CAPITULO 12

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Parpadeo un par de veces antes de abrir mis ojos y noté que todo estaba oscuro, entonces recordé que me quedé dormido pensando en Charlotte. Me senté y miré el desorden que hice anoche en mi habitación.

”A veces ni yo mismo puedo controlar mis demonios internos”.

Observé el desorden que había causado y luego el reloj, que tiré. Era tarde para ver a Sofía. Tomé una ducha rápida, salí de la casa y busqué a Edgar, pero no logré encontrarlo. Lo más seguro es que estuviese molesto. Todavía no quería hablar conmigo. Lo entendía, pero él no debió tocar ese tema. Me dirigí hacia el parque de Hollow city,; ahí estaba la que pequeña Sofí. Ya estaba sentada en la misma banca esperándome. Parecía decaída. Cuando me acerqué, ese decaimiento desapareció.

—¡Domi! —Me abrazó feliz.

Sofía era una niña de ocho años muy alegre conmigo. Era la única persona a la cual que le demostraba tanto afecto. No sabía por qué, pero ella lograba calmar ese dolor que sentía siempre.

                                          TRES AÑOS ATRÁS

Me encontraba sentado en una vieja banca del parque del pueblo pensando en los dos años desde que Samanta fue asesinada. Nunca supe quién fue, ya que la persona que la asesinó se aseguró de no haber dejado ningún rastro. Realizó su trabajo muy bien. Sentía que me volvería loco si permanecía más tiempo en la casa encerrado, así que decidí salir y despejar mi mente. Desde su muerte, me alejé de la gente y de todos. Me volví frío y despiadado. Nada me hacía feliz, ni siquiera asesinar.

—¿Pol qué piensa tanto? —Una voz infantil llamó mi atención al oírla a mi lado.

—¿Qué?

Mis ojos vieron a una niña de cabello negro liso, blanca y de ojos algo verdosos.

Con gran confianza, se sentó a mi lado y miró a los demás niños jugar.

La gente se asustó al ver a la niña a mi lado. Una mujer trató de llevársela, pero ella se negó así que vi a la mujer de forma amenazante para que se largara..

—Señol, ¿pol qué piensa tanto?

—Porque eso ayuda mucho. Si tú pensaras más, podrías decir bien señor y no decir señol —agregué molesto olvidando que era tan solo una niña.

Ella empuñó sus diminutas manos algo molesta.

Creí que me pasé, ya que era una niña muy pequeña y no era forma de hablarle así.

—Si hablo así, es polque solo tengo cinco años —respondió con una sonrisa.

No supe cómo, pero al entablar una conversación con la pequeña se extendio sin que lo viera venir, ella permaneció a mi lado hasta el atardecer.

                                             ACTUALIDAD

Desde entonces, siempre la visitaba en este parque todas las tardes, pero lo extraño era que nunca había visto a sus padres. Pensé que era de otra manada, pero lo descarté porque no tenía ninguna marca que la identificara. Un día traté de llevarla a su casa, pero se negó, de manera que pensé que alguien andaba con ella.

Desde hacía tres años siempre le regalaba algo para su cumpleaños.

A partir de allí, me propuse a ayudarle a hablar mejor y al final así fue,, ahora sí lo hace.

—Pensé que no vendría, Domi.

—Lo siento, tuve una mala noche —me excusé.

—Bueno. ¿Y cómo le fue ayer? —inquirió ansiosa.

Empezamos a hablar.

Luego de una hora, la invité a jugar un poco. Así me pasé todo el día con ella, ya que no deseaba ir al instituto. Había decidido quedarme con Sofí su compañía era acogedora y reconfortante; de alguna forma lograba hacerme feliz con su sonrisa.

“Me recordaba a ella”

—¿En dónde estuviste? —preguntó Edgar al verme llegar.

—Con Sofí.

—Mmm, ya.

—No creo necesitar una luna si tú pareces mi mujer —dije con burla.

—Ja, ja, sí, cómo no —espetó molesto por mi broma.

—¿No crees que ella es huérfana? Nunca la has visto con sus padres y es raro que la dejen hasta altas horas de la tarde con un hombre que no es su padre.

—Sí tiene familia, ella me lo dijo.

—¿Y  le creíste?

—Claro que sí. Sofi no me mentiría.

—Si tú lo dices… —ladea una sonrisa burlona

—Por cierto, encarga una tarta de mora para mañana. Espero que su regalo esté listo.

—Todo está listo, Dominick. Ah, también quería decirte que tienes una reunión mañana con Jonathan.

—Está bien. ¿A qué hora?

—Diez de la mañana.

—Bien. Tomaré un baño. Dile a alguna empleada que prepare algo de cenar; tengo hambre.

—En veinte minutos haré que la suban a tu habitación. —Se perdió en el pasillo.

Mañana era el cumpleaños de Sofí.

Le dije que me esperara en la tarde, así iría sin problemas a la reunión con Jonathan sin ningún contratiempo.

“Espero verte mi luna”

Pensar en su sonrisa me hacía sonreír aunque nunca ha sonreído para mí.

—Gracias por aceptar la invitación, Dominick. —Jonathan estrechó mi mano.

—Fue extraño que me llamaras —respondí al recordar que nuestra última conversación terminó en discusión. —Supongo que es importante.

—No estás asistiendo a clases, ¿o sí? —preguntó con algo de burla.

—Tengo algunos pendientes y no tengo tiempo para eso. Además, sabes que lo hago por diversión.

—Sí, solo creí que era broma que aún asistías al instituto.

—¿Qué es lo que quieres, Jonathan? Porque supongo que no me llamaste para hablar de mi vida.

—Iré al grano. —Tomó asiento, de forma que imité su acción—. Necesito que hagas algo por mí.

—¿Y por qué habría de ayudarte? —Me reí, ya que no tenía razón por qué ayudarle.

—Si no lo haces por mí, hazlo por Charlotte. —Dejé de sonreír al saber que se trataba de ella—. Sabes que en Dark Moon permitimos que vampiros vivan entre nosotros, pero desde que saben de Charlotte; empezaron a pedir asilo más vampiros y según nuestro acuerdo con el rey, no puedo negárselos.

—Al grano, Jonathan.

—Quiero que mis hijos se queden contigo por un tiempo hasta que descubramos la causa de por qué tantos vampiros vienen aquí.

—¿Y por qué yo? Tu hija me odia, ni siquiera puede verme a unos metros.

Sangre de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora