En el trayecto hacia el hogar de Dominick vi que Hollow City era casi parecida a Dark Moon, pero sus edificaciones era distintas a las nuestras. Cuando estuvimos frente a la casa, pude observar que algunos empleados esperaban nuestra llegada.
—¿Lista? —preguntó Dominick serio. —Das miedo con esa expresión sabes.
—¿Yo? —su tono irónico me fastidia —Al menos sonríe, que te harás más viejo de lo que ya eres
—Si no te has dado cuenta, soy un hombre mayor y aún soy joven.
Su sarcasmo fuera de lugar solo me alteraba. No sabía cómo tratar con él después de lo que había pasado y siempre me molestaba todo, más sus cambios de humor.
—Buenas noches —saludé.
—Buenas noches, luna Charlotte —respondieron los empleados sonrientes.
—No, no, yo no soy su luna…
—No abrumen a su luna y mejor preparen la habitación que les pedí —ordenó Dominick.
—¿Por qué les dijiste que aún soy su luna? —cuestioné disgustada. —No debiste hacerlo.
—Algo que debes saber, cielo, es que todavía eres la luna de una manada. Ellos lo sabrán con solo verte. Desde que te vi, la conexión entre nosotros se enlazó así que pueden saber quién es su Luna con solo olerte a kilómetros de aquí. Todo se activó como un clic —explicó cerca de mi rostro. —Así que no me culpes por todo.
Eso nunca lo mencionó Jazmín.
Besó mis labios haciendo que me horrorizara, se adueñó de mi mano, guiándome hasta dentro de la casa. En serio me desquiciaba su bipolaridad. Él me dijo que no me moviera, que subiría para corroborar que mi habitación estuviera preparada, pero pasaron los minutos y empezó a tardarse, así que subí. Le desobedecí porque lo único que quería era dormir.
—¿Por dónde será? —me inquirí al verme perdida. Encontré una habitación muy espaciosa, por lo que entré y me tiré sobre la cama, que era muy cómoda—. No creo que le importe si tomo esta habitación para mí —murmuré.
El silencio era lo único que me acompañaba. Podía escuchar el canto de los grillos afuera mientras asimilo que desde ahora viviré en su casa por un corto tiempo.
Cris debía estar con Sofí y Dominick de seguro estaba buscándome al ver que no estaba abajo. Me reí al imaginar su cara molesta y agria por haberlo desobedecido. El recuerdo de ese beso que le correspondí en mi antigua habitación invadió mi mente, haciéndome sonreír con nostalgia. Mis ojos empezaban a sentirse pesados a causa del sueño. Me moví en la cama y pensé que no sería tan mala idea darle la oportunidad.
DOMINICK
—¿Por qué demonios no pudo obedecer ni una maldita orden?
Su habitación estaba lista, pero al bajar ella ya no estaba en donde la dejé. Ya tenía cinco minutos buscándola y nada que la encontraba. Su hermano Cris se había ido junto a Sofí y se durmieron juntos. No los desperté y los dejé dormir. Cuando bajé por Charlotte, ella ya no estaba. Siempre encontraba la manera para sacarme de quicio.
—Edgar, ¿has visto a Charlotte? —le indagué a Edgar cuando lo encontré en el pasillo.
—Oh, sí. Está en tu habitación dormida.
Al principio, creí que me mentía y me reí, pero me dijo que era en serio, de modo que pensé que tal vez aún no sabía que era mi habitación. No me imaginé que fuera a parar a mi recámara. Me dirigí hacia allá. Cuando estuve frente a la puerta, la abrí para luego encender la luz. Ahí estaba ella durmiendo placenteramente sobre mi cama.
—Pero que pecado tan exquisito, eres tan…
Me acerqué con cuidado para no despertarla. No permitía que nadie entrara a esta habitación, solo la empleada que lo limpiaba y que lo ordenaba todas las mañanas. ¿Cómo le decía a ella que no podía hacerlo si era mi mujer ante los ojos de la madre luna? Observé su rostro; la mejilla que yo le había lastimado estaba sana. Me carcomía por dentro la culpa de haberla golpeado. Si en verdad quería conquistarla, debía empezar por contarle toda la verdad. No sabía cómo explicarle lo de Samanta. Era extraño que no se percatara de su aroma aquí y me reclamara, pero lo más seguro era que estaba cansada.
Se movió dormida para después quedar bocabajo. Su espalda aún no se había sanado por la herida del vampiro. Quería ver si no quedaron cicatrices. Levanté un poco su blusa para ver que la herida ya no estuviera, pero lo que mis ojos vieron no tenía palabras para describirlo. Su espalda estaba llena de cicatrices por cada espacio que miraba; esas heridas se veían grandes y profundas. Me quedé mudo.
Mi saliva curaba heridas recientes de mi mate, pero estas eran demasiado profundas y viejas. Tendría que morderla mientras la hacía mía para borrarlas. ¿Qué fue lo que le ocurrió? Jonathan era incapaz de hacer esto, pero estaba seguro de que él sabría lo que le sucedió.
Apagué la luz para poder acostarme junto a ella porque no me iría a otra habitación, me acomodé a un lado para no molestarla y cerré mis ojos preguntándome sobre su pasado y qué es lo que yo no sé de ella, pero los volví a abrir al sentir su cuerpo cerca del mío; se acomodó en mi pecho y dejó salir un suspiro acompañado de una sonrisa.
Sonreí al ver lo cómoda que estaba sobre mí. No sabía cómo la diosa luna me había otorgado a una mujer como ella a pesar de su carácter y su necedad; ella es todo lo contrario a mis deseos de una mujer ideal. Sin embargo, la veía como perfecta para mí.
—Buenas noches, mi hermosa luna. —Besé su cabello. —Duerme tranquila que yo estoy contigo de ahora en adelante.
Me desperté al sentir hilos de cabello sobre mi rostro. Muevo mi nariz incómoda porque me hacía cosquillas, cuando vi a Charlotte, ella aún seguía dormida sobre mi pecho. Me levanté para prepararme, ya que hoy debía avisar que había asamblea y también debía anunciar sobre los vampiros. Charlotte tenía que ir conmigo como mi luna. Después de unos minutos, salí. Ella todavía dormía y se hacía más tarde.
—Charlotte, despierta. —La moví para despertarla. —Charlotte…
Se levantó con rapidez y miró a todos lados, hasta que sus ojos se detuvieron en mí, reparándome de pies a cabeza. Levantó su dedo índice sin despegar su vista de mí.
—Es mejor que me digas qué haces con una toalla en mi habitación antes de que te asesine, lobo depravado. —Se alejó de la cama. —Tus últimas palabras lobo enfermo.
—Deja el drama quieres, tú, te dormiste en mi habitación y yo también estaba cansado. Solo porque estabas aquí yo no dormiría en otro cuarto, y no me veas así que es tu culpa; eso pasa porque no obedeces —contesté mientras sacaba mi ropa del armario. —Date prisa que no quiero llegar tarde.
—¿Qué es eso? —Me ignoró para acercarse al armario y ver la ropa Samanta—. ¿Por qué el aroma de una humana está mezclado en esta ropa?
—No es nada de lo que te interese —espeté cerrando el armario de golpe. —Así que deja de hacer tantas preguntas.
Quedó perpleja por mi cambió de actitud y se dirigió a la salida, pero detuvo sus pasos.
—Mira, Dominick, puede que seas mayor que yo, pero no soy estúpida para no darme cuenta de que tomaste por luna a una maldita humana —masculló con enojo y decepción—. Todo este tiempo esperándote… cuando tú como una estúpida mientras, tú estabas revolcándote con… —Sus palabras llenas de decepción me dolían de verdad, pero no hallaba las palabras para explicarle lo que pasó—. ¿Sabes qué? —Levantó las manos—. Pensaba darte una oportunidad, pero veo que ya no me necesitas. Que estúpida soy. Pierdo mi tiempo contigo.
—Charlotte…
—Solo terminemos con esta situación y me iré con Cris. —Sonrió de lado cansada—. Madi tenía razón, debí buscar a mi pareja eterna —susurró lo último con dolor para luego dejarme solo. —No mereces una oportunidad.
“¿Por qué todos se empeñaban en separarme de ella?”
Me senté sobre la cama en shock, sentí que me acuchilló con sus duras palabras que fueron más a un adiós.
Si esto continuaba así, la perdería.
ESTÁS LEYENDO
Sangre de Luna
WerewolfCharlotte es una chica con un pasado oscuro que la marcó de por vida. Al cumplir los dieciocho sus padres decidieron que ya era hora de que Charlotte llevara una vida normal como cualquier adolescente, pero al entrar al instituto encontraría al que...