𝑇𝑟𝑒𝑖𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑢𝑛𝑜

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Un fuerte aguacero caía sobre Londres cuando Ruby aterrizó. Su estado de ánimo, que estaba tan gris como el cielo, no hizo más que empeorar tan pronto bajo del avión. Había reservado una habitación en un hotel por esa noche, mientras al día siguiente pensaba qué hacer con su vida de ahí en adelante. Reclamó su equipaje y salió con la intención de tomar un taxi.

—¿Ruby? —escuchó la conocida voz de Eunwoo y se giró para ver si era él realmente.

—¿Eunwoo? —frunció el ceño al ver que efectivamente se trataba de él, aunque de inmediato cambió su expresión por una sonrisa. Era un alivio encontrar a alguien conocido— Qué sorpresa, no tenía idea de que estuvieras aquí.

Él se acercó a ella y le dio un breve abrazo.

—¿Qué haces aquí? Este es el último lugar del mundo en el que esperaba encontrarte.

Ella se encogió de hombros.

—Ya ves... son cosas que pasan.

Eunwoo sonrió y consultó el reloj en su muñeca.

—Me enviaron aquí a recoger a alguien, pero podemos vernos más tarde e ir a cenar.

Ruby asintió, aunque no se sentía con ánimo de hacer absolutamente nada más que acostarse en la cama y seguir llorando, pensó en que tal vez le haría bien salir un poco y distraerse.

—Está bien.

—Pasaré a buscarte a eso de las ocho.

—Te enviaré la dirección del hotel en cuanto pueda.

—Perfecto, nos vemos más tarde.

Eunwoo puso su sonrisa más brillante y volvió a abrazar a Ruby antes de irse. Ella lo observó mientras se alejaba y pensó en lo inesperado que había sido eso. Salió del aeropuerto y tomó un taxi. Tan pronto estuvo en el hotel, llamó a su abuela para avisarle que había llegado bien.

—Ya estoy aquí, abuela —le dijo, sin mucha emoción.

—¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor?

—Creo que me siento peor, pero en fin.

Abigail suspiró, como si estuviera perdiendo la paciencia.

—No puede ser que vayas a seguir llorando por lo mismo. Preocúpate por ir mañana a hablar con el abogado para hacerte cargo de tu herencia y piensa en qué vas a hacer, en lugar de estar perdiendo el tiempo.

—Mejor no hablemos más, te dejo porque allá debe ser muy tarde ya.

—Bien, que descanses y por favor haz lo que te digo.

—Bien, como digas, adiós.

Colgó y se sentó en la cama. Calculó la hora que debía ser en Seúl y se preguntó qué estaría haciendo Jungkook. ¿Habría leído su carta? ¿Seguiría igual de enojado que la última vez que habían hablado? Eran demasiadas preguntas sin respuesta y pensar en eso no le hacía ningún bien. Todo lo que estaba sucediendo en su vida estaba siendo lo suficientemente duro, como para aumentar todavía lo mal que se sentía, pensando en que jamás volvería a verlo. Le envió la ubicación del hotel a Eunwoo por mensaje y se acostó con la intención de descansar, mientras lo esperaba.

A las ocho en punto, le avisó que la estaba esperando en la recepción. Ruby se levantó, se peinó rápidamente, se puso los zapatos y tomó un abrigo. Eunwoo sonrió al verla y se acercó.

—Hola, Ruby.

Ella le sonrió también.

—Hola, Eunwoo.

𝐈𝐦𝐩𝐥𝐚𝐜𝐚𝐛𝐥𝐞 || 𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora