CAPITULO 7

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CHARLOTTE

Sus ojos seguían aun en mi mente, eran tan fríos como si estuviera muerto en vida.

—Pobre Aurora…

Parpadeé cuando sentí un leve ardor en mi rostro, recordé lo sucedido, por lo que me levanté con brusquedad para observar mi alrededor.

”¿Dónde… estoy?”

—Tranquila, estamos en la enfermería —susurró Madi con una sonrisa. Me toqué mi mejilla con la yema de mis dedos; sentí un leve ardor. Al cerrar mi ojo, me dolía mucho más—. Lo siento, no pude hacer nada por ti. —Bajó su rostro apenada.

—No podías hacer nada, es Dominick, y el error de esta chica fue golpear a su zorra favorita —reprochó la voz de un chico castaño acercándose con alcohol y algodón—. Tardará al menos toda la noche en sanar. —Puso alcohol en el algodón para después colocarlo en mi mejilla lastimada.

—¡Auch, oye! —reproché porque me dolía.

—Quédate quieta —dijo serio para colocar de nuevo el algodón en mi mejilla mallugada

—¿Quién eres?

—Soy Lucían —contestó.

—Soy Aurora —me presenté—¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

—Ya son las cinco de la tarde.

—Espera, ¡¿qué?! —Me levanté de la camilla de prisa —Mis padres van a matarme.

—Quédate quieta, que no me dejas terminar.

—No puedo, hoy tengo una reunión con mi familia —informé precipitada. —Debi irme.

—¿Reunión? —repitieron ambos sin entender.

Mi vista viajó al chico que estaba al lado de Madi; me extrañó porque sentí en él la esencia del rango de beta.

—¿Por qué tienes rango de beta? —dije para que me dejara en paz

—Nuestra manada fue destruida por Hollow city y mi alfa murió —respondió como si fuera algo sin importancia—. ¿Y tú nos dirás quién eres? Porque solo un alfa es capaz de derribar a otro alfa.

“Ay maldición”

Había metido la pata, y mucho, ellos me vieron.

Aún dudosa de mi decisión, tomaría el consejo de Jonathan y enfrentaría mis problemas, pero no sola.

—Ay mis papás me van a matar —mascullo para mi misma. Al verlos a la cara me di cuenta que esperaban una respuesta —Les diré la verdad, pero con una condición.

—¿Cuál? —inquirió Lucían.

—Acepta ser mi beta.

—¿Por qué habría de aceptar eso?

—Porque ambos huelen a errantes. Necesitan una manada para sobrevivir.

Él pareció meditar mi propuesta.

Yo no confiaba en nadie, pero Madi era una buena persona. Si ella era así, su mate también lo es.

—¿Acaso quieren vivir toda su vida exiliados?

—Claro que no, pero…

—No sería mala idea —interrumpió Madi. —Y si es contigo, sé que podremos confiar en lo que digas

Lucían la observó.

Debía demostrarles que podía confiar en mí. Miré mi brazalete con temor. Suspiré. Lo tomé para sacarlo de mi muñeca y les dejé ver mi verdadera esencia; mi cabello se volvió blanco, mis ojos verdes y mi piel pálida como un muerto, como la de un vampiro.

Sangre de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora