CAPITULO 37

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Enarqué mi ceja izquierda. Al ver que veía hacia atrás, seguí su mirada; un lobo negro se lanzó contra el vampiro que estaba detrás de mí.

Me quedé en shock..

Eso no era cierto, yo no era quien afirmaba ese vampiro. Yo era Charlotte Black.

—Vamos, alfa, ¿acaso tiene miedo de decirle a la princesa la verdad?

—Dominick, ¿es cierto? —susurré temerosa de que fuera cierto. —No me mientas.

Él volvió a la normalidad y se posicionó frente a mí. Estaba furioso al ver a los vampiros en su territorio.

—Después hablaremos de eso, ahora lo importante es sacarte de aquí junto a tu hermano —habló sin dejar de observar al vampiro.—Concéntrate.

—Eso no pasará, ella se irá con nosotros.

—Eso lo veremos —sentenció tomando la forma de su lobo de nuevo. —Confía.

Escucho su voz en mi cabeza pidiéndome confiar en él haciéndome recordar a mi hermano Cris.

El vampiro, al ver mis intenciones, les hizo una señal a sus acompañantes, pero antes de que hicieran algo llegué a Cris a tiempo y lo cargué dejándolo a salvo escondido lejos de los vampiros. No tenía ningún rasguño, solo estaba inconsciente a causa del golpe.

Dominick peleaba contra el otro vampiro, así que yo me encargaría de los demás, ya que no era opción dejarlos vivos porque no estaba dispuesta a volver a ese lugar.

Con mi velocidad, tomé la cabeza de uno para girarla hasta quebrar su cuello.

Al ver que otro vampiro venía hacia mí, me transformé después para que no pudieran ver mis movimientos.

Dos de ellos parecían coordinarse. Sin verlo venir, uno de ellos tomó mi cola y me lanzó con fuerza contra un árbol, haciendo que soltara un chillido por el dolor que sentí al recibir el impacto.

Volví a tomar mi forma humana intentando no llorar por el golpe.

—¡Charlie!

escuché la voz de Dominick decir mi nombre.

No veía con claridad. Estaba aturdida por el golpe en mi cabeza. Toda giraba a mi alrededor. Traté de levantarme al recordar la situación en la que estábamos pero un dolor agudo dentro mis costillas dificulta mi intento de hacerlo. Al enfocar mi vista en Dominick, me percaté de que aún seguía en su forma lobuna.

—¡Dominick, cuidado! —chillé al ver al vampiro acercarse a él para luego tomar sus patas traseras. —¡No!

Traté de levantarme, pero fue inútil. Escuché el chillido de Dominick y vi que fue lanzado contra una piedra; la sangre brotó de una parte de su cuerpo. Sentí que mi corazón se detuvo al ver cómo la sangre salía con rapidez de él.

—¡Maldito! —Rechiné mis dientes, obligándome a levantarme.—¡Maldito!

Llevada por la furia pude ponerme de pie y el vampiro empezó a retroceder e intentó llamar a los suyos, pero se dio cuenta de que estaba rodeado por los guardias que llamé.

Caminé con lentitud hacia él. Retrocedía a medida que me acercaba. Cuando chocó contra un tronco, miró hacia atrás por unos segundos para luego volver a verme. Cuando estuve frente a él, lo tomé del cuello y lo alcé con una sola mano. Empezó a forcejear al sentir que le faltaba aire y trató de liberarse, pero apreté su cuello con rabia esperando que suplicara por su vida pero no lo hacía así que comencé asfixiarlo con fuerza.

—T-Tenga piedad de u-no de los suyos, p-princesa —suplicó mientras se quedaba sin aire. Le muestro una sonrisa escalofriante —Por favor...

—Tú no eres de los míos —susurré con frialdad.— Tú sigues a tu rey, no a mí —agregué para después soltarlo.—Y eso no me sirve.

Sin perder tiempo, tomé su cabeza con ambas manos y la arranqué de su cuerpo. Cayó sin vida sobre el suelo. Miré a mi alrededor; no había más que solo lobos y algunos vampiros que asistían al instituto. Eso me extrañó, ya que no los llamé.

—¿Dónde está mi hermano? —pregunté preocupada al ver que Cris no estaba. —¿Y mi hermano?

—Ya fue llevado a su casa, mi luna.

Al ver a Dominick tirado, corrí hacia él y tomé su cabeza con cuidado para colocarla sobre mis piernas. Lo examiné para tratar de buscar la herida. Cuando la encontré, vi que la sangre fluía de la parte trasera de su cabeza.

—Estarás bien —sollocé.—Te llevaremos a casa.

—N-No llores, mi luna —pidió algo audible. —Sonríe.

—No te esfuerces, ¿sí? Te llevaremos a casa y te pondrás mejor.

Besé sus labios y ordené que lo llevaran a casa.

El médico ya nos esperaba con algunas enfermeras. Entró con él a nuestra habitación, pero al ver tanta gente siguiéndolo nos pidió que debíamos esperar afuera para poder hacer su trabajo.

Pasaban las horas y aún no había noticias de él.

Me angustiaba todavía más al pensar que no lo volvería a ver, que podría morir.

Mis padres llegaron al ser avisados del ataque. Fueron a ver a los niños primero. No los volví a ver después de dos horas.

—¡Por todos los cielos! Hija, ¿qué haces ahí parada? —Jazmín apareció por el pasillo. —Vamos.

—No me moveré de aquí, mamá, no hasta saber que Dominick está bien. —Limpié mis lágrimas. —No insistas.

—Charlotte —observé a Jonathan—Debes descansar. No puedes estar ahí por siempre.

—No insistan, por favor, porque no me iré —espeté molesta por su insistencia de moverme de aquí. —No me iré hasta saber que él está bien.

—Hija, deberás aceptar sea cual sea la situación. Si él muere, aún tendrás a tu alma eterna..

«No, yo me niego a amar a otro hombre. Solo lo quiero a él. No quiero que otro extraño ocupe su lugar a mi lado».

—Jamás, ¿me oyes, papá?, jamás le entregaré mi amor a otro hombre —chillé con dolor al ver que ellos ya daban a mi mate por muerto. —No puedo creer que piensen eso.

Caí de rodillas y lloré por el dolor que invadía mi pecho. Me aferraba a la esperanza de que saldría de esta situación, a la idea que él sería fuerte y que lo lograría, pero temía también perderlo. No podría vivir sin él a mi lado.

—Yo no quiero perderlo... Lo amo. Amo su arrogancia, su mal carácter... Lo amo tanto y él no puede dejarme —Oculté mi rostro entre mis manos. —No puede.

Sentí el calor de Jazmín al abrazarme. Trataba de consolar mi angustia y mi dolor, pero era imposible. Yo solo necesitaba oír las palabras "Él estará bien". No obstante, sabía que sería difícil oírlas, pues la herida se veía letal.

Sangre de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora