𝐷𝑖𝑒𝑐𝑖𝑠𝑒𝑖𝑠

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Al reconocer la voz de Hyungsik, Ruby se preocupó profundamente. Guardó el arma en el bolso e intentó que no se notara lo nerviosa que estaba.

—¿Qué estabas haciendo? —preguntó Shin Hye, y frunció el ceño.

Ruby le iba a responder, pero en ese momento llegó Jungkook.

—La estaba buscando —dijo.

Ella fingió una sonrisa y salió con él de nuevo al jardín.

—Es una noche muy bonita —dijo, y lo miró.

Jungkook asintió y la tomó de la mano.

—Es más bonita porque usted está aquí. Gracias por haber aceptado venir.

—¿Creyó que le diría que no?

—No estaba seguro de que dijera que sí.

Ruby suspiró.

—La respuesta es sí, cuando es usted quien me pide algo.

Después de decirlo, pensó en que tal vez no debería haber dicho algo así. Cada vez le costaba más ocultar lo que sentía y eso definitivamente no era bueno. No debía perder de vista el hecho de que él no sabía quién era ella en realidad, le había mentido desde el mismo momento en que se habían conocido y no podía decirle la verdad. Jungkook se movió para quedar frente a ella y la miró a los ojos. Ruby se acercó un poco más y se atrevió a levantar la mano y acariciarle la mejilla. Nunca en su vida había sentido tantas cosas bonitas cuando miraba a alguien, ni se había sentido tan triste al mismo tiempo. Era una sensación confusa que no sabía cómo manejar.

—Disculpen...

Al escuchar a Hyungsik, Ruby se alejó un paso y lo miró.

—¿Podemos hablar un momento, Ruby? —preguntó Shin Hye.

Ella asintió y se fue con ellos de regreso al interior de la casa.

—Sé lo que quieren decirme, pero este no es el lugar para hablar de eso. Tengo que darles una explicación, pero no puede ser aquí y espero que lo entiendan.

Hyungsik asintió.

—Está bien, hablaremos otro día en otra parte, pero debes entender que después de lo que vi, no confío tanto en ti como antes.

Ruby lo miró a los ojos.

—No voy a hacerle daño a nadie, ¿está bien? Puedes estar tranquilo.

Mientras caminaba de regreso afuera, pensaba una y otra vez en algo que pudiera decir, una excusa creíble para no tener que revelarle su verdadera identidad a Hyungsik, pero nada se le ocurría. Que más personas supieran quién era ella solo hacía que todo fuera más peligroso. Se sentía cada vez más acorralada y no sabía qué hacer.

El lunes en la mañana, Ruby puso el ramo de rosas rojas sobre el archivador y se quedó mirándolas fijamente. Los pétalos estaban aún salpicados de pequeñas gotas de rocío y, aunque hacía mucho rato que lo había recibido, su corazón seguía sintiéndose inquieto. Había leído una y otra vez la tarjeta, casi sin poder creer que fuera Jungkook quien las había enviado.

«Pensar en usted se ha convertido en la actividad que más hago durante el día, ¿usted también piensa en mí, aunque sea de vez en cuando? Me gustaría hablarle de algo que estoy comenzando a sentir, pero debo decírselo cuando la vea».

Para ella, el hecho de que él le correspondiera solo empeoraba las cosas y hacía que todo fuera más difícil. Si bien, el día de la fiesta no se había atrevido a matar a Yi Hwan, sabía que en algún momento tendría que hacerlo. No podía dejar de lado lo que había planeado durante diez años así como así, aunque debía reconocer que ya no tenía la misma determinación que antes y eso le asustaba.

𝐈𝐦𝐩𝐥𝐚𝐜𝐚𝐛𝐥𝐞 || 𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora