𝑆𝑖𝑒𝑡𝑒

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Los tulipanes de colores estaban puestos sobre el escritorio en un jarrón de vidrio y junto a ellos había una tarjeta. Ruby entró en la oficina y miró las flores con el ceño fruncido. Dejó el bolso sobre una silla y tomó la tarjeta para leerla.

«He prestado atención a cada cosa que me has dicho desde la primera vez que hablamos, por eso sé que te gustan las flores y quise darte estas, para recordarte que eres especial».

Miró el otro lado y reconoció la firma de Eunwoo. Movió el jarrón hacia un lado con mucho cuidado y sonrió. Tomó el teléfono para llamarlo y agradecerle el detalle, pero apareció en la puerta con una radiante sonrisa que iluminaba su atractivo rostro.

-Buenos días, señorita -saludó.

-Buenos días, señor Cha, muchas gracias por las flores.

-De nada, espero que sean el tipo de flores que le gustan.

-Lo son, gracias.

Eunwoo asintió y se acercó varios pasos hasta estar frente a ella.

-Venía a decirle que ya identificaron el cadáver que encontraron el día del allanamiento.

Ruby recordó que Taehyung le había contado acerca de eso, pues él había estado en ese allanamiento.

-¿Y quién es?

-Era un forense... el que hizo la autopsia del hijo de Jeon Yi Hwan.

Al escuchar eso, ella se quedó pensando en su última conversación con Jungkook, un par de días atrás. No creía que Yi Hwan hubiera sido quien había mandado asesinar a ese hombre, a ella le parecía que quien estaba detrás de todo eso, era Natasha. Definitivamente, Jungkook debía saberlo, pero por el momento, no podía hablar con él. Namjoon todavía estaba en el hospital, así que Ruby y Eunwoo se estaban encargando de hacer todo lo que él hacía, por eso fueron a la morgue a pedir el informe forense para anexarlo a la enorme cantidad de documentos de las investigaciones de Yi Hwan.

Pasó el día demasiado ocupada, pero tan pronto tuvo un espacio, llamó a Jungkook para informarle de lo sucedido. Él le dijo que prefería hablarlo en persona, de manera que quedaron en verse más tarde.

Poco antes de la hora que habían fijado para reunirse, Ruby salió de la oficina para ir al baño y arreglarse un poco. Mientras se pintaba los labios frente al espejo, se preguntaba porqué sentía que debía ayudar a Jungkook. No comprendía porqué la conmovía tanto lo que le estaba pasando y se veía impulsada a ponerse de su lado. No quería apartarse de la idea de la venganza, que había estado tan fija en su mente desde hacía tantos años, pero debía admitir que estaba perdiendo fuerza, aunque muy lentamente. En esos momentos le parecía más importante que Jungkook pudiera llegar a esclarecer por completo la muerte de su hermano. Ya había esperado diez años para ajustar cuentas con Yi Hwan, podría esperar algunas semanas más. Volvió a salir, no sin antes comprobar su aspecto en el espejo varias veces. Todos los que trabajaban en ese piso ya habían salido, así que se dirigió al ascensor y bajó a la primera planta. Jungkook ya la estaba esperando ahí, tal como ella le había dicho que hiciera.

-Señorita Everard -saludó él, al verla.

Ella hizo una breve inclinación.

-Señor Jeon.

Le hizo una seña y entraron juntos en el ascensor. Ruby marcó el número del piso y evitó mirar a Jungkook. Estar con él en un espacio tan reducido la ponía nerviosa y aquel viaje se le hizo eterno. Cuando por fin llegaron, lo condujo a su oficina y cerró la puerta. Él se sentó frente al escritorio y lo primero en lo que se fijó, fue en las flores que seguían sobre el escritorio.

𝐈𝐦𝐩𝐥𝐚𝐜𝐚𝐛𝐥𝐞 || 𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora