𝐶𝑢𝑎𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑢𝑛𝑜

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Había pasado mucho tiempo desde la última vez que Jungkook había soñado con su madre, pero esa noche volvió a suceder. Más que un sueño, era el recuerdo del día que había muerto, que a pesar del paso de los años, parecía seguir intacto. Al igual que en el pasado, él se acercaba a ella y la veía tendida sobre el pavimento, en medio de un charco de sangre. A medida que se acercaba, la imagen parecía desvanecerse y cuando llegó a su lado, ya no era el rostro de su madre, sino el de Emma.

Cuando consiguió abrir los ojos, estaba tan asustado que le costaba respirar, se sentó en la cama y se puso la mano sobre el pecho.

—¿Estás bien? —preguntó Emma y estiró el brazo hacia él.

Se levantó también y lo envolvió en sus brazos. Jungkook cerró los ojos, intentando convencer a su mente de que todo estaba bien, de que ella estaba ahí con él y que nada malo le sucedería. Emma no se apartó de él hasta que sintió que estaba un poco más calmado. Le parecía sorprendente el hecho de que hubiera despertado sintiendo la misma angustia, como si él pudiera transmitirle sus sentimientos de alguna manera.

—Solo fue una pesadilla —explicó Jungkook, y respiró profundo, intentando hacer que el dolor que sentía en el pecho se fuera del todo.

—Vuelve a dormir, es temprano todavía.

Él asintió y ella se apartó despacio. Le acomodó el cabello despeinado con cuidado, él tomó su mano y la llevó a sus labios para dejar un beso sobre sus nudillos.

—Gracias por estar aquí.

Emma sonrió, mientras pensaba en que a pesar de que seguía sin recordar casi nada, parecía que el vínculo que la unía a él, seguía intacto, a pesar de todo. Volvieron a acostarse, y Jungkook la envolvió en sus brazos.

—¿Quieres ir mañana a casa de mi padre? —preguntó.

Ella cerró los ojos.

—Me parece bien.

—Descansa, mi corazón.

—Descansa tú también.

A la mañana siguiente, cuando Emma despertó, Jungkook estaba preparando el desayuno. Por alguna razón desconocida, pensó en llamar a su abuela, pero concluyó que lo haría después. Se levantó y fue a la cocina. Se sentó en una de las sillas que había junto a la isla y desde allí lo miró, mientras cortaba los vegetales sobre la tabla. Parecía concentrado y no había reparado en su presencia. Mientras lo observaba, pensaba en lo mucho que había llegado a quererlo, después de que siempre había pensado que no tenía sentimientos.

—Parece que te sientes mucho mejor que ayer.

Jungkook levantó la mirada y sonrió al verla. Igual que todas las mañanas, se había recogido el cabello en un moño improvisado y él solo pensó en lo mucho que le gustaba, incluso cuando ella creía que no se veía hermosa.

—Eso debe ser porque desperté al lado de una chica preciosa.

Emma sonrió también.

—Seguro te asustaste cuando despertaste y me viste.

Jungkook puso los vegetales en un sartén y se lavó las manos, después se acercó a ella para darle un beso en la mejilla.

—Claro que no, me hace muy feliz despertar a tu lado.

Después de desayunar y arreglarse, salieron para ir a casa de Yi Hwan. Cuando llegaron, se dirigieron a las caballerizas y lo encontraron allí, cepillando a su caballo favorito.

—Hola, señor Jeon —saludó.

Él le dedicó una sonrisa amable.

—Hola, señorita Emma. ¿Cómo se siente?

𝐈𝐦𝐩𝐥𝐚𝐜𝐚𝐛𝐥𝐞 || 𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora