CAPITULO 34

885 42 2
                                    

No entendí de quién hablaba.

—Después de que te desmayaras por haberte mordido cuando te hice mía, ... yo me quedé despierto. Me levanté un momento para ir al baño, pero me percaté de que alguien nos espiaba por la ventana. —guarda silencio. —Salí y lo perseguí antes de que escapara, pero no pude encontrarlo. Volví a la habitación y me dormí a tu lado. Cuando desperté, aún seguías dormida. Te estaba observando mientras dormías cuando Edgar llegó para decirme que uno de mis guardias capturó a alguien en los bosques. Creímos que era el sujeto que vi por la ventana, pero no lo era. Aprovechó la confusión al hacernos pensar que era a él a quien habían capturado mis hombres, cuando en realidad era una de las nuevas doncellas de Verónica.

—¿Es por eso que no llegaste cuando te esperé?

—Lo lamento. —Agarró mi mano y dejó un beso en mis nudillos—. Estuvimos todo el día buscándolo, pero no hallamos rastros de él. Por eso me tardé.

Me sentí más aliviada y culpable al saber lo que había sucedido en realidad.

Mi mente me engañó haciéndome pensar que Dominick solo había jugado conmigo.

Otra vez sentí el mismo aroma, pero más fuerte, así que me dirigí con prisa hacia la casa y Grande fue mi sorpresa al entrar y ver a Amber, la muy desgraciada se encontraba sentada muy relajada en el sofá pequeño frente a Cris y Sofi con una enorme sonrisa. No obstante, cuando me vio, hizo una mueca de desdén.

—¡Mamá! —Sofía corrió hacia mí.

—Charlie, esa bruja nos está corriendo diciendo que esta es su casa y que si no nos íbamos nos mataría —dijo Cris algo asustado.—Nos está echando de la casa de Dominick.

—¿Eso te dijo la zorra?

—¡¿A quién le dices zorra, gorda inmunda?!

—Mucho cuidado con cómo le hablas a tu luna, Amber, ¿o es que no sabías que ahora soy la luna?

La soberbia que destilan mis palabras la hicieron enfadarse porque me estaba desafiando con solo cambiar el color de sus ojos.

—¡Eso no es cierto! Dominick jamás te aceptará. No eres la mujer que él desea. Tú no eres su luna.

Se levantó cabreada pero disfraza su enojo con una expresión burlesca.

—Claro que es mi luna, Amber, y todos lo saben. —Dominick entró—. Es su lugar. Nadie, y menos tú, se lo quitará.

—P-Pero tú me prometiste que yo sería tu luna.

—No recuerdo tal promesa. —La contempló sin ninguna emoción en su rostro. —Y si no recuerdo, entonces no pasó.

—¡Ni te creas tanto, gorda, —gritó furiosa — Así como me usó, te usará a ti! Cuando se aburra, me buscará como siempre lo hace.

—Cuando es la chica correcta, un hombre jamás la verá como un pasatiempo, algo que tú fuiste, un pasatiempo mientras no estaba y ahora que estoy yo... —chasqueo mis dedos con poca paciencia —A llorar a otra parte zorra.

Me cansaba de escucharla decirme gorda. Aunque fuera cierto, odiaba que me llamara así. Me hacía acomplejarme de mi cuerpo y lo odiaba porque en este mundo existen personas insesnsibles que te llaman gorda o gordita sin pensar en los sentimientos de esa persona que tal vez sufre por dentro y no puede demostrarlo por eso la rabia me consumía cuando me recordaban que mi cuerpo no era delgado.

—Nunca vuelvas a llamarme zorra chanchita pegui.

—Estas muerta.

Sin que me viera, aparecí frente a ella tomándola del cuello. La expresión de rostro me fue tan satisfactoria porque no esperaba que tuviera la velocidad de un vampiro.

—Puedes llamarme como desees, pero sé que estás dolida porque yo tengo lo que tú deseabas —le recordé. Estaba tan ardida y por eso me aproveché de su ira—. Si te vuelves a acercar a esta manada o si lastimas a mi familia, te arrancaré la cabeza, Amber. Eso te lo juro.

Sin soltarla la lleve hacia la entrada y la arrojé como si fuera basura pero usé la suficiente fuerza para causarle un gran impacto al caer. Cuando cayó al suelo, empezó a toser.

Me lanzó una mirada llena de odio.

—¡E-Esto no se quedará así, ¡me pagarán por esta humillación!

—Cuando quieras —la reté. —Sabes dónde encontrarme.

Tomó la forma de una loba café con manchas negras y echó a correr hacia el bosque. Aunque se fue, no me podía calmar. Quería destrozar cualquier cosa que tuviera frente a mí. Sentía mi garganta seca; me preocupaba que mi sed de sangre hubiera despertado y me asusta porque no me había pasado antes.

—Charlie, ¿estás bien? —Dominick se acercó. —Oye...

—Estoy bien —mentí. —Solo déjame sola.

—No es cierto. Mira tus ojos; uno es rojo y el otro es azul.

Creí que era una broma de mal gusto, pero al ver mi reflejo en un cuadro, vi que era cierto. Mi sed por sangre había despertado y mis ojos me lo confirmaban pero lo confuso es que uno era del color de mi loba.

—Necesito salir de aquí. —Empecé a caminar hacia al bosque.

—¿A dónde? —dijo preocupado

—Dominick, necesito saciar mi sed de sangre. —Lo observé asustada. —No quiero lastimar a alguien.

—Espera.

Estaba por irme, pero sujetó mi brazo y me detuvo. Lo miré confundida, ya que llamó a una de sus empleadas.

—Maritza, lleva a los niños a su habitación —le ordenó— Y tú ven conmigo.

Me llevó hasta su habitación.

¿Qué pretendía? ¿Acaso no veía la gravedad de mi situación?

Me hizo a un lado para echarle seguro a la puerta, me tomó de mi cintura y me sentó sobre su regazo.

—Debes beber mi sangre para saciar esa sed. —explicó mientras hace a un lado el cuello de su camisa. —Bebe de mi.

—¿Por qué precisamente debe ser la tuya?

—Aunque bebas de otro ser, no servirá, solo hará que tu sed por sangre aumente y eso solo empeorará tu estado. —Me acercó más a su cuello. —Hazlo.

Tragué en seco al ver que se estaba ofreciendo como comida. Dudosa lo observo porque no quería lastimarlo pero mi garganta me quemaba como si estuvieran desgarrando por dentro al escuchar la palpitación de la vena que conecta a su corazón.

Escuchaba su corazón palpitar a un ritmo diferente al mío y podía oler su aroma dulce. Mis colmillos salieron solos, dispuestos a rasgar su piel hasta saciarme por completo, pero tenía una duda.

—¿Cómo sabes tanto de esto? —Me alejé un poco para verlo a la cara —Sobre vampiros.

—Mi madre era vampiresa y mi padre hizo lo mismo con ella. —Besó mis labios para volver a acercarme más a su cuello. —No tengas miedo y hazlo.

Acaricié su cuello con la yema de mis dedos, justo donde debía morder sobre su vena, me acerqué aún más y aspiré su aroma. Me encantaba tanto. Lamí un poco para mojar su piel y la rocé con la punta de mis colmillos. Un suspiro salió de su boca y me pegó más a él. Me reí un poco al ver lo que le provocaba. Abrí un poco mi boca y empecé a enterrar mis colmillos intentando no lastimarlo pero al probar la primera gota terminé haciéndolo de golpe; perforé su piel y oí un quejido de su parte.

Quise alejarme vi que le dolió, pero él no me lo permitió y me pidió seguir. La sangre empezó a pasar por mi garganta. Al principio sabía a hierro, pero cambió de sabor con lentitud. Era tibia y dulce. Succioné más fuerte al sentir su dulzura. No me había dado cuenta de que lo debilitada debido a que estaba emocionada de comer de esta forma y disfrutar su sabor era exquisito.

Sangre de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora