CAPITULO 23

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—Sí pueden —respondí con una sonrisa—. De lo contrario, no estaríamos aquí.

Todos se rieron con suavidad antes de seguir con la siguiente pregunta.

—¿En verdad eres nuestra luna? —indagó otro.

—Si él es mi mate, supongo que eso me hace su Luna y me alegra serlo porque al parecer hay mucho que resolver.

Todos vieron a Dominick.

—¿Y tiene beta?

—Sí, es Lucían, el mate de la señorita Madison —la señalé con mi vista. Todos se giraron para verla—. ¿Alguna otra duda? —Entorné los ojos al ver quién se levantaba—. Ay, no puede ser

—¿Sabías que Dominick durmió conmigo? —comenzaron los murmullos —Oh, también con Amber se acostó —argumentó una de las amigas de Amber con todo el veneno de una serpiente. —Ah también con esa chica de ahí.

Intentaba provocarme.

Sabía que lo había dicho para enfadarme o para hacerme sentir mal, pero estaba muy equivocada al pensar eso.

Caminé hacia ella muy relajada. Mantuve mi semblante tranquilo y sereno y mantuve mi sonrisa que siempre uso para ocultar mi enojo, aunque por dentro quería agarrarla del cabello y golpearla contra su mesa.

—No lo sabía, pero te agradezco que me hayas informado quiénes son la zorritas. —Esbocé una sonrisa fingida. —Así sabré a qué familias acudir para que las atiendan un especialista por tan baja autoestima.

—Ay, querida, no te hagas ilusiones, porque, aunque seas su mate, él siempre será igual y no cambiará ni siquiera por ti. Todos sabemos que Dominick no es hombre de una sola mujer. Yo que tú lo dejaría

—¿Y desde cuándo tuteas a tu luna? —pregunté seria—. Porque yo no recuerdo ser tu amiga para tutearme y menos darte el permiso para hacerlo.

—Bueno, tal vez sea porque no te veo como mi luna, y como es mi boca, se me da la gana tutearte. No necesito pedirte permiso, bola de nieve, así que no te creas tanto.

—Escucha —coloqué mis manos en mis caderas con una sonrisa de poca paciencia—, Tengo mi límite, ¿sabes? —siseé entre dientes—. Si quieres arriesgarte a cruzarlo, hazlo y veremos qué pasa. —Troné mis dedos, retándola para que se levantara. —Anda, continúa, mira que en esta semana he tenido muchos dolores de cabeza y solo estoy esperando un solo pretexto ya sea el más minúsculo para patearle el trasero al primer idiota que me provoque.

—Te crees tanto—Alzó su voz frente a todos. —¡Te crees mucho por estar a su lado,ja por favor!

El profesor reprende a la chica pero ella continúa provocándome.

—Claro que sí. —Sonreí con malicia. —Porque aunque el piso esté parejo, siempre, habrá niveles entre nosotras.

—¡Ja! Nuestra luna peleando por un hombre por miedo a perder su puesto —exclamó con sarcasmo cerca de mi rostro. —Que irónico ¿no?

Me alejé de ella y caminé hasta el escritorio del profesor para quedar frente a ellos.

—¡Se los dejaré claro a todos! —elevé mi voz harta—Yo no voy a pelear por un hombre, pues no lo necesito. Mi padre es el alfa de Dark Moon, así que yo puedo ser la próxima alfa de la segunda manada más fuerte. Si Dominick me presentó ante ustedes como su luna, es porque sabe que me necesita y que nadie estará a mi altura, nadie —recalco lo último —Él sabe que solo su verdadera luna lo podrá satisfacer en todo, algo que ninguna otra podrá hacer, y eso nadie lo puede cambiar… duélale a quien le duela es un hecho y una realidad que nadie podrá cambiar ni aunque me maten.

La amiga de Amber empuñó sus manos ante la rabia que sentía por haberla ridiculizado frente a todos.

Salí de ahí cuando pensé mejor las últimas palabras que había dicho. Empecé a escuchar que alguien me seguía. No necesitaba mirar hacia atrás para saber quién era.

—Te llevaré. —Dominick me alcanzó.

—No es necesario, Mateo vendrá por nosotros. Tú puedes quedarte con la zorra. —Me solté de su agarre. —Adiós.

—Por favor, debemos hablar. —Me volvió a tomar del brazo. —Debemos solucionar esto.

—No tenemos nada de qué hablar, Dominick. ¡Eres un desgraciado! —dije cabreada — ¿Con quién más has tenido sexo? No, espera, ¿para qué pregunto? No quiero ni siquiera saber la respuesta.

Estaba más que molesta con él.

Cuando yo sufrí durante años, él solo se divertía con esas zorras sin siquiera seguir buscándome, pero claro, si solo piensa en sí mismo, que más podría esperar de alguien como él.

Cuando regresé a casa, una Sofía muy sonriente y amorosa me recibió.

Ella de alguna forma apaciguó mi enojo.

—¡Mamá, volviste! —Se lanzó sobre mí y me abrazó—. Pero ¿y papá?

—Papá vendrá después, así que ¿por qué no subes con Cris para que se cambien mientras llega?

Aún intento acostumbrarme a que me llame mamá.

—¿Vamos a comer pizza?

—Sí, iremos los cuatro por pizza. —Besé su mejilla.

Con Sofía sentía una conexión tan grande que no sabría cómo describirla. En verdad sentía que yo era su verdadera madre. Acaso, ¿Ella sería la hija de esa humana? No, no tenía aroma de humano, su aroma era de un cachorro de lobo.

—Mi luna, ¿qué desea para la cena? —me preguntó una de las empleadas al verme.

—Hoy no necesitan preparar nada, Maritza. Infórmale a Dominick cuando llegue que cenaremos afuera.

—Sí, mi luna. En cuanto llegue, se lo haré saber. —Se retiró. —Ustedes vayan a cambiarse.

Ambos subieron corriendo y también subí para prepararme.

Después de una hora, escuché el sonido de un auto detenerse frente a la casa. Supuse que Dominick había llegado, por lo que terminé de prepararme para verlo.

—Mi luna, el alfa llegó. Está preguntado por usted.

—¿Dónde está?

—En su despacho.

—Enseguida bajo.

La empleada se retiró, dejándome sola.

Dominick y yo parecíamos odiarnos como antes incluso puedo decir que más que antes.

No sabía cómo llevaríamos esta farsa si él era un ogro conmigo.

Salí de mi habitación y entré a su despachó sin presentarme. Él levantó su vista y me miró molesto.

—Toca antes de entrar

Sangre de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora