𝑇𝑟𝑒𝑖𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑠𝑒𝑖𝑠

98 11 31
                                    

Lo primero que Emma pensó, fue que William era alguien a quien Natasha había enviado por ella. Su mente comenzó a trabajar a gran velocidad, intentando encontrar algo que pudiera hacer para irse de ahí cuanto antes. De repente pensó en Jungkook y en que era posible que estuviera en peligro también. Si la habían encontrado a ella, no tardarían en saber que él también estaba ahí. La verdad era que sentía más miedo por él, que por ella misma, necesitaba encontrar la forma de advertirle, si no era demasiado tarde.

—Vamos por un café para que podamos hablar —dijo William, y la tomó con fuerza del brazo, de manera que no tuvo más remedio que seguirlo.

Cruzaron la calle, entraron en un pequeño café que estaba casi vacío y se sentaron en una pequeña mesa redonda en un rincón. Emma miró a su alrededor y se dio cuenta de que solamente había un par de hombres mayores al otro lado del local. William le pidió dos cafés a una chica joven que estaba detrás del mostrador, después juntó las manos sobre la mesa y miró a Emma fijamente a los ojos. De repente, ella descubrió porqué se le hacían familiares, eran del mismo color que los ojos de Natasha.

—¿Sabes? Yo también soy su hijo, aunque no creo que nuestra querida madre te haya hablado alguna vez de mí.

Emma guardó silencio, pensando en que era bastante posible que lo que decía fuera cierto. William se parecía mucho a Natasha físicamente, además, su apellido también era Ross.

—Tienes razón, ni siquiera lo sospechaba.

Él esbozó una enigmática sonrisa.

—Parece increíble que, teniendo la misma madre, nuestras vidas hayan sido tan diferentes.

Ella no sabía qué decirle, ni siquiera entendía a dónde quería llegar con esa conversación, así que pensó en terminarla lo más pronto posible. No le gustaba para nada la forma en que la miraba, se sentía cada vez más incómoda y no confiaba en él.

—¿Ella te envió a buscarme?

William se puso serio de repente y su mirada pareció oscurecerse un poco.

—No he sabido nada de ella desde hace más de veinte años. Mientras tú crecías teniéndolo absolutamente todo, con unos padres que te amaban y siendo muy feliz, yo vivía en un orfanato, esperando a que esa mujer a la que una vez llamé mamá, regresara por mí. ¿Y sabes qué? Jamás lo hizo, me dejó ahí y se fue a formar la familia perfecta con un tipo millonario.

Emma percibió su resentimiento, vio en sus ojos el odio que había ido creciendo y haciéndose más fuerte con el paso de los años. Conocía demasiado bien ese sentimiento, aunque ya había dejado de arder en ella. No necesitó nada más para darse cuenta de que William la odiaba, o al menos, odiaba la idea que se había hecho de ella. Debía hacerle saber que se equivocaba y que su vida no había sido tan perfecta como él creía.

—Las cosas no son así...

—He esperado por tantos años para por fin tener frente a mí a la persona que tuvo todo lo que debía haber sido para mí. Sabía que algún día debías regresar aquí y esperé pacientemente, aunque debo decirte que pensaba que ella vendría contigo.

Llegaron con los cafés y Emma agradeció esa interrupción. Se sentía impaciente por irse de ahí y comenzaba a perder un poco la paciencia. William parecía responsabilizarla por que su madre lo hubiera abandonado, era como si sintiera que debía odiarla solo porque ella había tenido una vida diferente a la de él. Se acomodó el cabello sobre el hombro izquierdo y tomó la taza de café con ambas manos.

—Mira, William, está más que claro que tienes una idea un poco equivocada acerca de mí.

—Yo no creo que esté equivocado, tú creciste con ella, así que debes ser igual.

𝐈𝐦𝐩𝐥𝐚𝐜𝐚𝐛𝐥𝐞 || 𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora