CAPITULO 44

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El golpeteo de la puerta en el despacho de Dominick nos hizo ver hacia el frente.

—Disculpen las molestias, pero aquí están los presos que fueron liberados —Informó el beta de Dominick. —¿Los atenderán ahora?

—Que pasen —ordené.

Él se retiró.

Luego de un minuto, volvió a subir con los tres que acogieron a Sofía, ellos observan a su alrededor con asombro. Murmuran sobre la suerte que tuvo su hermana al ser adoptada por nosotros.

—Edgar, llama a Sofía. Está en su habitación.

—Sí, mi luna. —Volvió a retirarse.

Ellos nos miraban de reojo sin decir nada. Dominick hacía como si no estuvieran presentes. Cuando los miró fijamente, bajaron sus cabezas tal vez por temor.

—Entonces ustedes recogieron a mi hija —soltó la mujer sin poder quedarse callada —¿No es así?

—No es tu hija. —replico con desagrado. —Que quede claro eso.

Continuó revisando las evidencias sobre el cadaver desmembrado encontrado en los bosques de Hollow City.

—Con mucho respeto, luna, sí lo es. La cuidé desde bebé —replicó. —Yo la crié...

—Pero no la llevó en su vientre. —aclaró Domininick —Desde este momento, les advierto que, ni si se les vaya a cruzar por la mente que pueden sacar ventaja de esto solo porque vivió cinco años con ustedes, ahora ella es una Collins —aseveró Dominick.—Quedó claro.

—Sí, alfa —contestaron los tres sumisos.

—Mamá, ¿me llamaste?

Sofía entró al despacho y dejó de sonreír al ver a los que un día fueron su familia se encontraban acompañandonos. Se acercó a nosotros y agarró la mano de Dominick para sentirse más cómoda. Siempre lo hacía cuando estaba nerviosa.

Maritza, la señora encargada de todas las empleadas, también estaba presente.

—A petición de mi hija, Sofía Collins, serán liberados. Mientras tanto, su padre y esposo cargará con sus culpas. Estará encerrado por tiempo indefinido. Vivirán en Hollow City y tendrán una casa con espacio para los tres. Los dos adolescentes irán al instituto y deberán sacar excelentes calificaciones. Si no lo hacen, volverán a los calabozos por un mes sin probar un solo bocado. La señora empezará a trabajar en esta casa como una empleada más. Maritza se encargará de informarle sus labores diarias para ganar dinero para el sustento de su familia.

—¿Podremos ver a nuestro padre?

—Por el momento, no. Hasta que demuestren buena conducta, por ello serán vigilados por si intentan hacer algo estúpido. Ahora salgan, que estoy ocupado.

A veces su cambio de humor me asustaban porque parecía ser el mismo de antes, pero al estar los tres solos era amoroso y tranquilo, haciendo que me relajara.

—No sé por qué los perdonas, Sofía. —La acercó a él y colocó un mechón de su cabello detrás de su oreja izquierda. —Debiste dejarme matarlo a todos.

—Papá, no tengo corazón para desearles su muerte.

—Dominick, no la agobies. Ella no es tan fría como tú.

—Eso veo. —Esbozó una media sonrisa—. Bueno, me tengo que ir. Se me fue informado que una manada cercana está siendo amenazada por vampiros.

—¿Y por qué vas tú, papá? —preguntó confundida—. ¿No se supone que su alfa debería encargarse de eso?

Sangre de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora