—Habla, tienes cinco minutos. Luego te quiero fuera de mi habitación.
Inhalé para entrar por completo a su habitación mientras meditaba lo que iba a decir, pero era inútil, ya que no se me ocurría nada que decirle. Debía improvisar.
—Para comenzar, quiero decirte que... me disculpes...
—¿Por qué? —indagó seca. —Como sea. No importa.
—Si importa. No por lo que pasó esa noche. Bueno, escucha, para comenzar, no debiste hablar así de ella. —Soltó un gruñido molesta—. Solo quiero que me perdones por haber renunciado a seguir buscándote y por haber dejado que otra tomara tu lugar como luna; fue mi mayor error y enserio me arrepiento de ello.
—Bien, ¿eso era todo? Ahora largo. —Volvió a darme la espalda. —Que te largues maldita sea.
—Si ella hubiera estado viva cuando te encontré... —Volví a llamar su atención—. Si la habría dejado por estar contigo, aunque viví un par de años con Samantha... jamás pudo quitarme la agonía de no encontrarte. Nadie podrá llenar el vacío que hay en mí... A pesar de todo, ella logró hacerlo o eso creí. Fue un breve instante que esa opresión desapareció, pero cuando volvió... entendí que mi vacío desparecía cuando te encontrara a ti y tuve razón porque así fue. Si ese vacío existía, fue a causa de tu ausencia todos estos años.
Giró un poco su rostro para poder observarme sobre su hombro. Su mirada vacía demostraba decepción hacia mí acompañado de temor y dolor. Me dolía verla así. Deseaba verla solo feliz, no triste. Desde que nuestro lazo se intensificó mucho más desde esa noche me di cuenta la gran magnitud de su vida para mí, ella lo es todo.
—Sé que no soy el hombre perfecto. Sé que no tengo un buen carácter. Te seré sincero: jamás he lidiado con una mujer como tú; rebelde, orgullosa, caprichosa; altanera y con un carácter peor que el mío. —Volvió a gruñir—. Algo sí te puedo asegurar, Charlotte... —me acerqué a ella con cautela y agarré su mano para ponerla de pie frente a mí —Jamás me perdonaré el haber lastimado tanto a la única mujer que logra sacarme de quicio, pero que también alegra mi vida cada mañana con solo respirar. Esa mujer eres tú. —De sus ojos empezaron a brotar las lágrimas. La miré con ternura. Al mismo tiempo, coloqué sus manos sobre las mías y limpié con mi mano libre sus lágrimas para que dejara de llorar—. Lo lamento —susurré abrazándola. —En verdad lo siento mucho, por ti me mataría si así podría verte sonreír.
—Eres un idiota. —Correspondió a mi abrazo. —Idiota
—Pero así me amas.
Se alejó un poco de mí y empezó a acariciar mi rostro con suavidad. De la nada, sentí un golpe fuerte en mi estómago. Me incliné y caí en una rodilla por la falta de aire.
—Eso es por lo de esa noche y por ser un imbécil —dijo fríamente cerca de mi rostro. Sorpresivamente, acunó mi rostro en sus manos para luego basarme.
«Pero ¿en qué demonios piensa esta mujer?».
En definitiva, era muy difícil de entenderla. Me acabo de disculpar y ella me ataca de esta forma, ¿enserio?. Nadie en su sano juicio hace eso.
Se alejó y me miró con cariño dejándome en shock
— Y esto es por ser sincero conmigo. —Sonrió. —También te amo.
—B-Buen golpe... —Traté de reírme, pero me quejé de dolor porque si me dolió enserio, aunque lo merecía. —Dame... tiempo.
Me levanté del suelo como pude demostrándole que no me dolió tanto su golpe pero en realidad si me dolió y mucho.
Ella era más pequeña de estatura que yo, así que la tomé de su cintura y la alcé hasta quedar frente a mí para admirar sus ojos verdes.
—¿Qué sientes por mí? —Acarició mi cabello y lo desordenó un poco. —Dímelo.
—Bueno, eres odiosa y muy rebelde todo el tiempo y no sé cómo lidiar con eso.
—¡Oye! —espetó molesta. —No ya fue suficiente bájame...
—Pero eres una mujer maravillosa que logra cosas que yo no puedo hacer. Al estar contigo, puedo ser yo mismo. Siento que mi única razón de existir es para protegerte y hacerte la mujer más feliz del mundo. No puedo describirte más porque solo sé que también te amo.
—¿En serio?
—Créeme, porque jamás haría esto por nadie. —Rocé nuestros labios. —Por nadie y te lo juro.
Se aferró a mí para unir nuestros labios.
Nuestro beso era tan cálido, tan grato y fascinante para mí, algo que jamás sentí con ninguna mujer ni siquiera con Samantha. No deseaba dejar de besarla. La suspendí aún más, pero con delicadeza. Se rio contagiándome a mí también. Me encantaba oír su risa y más si era yo el que la hacía reír.
—Me dejarás caer —gritó del susto cuando la cargué en mis brazos. —Dominick...
—¿Por qué piensas eso?
—No soy como las otras chicas de mi edad, Dominick
—¿Crees que no soy fuerte?
—No es eso...
—Seas delgada o no, siempre serás mi Charlotte.
—Charlie, dime Charlie
La miró a los ojos, y sonrió lleno de felicidad.
—Está bien... Charlie.
Había perdido mucho tiempo con ella y ahora disfrutaría cada instante y cada segundo a su lado para no perderme de nuevo esta felicidad que sentía cuando estaba a su lado.
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Sangre de Luna
WerewolfCharlotte es una chica con un pasado oscuro que la marcó de por vida. Al cumplir los dieciocho sus padres decidieron que ya era hora de que Charlotte llevara una vida normal como cualquier adolescente, pero al entrar al instituto encontraría al que...