CAPITULO 49

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                                 SOFÍA

—Esto no debió pasar jamás. ¿Por qué? Él no debía aparecer. ¿Por qué me haces esto, madre luna?

Lloraba en silencio en mi cuarto, no por su desprecio, sino porque no tendría la oportunidad de tener una vida propia junto a él. Aunque me viera con tanto desprecio, sabía que me ganaría su amor. Al principio pude ver algo de sentimientos en sus ojos hacia mí, y eso me ilusionó Pero recordé la verdadera razón de mi existencia en este tiempo; y el amor no me está permitido para mí, me duele porque en el pasado es lo que más anhelaba y ahora debo renunciar a él, y debo encontrar la forma de hacerlo porque él de alguna forma hizo estable la conexión de mates que ahora me mataba por dentro.

No sabía cuánto tiempo llevaba encerrada.

No quería ver a nadie. Sólo quería pensar en la forma de rechazarlo, sé que no le va a importar pero a mí sí me importa y mucho.

Cuando desperté, me levanté y cerré con seguro mi puerta después de volver de la casa de la familiaWidnel, aunque sabía que tarde o temprano mamá y papá abrirían la puerta a la fuerza. Ellos querían darme mi espacio, y lo agradecía. No obstante, mamá no se quedaría esperando por mucho tiempo.

Me reí por dentro, ya que ella nunca cambió al igual que papá, eran los mismos de siempre haciéndome revivir todo el tiempo muchos recuerdos del pasado.

—Ya saben, la luna ordenó que un joven rubio no puede acercarse a su hija —escuché la voz de María, la mujer que me abandonó en los bosques a los tres años. —De ninguna forma lo permitan.

ignoro lo que está pasando afuera al no desear sentir este dolor que se instaló en mi pecho después de esa noche.

Acuné mi rostro sobre mis rodillas mientras las lágrimas salían sin permiso.

Mi estómago empezaba a exigir comida por permanecer encerrada tanto tiempo, pero yo no me quería levantar. Otra vez empezó a crujir más fuerte, así que me levanté en contra de mi voluntad, aunque pareciese una mendiga bruja, bajaria para buscar algo de comer en la cocina. Escuché de nuevo la voz de María y la de alguien más, de manera que abrí la puerta. Lo primero que vi fueron dos guardias cuidando la entrada de mi habitación.

—¿Qué hacen aquí? .

—Señorita Sofía, no puede salir —argumentó uno de ellos. —Vuelva a su habitación por favor.

Me pareció absurda su respuesta.

—¿Por órdenes de quién? —pregunté sin ganas.

—Son órdenes de nuestra luna.

—Es absurdo —susurré molesta. —Mi madre no llegaría tan lejos.

Al dar un paso hacia el frente, ellos tomaron mis brazos y trataron de meterme en mi habitación, pero tenía hambre, de modo que golpeé sus partes y salir corriendo. Me urgía comer. El otro guardia me soltó al caer al suelo retorciéndose de dolor. Por su descuido, salté sobre ellos y corrí en dirección a la cocina antes de que vinieran por mí. Miré hacia atrás para asegurarme de que no los tenía pisándome los talones. Al cerciorarme de que nadie me seguía, volví a ver al frente, pero choqué contra alguien y caí sentada sobre el piso de madera.

Cuando sentí esa esencia, mi cuerpo se estremeció por completo. Su aroma a vainilla me invadía por completo. Mi corazón empezó a latir con rapidez por los nervios. Levanté mi vista y tragué en seco al ver su mirada penetrante sobre mí.

«¿Qué hace aquí?».

No podía dejar de admirar cada facción de su rostro. Era tan hermoso y perfecto. Era como un ángel.

—Ay, no, si la luna se entera... —articuló Maria asustada al verme fuera de mi habitacion—. Señorita Sofía, vaya a su cuarto —pidió alarmada. «¿Señorita? ¿Y a esta qué mosca le picó? ¿Desde cuándo me trata con tanto respeto?»—. Y usted, joven, será mejor que se vaya de aquí. Evite problemas con nuestra luna.

Contemplé a Frederick; él solo frunció el ceño por lo que le pedía.

Me tomó de la mano, y me ayudó a levantarme pero me quedé en shock cuando me apego a su cuerpo, reaccionando casi de inmediato me alejé de él, no sin antes quitar sus manos sobre mí.

Tragué saliva al ver su cara. Era tan lindo. Tenía ojos azules. Era un chico muy bien dotado de cuerpo.

"Es como siempre soñé que sería mi pareja"

Pero recordé que no me quería y creo que esa es la mejor opción, es mejor que sea así, tal vez lo encontré pero la madre Luna se encargó de qué me odiara para que no olvidara mi objetivo en esta vida.. Ahí estaba otra vez esa mirada llena de amor por unos segundos que me ilusionaban, hasta que volvía en sí para mirarme con desprecio.

—Por favor, niña Sofía.

Me burlé al ver que se le dificultaba hablarme de usted y más decirme niña, recuerdo que antes yo moría por algunas muestras de cariño de su parte. Ahora lo encuentro absurdo.

—Tengo hambre. —No miré la cara de mi mate. —Iré por algo de comida.

—Enseguida le subiré comida, pero regrese a su habitación.

Me parecía extraño su comportamiento, nunca me había hablado con tanto respeto, pero eso era lo de menos para mí ahora.

—No, iré a la cocina para comer. Después me encerraré en mi habitación. —Seguí mi camino, hasta que una mano me tomó del brazo, deteniéndome. —Suéltame.

—¿Acaso estás así por lo que dije?

—Eso no te importa —respondí fría e intenté soltarme. —¿Qué te pasa ahora?

—¿Por qué hasta ahora?

—¿Eh? — Dije confundida —De qué diablos hablas ahora?

—Te esperé después de mi transformación hace veinte años. ¿Por qué hasta ahora?

—Es lo que me pregunto yo, ¿por qué hasta ahora? Cuando te esperé por más años que... —Me solté de su agarre al ver que será inútil decirlo porque no me creerá. —María , quiero mi comida tan rápido como sea posible —ordené. —Si no iré yo misma por ella.

—En unos minutos la llevaré.

—La comida chatarra te puede engordar.

—¿Y? Así tendrás más motivos para despreciarme aún más. ¿Por qué mejor no te preocupas por tu novia? Ella no debe perder su figura porque si lo hace podrías perder tu reputación.

—Sofía...

Era la primera vez que él decía mi nombre.

Me hizo verle a los ojos por unos instantes.

Los guardias llegaron a mi lado molestos por haber huido de ellos, pero no podía dejar de ver su rostro, no con amor, sino con decepción por todo.

—Guardias, acompañen al joven hasta abajo, que está perdido

Él enarcó una ceja y negó con su cabeza para luego irse acompañado por los guardias.

Escucha a María murmurar sorprendida te lo apuesto que era.

—En quince minutos quiero mi comida —le gruñí.

Cuando volví a mi habitación, me di cuenta que la situación empeoró, antes no dejo de pensar en cómo choqué contra él y en cómo mi piel se erizó al sentir sus manos sobre mí.

Empecé a llorar todavía más al ver que no podría ser feliz, aunque lo deseara.

Debía renunciar a él.

Maldecía una y otra vez por el dolor que mi corazón sentía, ya que no era mi destino ser feliz.

Sangre de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora