CAPITULO 18

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—No depende de ti esa decisión. Si me da la bendita gana. Lo haré.

Empezó a caminar en dirección al instituto, no sin antes colocarse su brazalete, y se perdió entre los árboles.

Gruñendo y explotando terminé golpeando un árbol de pino partiéndolo por la mitad.

No esperaba que ella me amenara con abandonarme por completo, pero lo que más me cabrea es saber que ella puede elegir, existe la posibilidad de que encuentre a su otra pareja y eso me enfurece.

—No… eso no lo voy a tolerar. Charlotte es mía.

Quería tranquilidad así que me quedé sentado sobre las hojas del suelo meditando lo que había pasado. Cuando medité lo suficiente hasta sentirme tranquilo, su advertencia resuena en mi cabeza otra vez.

Y pensar que mi plan de darle celos había funcionado, pero se salió de mis manos. Me dio a entender que ella podía dejarme cuando se le diera la gana  porque tenía otra pareja.

“Creo que no fue buena idea ir a clases ahora porque nada salió como quería”

Mi atención se fue hacia ella, Sofía bajó por las escaleras enseguida y se lanzó sobre mí.

La cargué con cuidado porque casi me derriba.

—Papá, te extrañé —susurró en mi cuello—. ¿Y mamá?

—¿Mamá?

—Sí, mi mamá Charlotte. Ella es tu mate, entonces también es mi mamá.

—Ehh.. digamos que somos algo parecido a eso, pero no somos eso.

—No me mientas, yo sé que lo es.

Era más lista de lo que creí.

Y pensar que la abandonaron a su suerte, esa familia fue muy estupida

—Bueno, ella te mandó un beso —mentí.

—¿De verdad? —exclamó feliz—. ¿Y cuándo la veré de nuevo? —indagó ansiosa.

—Ya veremos.

La bajé de mis brazos.

—Dominick, debemos hablar —nos interrumpió mi beta. —Es importante.

Dejé a la pequeña Sofí para que viera los programas de televisión que tanto le gustaba ver y fui al despacho para ver qué pasaba. Luego me la pasé todo el día con tantos asuntos que atender que no me di cuenta de que era algo tarde.

—Y arreglaste todo, ¿verdad?

—Sí, ya ubiqué a sus padres. Algunos lobos fueron en su búsqueda hace unas horas. Cambiando el tema, el director llamó en la tarde; tiene una petición.

—¿Cuál es? —pregunté sin importancia y me acosté en el sofá para descansar un poco. —Ve al grano.

—Es la clase de historia. El profesor Williams dijo que sería una buena oportunidad para los estudiantes nuevos que la valkiria esté presente y les cuente ella misma las historias que están escritas en los libros.

—Olvidé que ya habíamos llegado a ese tema sobre los vampiros antiguos.

—Dijo que sería fantástico que fuera el mismo rey, pero ella es más sociable que él y tiene más historias sobre la alianza entre lobos y vampiros.

Esa petición era algo descabellada.

Sí, teníamos un tratado con ellos y los humanos, pero traer un vampiro a mi territorio iba en contra de mis leyes.

—Dominick, no creo que sea malo. —dijo al ver el disgusto en mi rostro —Además, todos en el instituto estarían felices de poder conocer a la gran valkiria, si lo haces serías el mejor alfa para los niños.

—Lo sé, pero va en contra de mis leyes que un vampiro entre a mi territorio.

—Solo será hasta que la clase termine. —Se colocó frente a mí para que lo observara —Un par de horas no será la muerte.

—¿Dentro de una semana?

Lo medito y lo sigo haciendo.

—Oye, si lo haces, quedarás bien con los más jóvenes de tu manada, amigo y tú necesitas ganarte a tu gente.

—Aun así,… no.

—Y tendrás más gente a tu lado que te apoye ciegamente. —sigue insistiendo con el tema hasta cansarme de oírlo hablar de lo mismo. —Verán que no eres el odioso y frío alfa que no tiene amigos y menos aliados.

—Está bien —acepté después de pensarlo al menos unos minutos. —Pero será corto tiempo.

Para mí sería conveniente quedar bien con mi manada porque siempre se molestaban y decían estupideces a mis espaldas, incluso escuché rumores de que yo mismo acabé con mi Luna para no compartir el poder y por ello he perdido gente al abandonar Hollow City para irse a Darck moon, creen que somos débiles y como no tengo alianza con nadie, soy un blanco fácil de derrocar, pero si hago esto cambiarían esa perspectiva de mí y verían que si tengo alianzas y muy poderosas.

—Prepara todo para mañana. Iremos al castillo de los Arwockle

—De acuerdo, amigo.

Edgar se veía emocionado

—Borra la sonrisa que nada es seguro con esa mujer.

—Veras que si valdrá la pena.

Verónica Arwockle, mejor conocida como la gran valkiria, era muy popular entre los nuestros. Se ganó su apodo entre lobos y vampiros porque durante las guerras ella los defendió y ayudó sin importar su raza siempre encabezó las guerras y nunca perdió ni una.

Mi padre fue uno de sus protegidos en la guerra durante su juventud.

Mi padre siempre habló bien de esa mujer.

Decía que una mujer con una gran belleza, pelirroja, ojos azules, un cuerpo tan sensual que ningún hombre podría resistirse a ella, era la diosa viva en este mundo. Pero también era una mujer que no le importaba si eras lobo o vampiro. Si pedías su ayuda, ella te la daba.

Hubo rumores de que tuvo una hija, pero murió después de nacer. Solo eran rumores, ya que nadie jamás la conoció y nadie jamás vio si en verdad ella tuvo pareja.

Verónica era dueña de muchos bosques extensos, los cuales para los humanos estaban embrujados o eran altamente peligrosos de entrar por supuestas criaturas que salían por las noches, pero eso era una simple fachada para que ningún humano llegaría a sus dominios y claro que eso lo mantiene en pie con la ayuda de las brujas más piedras del mundo.

 Para llegar, tardaríamos cinco horas en auto, ya que su mansión estaba oculta entre dichos bosques.

Al llegar a los muros de su hogar, unos guardias nos ordenaron identificarnos. Cuando lo hicimos, nos dejaron pasar, estaban informados de nuestra llegada.

Sangre de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora