𝑇𝑟𝑒𝑖𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑡𝑟𝑒𝑠

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Durante toda su vida, Emma había escuchado que el tiempo lo curaba todo, pero el paso de los días no aliviaba en nada el dolor que sentía, ni hacía que Jungkook se apartara de su mente. Aunque lo que más quería era quedarse todo el día acostada, mirando al techo y recordando tiempos más felices, se obligó a intentar hacer algo con su vida, algo que mantuviera su mente ocupada, así que comenzó a trabajar con Robert Watts en su bufete. Era un lugar agradable, donde casi todas las personas eran amables con ella, pero a pesar de eso, no dejaba se sentirse fuera de lugar. Pasaría mucho tiempo antes de que se acostumbrara a la nueva vida que estaba intentando construir, y sabía que le costaría mucho ver a Londres como su hogar. Allí, todo era nuevo para ella, desde las costumbres, hasta el hecho de que la llamaran Emma.

Varias veces en el día, tenía que luchar contra el impulso de hablar con Jungkook. Por más que se repitiera mil veces que debía dejarlo seguir con su vida y alejarse de él por su bien, todo lo que quería era poder escuchar su voz una vez más. Necesitaba oírlo decirle que la perdonaba, que no la odiaba y que seguía queriendo estar con ella, aunque sabía que no podían estar juntos.

—Con permiso, señorita Emma —la voz de William Ross interrumpió sus pensamientos y levantó la mirada de la pantalla del computador.

—Hola, William —lo saludó.

—Le traje café.

Entró en la oficina y le entregó una taza de café caliente, ella sonrió.

—Muchas gracias.

Él le sonrió también, en los días que llevaban trabajando juntos, había sido muy amable, pero a pesar de eso, ella no dejaba de tener una extraña sensación de desconfianza hacia él, que no entendía de dónde había salido.

—De nada, ¿necesita ayuda con algo?

Emma lo miró a los ojos, seguía sin saber porqué le parecían tan familiares.

—No, gracias.

—El señor Watts quiere verla un momento en su oficina, me pidió que le dijera.

—Por favor dile que en un momento voy.

William asintió y salió de la oficina. Ella bebió un sorbo de café, guardó el documento que estaba redactando y se levantó para ir a hablar con Robert Watts. Escuchó sonar su celular y se apresuró a contestar.

—Hola —saludó Eunwoo, al otro lado de la línea.

—Hola, Eunwoo —le respondió ella.

—¿Tienes planes para esta noche?

—Por ahora no.

—¿Te parece bien si paso por ti cuando salgas del trabajo y vamos al cine?

A pesar de que todo lo que quería era irse a casa, sabía que no le hacía bien estar sola. No era nada fácil para ella llegar a un lugar en el que nadie estaba esperándola, tan pronto entraba, la invadían una cantidad de pensamientos poco agradables y sentía que se hundía más y más en la tristeza. Quería creer que algún día volvería a ser feliz, pero la posibilidad se veía muy lejana. Aún así, tenía que esforzarse por estar bien, por distraer su mente y evitar que siguiera haciéndole daño. Eunwoo era una buena compañía, tal vez él podría ayudarla a sentirse mejor.

—Está bien. Nos veremos más tarde.

—Perfecto, que tengas linda tarde.

Miró la hora y después dejó el celular sobre el escritorio. Todavía le quedaban unas tres horas de trabajo y quería terminar con lo que le habían encomendado. Esperaba que el señor Watts no tardara mucho con lo que fuera que quisiera decirle. Se dirigió a su oficina y tocó suavemente en la puerta antes de entrar.

𝐈𝐦𝐩𝐥𝐚𝐜𝐚𝐛𝐥𝐞 || 𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora