CAPITULO 19

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Una vampiresa rubia de unos 23 años nos recibió en la entrada informándonos que su ama nos recibiría en unos minutos.

Era linda y pálida como lo son los chupasangres, ojos almendrados y claro que en forma, pero sus ojos eran fríos, no demostraba ningún tipo de sentimiento, por eso siempre vi a los vampiros como seres peligrosos, no tienen alma que reflejar en sus ojos.

—Este lugar es inmenso, ¿no crees, amigo? —susurró Edgar observando todo a su alrededor. —Es grandioso.

—Sí que lo es.

La mansión Arwockle era el segundo castillo más grande de todos. El primero era el castillo real de la familia Silver, en donde vivía el rey Francisco Silver. La familia Arwockle era la más cercana a la realeza.

—Papá, ¿por qué estamos aquí? —cuestionó Sofí mientras sostenía mi mano con firmeza.

—Lamento haberlos hecho esperar —enunció una voz femenina a nuestras espaldas. Sean Bienvenidos a mi hogar.

Nos dimos vuelta y vimos a una mujer de tal vez 35 años quedé en shock, nunca antes había visto una belleza igual a Excepción de Charlotte, su piel era como la suya, pálida pero tan blanca como la leche y con solo verla podía ver una textura suave como si fuera la piel de un bebé, unos rizos rojos que parecía que se había bañado en sangre y figura descomunalmente perfecta.

“A esto se refería mi padre al compararla con la belleza de una diosa”

—Muchas gracias por recibirnos, Lady Verónica.

Después de esperar unos minutos, por fin estaba aquí.

Pensé que mi padre había exagerado cuando habló sobre su belleza, pero ahora creía que no mentía. En verdad era hermosa. Sus ojos azules hacían juego con sus rizos rojos bien definidos. Pero aún así su belleza no se compara con la de Charlotte. Puede que antes me habría embrujado, pero ahora que tengo a mi chica, su belleza me da igual.

—¿A qué se debe la visita?

Nos invitó a tomar asiento y se sentó frente a nosotros.

Movió sus dedos como si le ordeñara algo a la chica que nos recibió.

—El motivo de nuestra visita es acerca de una clase de historia en el instituto de mi pueblo.

—No me digan que quiere que sea maestra —expresó en un tono de burla.

—Como sabrá, Hollow City es el único pueblo que tiene un instituto donde los lobos más jóvenes de otras manadas pueden estudiar sin problemas. Y pronto comenzarán la clase de historia de los vampiros más antiguos.

—Ah, ¿sí? —murmuró antes de darle un sorbo a su copa, la cual contenía sangre. Miraba cada movimiento que hacía, pero luego sus ojos se enfocaron en la pequeña Sofí. Noté que la niña no dejaba de mirarla de la misma forma —. Tienes razón, Dominick, tu instituto es muy conocido en nuestro mundo, ya que es uno de élite. Según el tratado con los lobos, Dark Moon tendría la clínica con todo lo necesario para ayudar tanto a humanos como lobos y vampiros y Hollow City tendría un instituto de élite donde solo estudiantes muy capacitados podrían asistir a él, pero ¿por qué no darles la oportunidad a jóvenes vampiros de vivir una experiencia como estudiantes?

—Con todo respeto, si vine fue porque me vi obligado a hacerlo. Si es por mi gente, haré lo que esté a mi alcance para complacerlos. Ellos ahora desean que la misma valkiria les cuente las famosas historias durante sus batallas.

—Entonces, ustedes vienen a mí para que ayude en su clase —resumió.

—Sí.

La joven que nos recibió traía otra bandeja con una copa llena de sangre, que le entregó Verónica. Ella le dio la copa vacía, tomó la nueva y empezó a beber con un porte muy elegante pero mi estómago se revolvió por dentro porque consumir la sangre es algo repugnante..

—Tengo una condición. —Observó la sangre en la copa.—Si aceptas, iré cuando tú me lo pidas.

—¿Cuál?

—Permite que en tu instituto estudien vampiros. Si lo haces, aceptaré tu petición y no solo eso, tendrás el apoyo de mi familia incondicionalmente.

—¡¿Qué?! No, eso nunca. —dije molesto—. Vampiros en mis donminios, no.

—Tú deseas mi ayuda y yo te la daré a cambio de que los más jóvenes vampiros asistan a tu instituto.

—No, me rehusó a quebrantar mis leyes. Además, no entiendo porque quieres enviarlos a mi instituto, ¿Acaso no tienen maestros de primera.

—Los hay pero no reciben la educación adeacuada que podría recibir en tu academia donde tengo entendido reciben todo tipo de estudios dándoles así la oportunidad de vivir una vida ordinaria.

—Bueno, pero ese no es mi problema.

—Entonces no hay nada mas de que hablar. —Terminó su copa para luego levantarse. —aque tengan un buen viaje caballeros.

—Solo porque no admito vampiros en mi pueblo. —Me levanté airado.

Me contempló. —¿Es enserio?

—Tú le niegas a los míos que puedan estudiar aprender más así que ¿por qué habría de ayudarte a ti para los tuyos? El lugar donde se encuentra el instituto está lejos de los humanos y de los habitantes de tu manada. Tienes tres bosques, y el instituto está en el último.

—¿Me está diciendo que olvide mi ley?

—Los vampiros más jóvenes desean ir a tu instituto como lo hacen los lobos más jóvenes de todas las manadas quieren vivir una vida ordinaria sin sentirse aislados por considerarlos peligros y seres sin almas que lo único que quieren es asesinar.

—¿Y si ellos solo esperan que hagas esto para hacer de las suyas?

—No lo harán, de eso me encargaré yo. Puedes hacer los reglamentos que quieras. Si alguno intenta violar las reglas, será castigado.

—Dominick, sería algo bueno para nosotros tenerla de nuestro lado —susurró Edgar en mi oído. —Nuestra gente aumentaría.

—Pero es algo riesgoso —repliqué.—Los vampiros son inestables.

—Si no te arriesgas, no sabrás lo que sucederá.

Miré por un momento a Verónica y luego a mi mejor amigo.

Era una decisión muy difícil, pero no podía desconfiar de ella, sé que ella sabe perfectamente lo que hace y sabe cómo piensan los suyos.

Sangre de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora