DOMINICK
La fiesta se veía muy animada; los invitados ya estaban presentes para el traspaso de alfa, Edgar y su mate nos acompañaron y Amber no deseaba quedarse atrás, así que dijo que vendría a acompañarme.—¡Oye! —llamó mi beta. Lo observé—. Dicen que la hija del alfa Jonathan es muy hermosa. —Se acercó a mí.
—¿Dónde estabas?
—Averiguando si es verdad lo que dicen los invitados.
—¿Y?
—Hace poco la vi con su padre… y debo decirte que en verdad ella es realmente cierto lo que dicen, ella posee una belleza única, es bella, su cabello y sus ojos son algo peculiares. —Bebió algo de vino. —Algo que te puede encantar
—¿Por qué lo dices?
—Bueno, su cabello es blanco y sus ojos son verdes. Es una belleza muy exótica. Tienes que verla.
La descripción de la chica llamó mucho mi atención. Edgar tenía buenos gustos y esta no era la excepción. Sería un lindo juguetito nuevo que probar y, por supuesto, yo tenía que ser el primero en probarlo.
—Alfa Dominick, el alfa Jonathan desea su presencia en su oficina —informó un lobo de Dark Moon.
—¿Para qué?
Él no me respondió, solo me pidió seguirlo, pero ¿por qué desearía verme Jonathan antes de la ceremonia? Seguí al empleado, que me dejó en su oficina informándome que su alfa llegaría en unos minutos. Caminé alrededor de la habitación y busqué algo interesante, hasta que la puerta se abrió. Jonathan entró seguido de ese olor tan dulce que siempre estuve buscando. Bosque y lluvia. El aroma que amo cada vez que disfruto mi soledad cuando salgo a correr por el bosque.
Mi sorpresa fue que era la misma chica que Edgar describió hacía unos minutos atrás; cabello blanco y ojos verdes. Es pálida como si fuera un vampiro. Tuvo razón al decir que era hermosa.
Me acerqué a ella que estaba petrificada sin dejar de verme, la tomé de la cintura, la apego a mí y hundí mi nariz en su cuello. Era magnífico sentir su esencia y saber que era toda mía. Al fin la había encontrado.
—Mi luna. —Oculté mi rostro en su cuello. Tomé un mechón de su cabello y disfruté de su aroma —Eres mi luna… no sabes cuanto tiempo anhelaba este momento.
Ella debe sentirse como yo, feliz y ansiosa de haberme encontrado.
—¿Qué?
Esa no es la respuesta que esperaba.
—Mi luna hermosa.
—¡Aléjate de mí, bastardo! —gritó furiosa y golpeó mi cara.
Lucían se posicionó delante de ella, ocultándola de mí. Me hervía la sangre que él estuviera cerca de ella.
—¡Aléjate de luna! —advertí de forma amenazante.
—Es mejor que te alejes de mi alfa —advirtió firme.
Me reí al escuchar lo que había dicho. ¿Su alfa? Si yo maté a esa mujer hacía cinco años y ahora decía que mi mate era su alfa.
—¡Basta! —ordenó Jonathan. Atrajo nuestra atención—. Dominick, si te llamé fue para que me explicaras por qué golpeaste a mi hija. —Se acercó a mí furioso. —Y espero que tu explicación sea convincente porque eso jamás te lo voy a perdonar.
No entendía por qué me preguntaba eso, si a quien golpeé esa mañana fue a la nueva. Miré su mejilla y noté que tenía una bendita puesta en el lado derecho. Estaba lastimada.
—¿De qué hab…?
—¡Mi hija, pedazo de idiota, usa un disfraz para ir a tu instituto para mantenerla segura, pero tú lo primero que haces es golpearla! ¡¿Acaso no leíste la carta que te envié?! —gritó para luego golpear mi cara. —Mi hija, es intocable, incluso para ti.
No salía de mi impresión. Ella era la nueva, por eso fue me pareció que su fuerza no era normal. Escruté su mejilla lastimada; se veía bastante mal. Yo había causado esa herida. No lo pude evitar.
“Por eso me sentí culpable”
—No me importa, Jonathan. Sí, fue mi error, lo admito, pero sabes cómo soy. Además, hubiera sido mejor que mantuvieras a tu hija en el anonimato, tal y como lo habías hecho hasta ahora, porque por su culpa soy el monstruo en el cual me convertí —manifesté con odio. —Asi que lo sabes, mi luna.
Lágrimas salieron de sus ojos mientras la amargura se apoderaba de ella.
“Ay mierda, su mirada duele”
No supe en qué momento me perdí pero cuando me di cuenta solo vi que levantó su mano y la estampó contra mi mejilla.
—¡Yo, Charlotte Black, rechazo al alfa Dominick Collins como mi mate! —vociferó furiosa antes de salir de la habitación. Lucían y Madison la siguieron detrás. —Te odio.
“Incluso sus palabras duelen como cuchillos filosos”
Estaba confundido.
Hacía mucho que no había sentido de nuevo este vacío, pero cambió; ahora el vacío era más fuerte que antes, me quema.
—Siempre juzgando sin saber nada. Te arrepentirás, Dominick, lo harás —sentenció Jonathan saliendo de la habitación.
Sus palabras se hicieron eco en mi mente una y otra vez.
Sabía que él tenía razón. Yo cometí un error y ahora me arrepentía.
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Sangre de Luna
WerewolfCharlotte es una chica con un pasado oscuro que la marcó de por vida. Al cumplir los dieciocho sus padres decidieron que ya era hora de que Charlotte llevara una vida normal como cualquier adolescente, pero al entrar al instituto encontraría al que...