a Dorian de un incidente laboral de aquel calibre, pues era parte de su trabajo y ya estaba familiarizado con ello. Odiaba dar explicaciones de su vida, motivo por el cual vivía alejado de su familia, con la cual hablaba muy de vez en cuando.

—Oye, siento no haberte llamado —admitió comenzando con el trozo de carne que tenía sobre el plato — No podía imaginarme que estuvieras despierta, de haberlo sabido lo hubiera hecho.

Bailando con el amor | Erótica + 18 | Parte 3/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora