Capítulo 43

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No existe el amor, sino las pruebas de amor, y la prueba de amor a aquel que amamos es dejarlo vivir libremente. - Anónimo.

***

Aquello era volver y hacerlo a lo grande. Llevaban mucho tiempo sin acudir al club. El primer motivo, era que ambos se habían acostumbrado a su vida de pareja, el segundo que los horarios dispares de Enzo no les permitía acudir tan regularmente, por lo que acudían esporádicamente algún sábado y el tercero, que ambos habían descubierto que podían jugar entre ellos con el poder de su imaginación, por lo que tampoco lo habían echado de menos, pero hoy era otro cantar. Enzo se lo quería dar todo. Llevaba tantos días masturbándose con su recuerdo que hoy la iba a disfrutar en cuerpo y alma.

Los dos avanzaban por el vestíbulo y ambos lo hacían con ese gusanillo de lo prohibido. Allí no solían verse demasiadas parejas. Casi siempre las personas que acudían al club eran personas libres, personas que disfrutaban con el sexo sin amor, tal y como ellos lo hicieron alguna vez. Sin embargo, ahora era impensable para ellos acudir solos, además de una norma marcada en su noviazgo, aún así, en aquellas dos semanas a ninguno se le había pasado por la cabeza pasarse por allí, porque el cariño y el respeto hacia el otro era superior a cualquier necesidad que les pudiese surgir.

—¿Qué tienes pensado?

—Vamos a las termas.

Las manos ansiosas de Enzo viajaban por el cuerpo de Kiara, buscando un pedazo o un trozo de piel al que poder tener acceso.

—¿Y una vez allí?

La pareja accedió al lugar indicado sin problemas, pues el único requisito para subir era llevar en el club al menos cinco años, el cual ambos cumplían. Se desnudaron y pasaron a las duchas, donde inevitablemente comenzaron a tocarse.

—Una vez allí estoy dispuesto a compartirte —respondió deslizando la pastilla de jabón por el cuerpo de la mujer —. Con hombres o con mujeres, lo que prefieras. Estoy dispuesto a todo.

Kiara sabía que Enzo no se cerraba a nada. Los dos habían jugado con anterioridad y aunque él no tenía relaciones con otros hombres, jamás se había negado a que participaran para darle placer a ella o a cualquier otra fémina que entrase en la ecuación. Jadeó al sentir los dedos del rubio paseando por su vulva y lo miró expectante.

—Ponme un límite. Estoy tan excitada ahora mismo que podría quedarme aquí durante horas.

—Gatita, no hay límites. Pienso follarte las veces que hagan falta hasta saciarte.

Ella sintió como la boca se le secaba ipso facto y como su vagina se contraía ante tal promesa. Dos semanas sin sexo habían sido suficientes para ambos y hoy pensaban resarcirse. Se movieron por la estancia y accedieron a las famosas termas. Enzo llevaba mucho tiempo sin subir allí, pues realmente con las salas "principales" y más "usuales" tenía suficiente y para Kiara era su primera vez. Ella siempre había acudido con el rostro cubierto por una máscara, complemento que allí arriba no estaba permitido, por lo que ni se lo había planteado, pero ahora ya no tenía la necesidad de esconderse, de tapar su identidad…

—Dame un número —solicitó él plantandose tras ella y pegando la erección a la parte baja de su espalda.

Kiara miró a su alrededor. En verdad no había diferencia con el resto de las salas que sí había visitado. Grandes y pequeños grupos practicaban sexo sin limites, sin esconderse, en libertad… Inevitablemente se fijó en el chico que estaba en el centro de la piscina maniatado y al que se acercaban personas a nado para tocarlo y realizarle una felación, mientras que su compañero se limitaba a observarlo todo desde el otro lado.

Bailando con el amor | Erótica + 18 | Parte 3/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora