𝐈𝐦𝐩𝐥𝐚𝐜𝐚𝐛𝐥𝐞 || 𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤

𝑉𝑒𝑖𝑛𝑡𝑖𝑡𝑟𝑒́𝑠

—Ya voy para allá —dijo Ruby, y colgó.

A pesar de que sabía que debía irse lo más rápido posible, simplemente no pudo moverse de ahí. Cerró los ojos un momento e intentó calmarse.

—¿Sucedió algo? —escuchó la voz de Jungkook y cómo tomaba suavemente su mano. Abrió los ojos y lo miró.

—Es... mi abuela, está en el hospital y tengo que irme ya.

Él captó la preocupación en su voz y eso hizo que se sintiera inquieto también, como si ella pudiera transmitirle sus sentimientos.

—Iré contigo —buscó las llaves del auto y se las entregó—, voy por tu bolso y a decirle a todos que nos vamos, ¿sí?

Ella lo miró, con un poco de duda.

—¿Estás seguro?

Él asintió.

—No dejaré que vayas sola, desde que nos conocimos, tú nunca me has dejado solo cuando te he necesitado, así que debo hacer lo mismo por ti.

Sin esperar a que le dijera nada más, Jungkook regresó casi corriendo al interior del bar. Ruby caminó hacia donde habían dejado el auto, preguntándose si hacía bien en dejar que Jungkook fuera con ella, después se dio cuenta de que no debía preocuparse por eso en esos momentos, sino por que su abuela estuviera bien. Desbloqueó las puertas y subió, estaba poniéndose el cinturón de seguridad cuando Jungkook llegó.

—¿Te dijeron qué le sucedió? —preguntó.

Ella le entregó las llaves del auto.

—No, no me dijeron nada. Ella tiene varios problemas de salud, supongo que es algo de eso.

—Espero que no sea nada grave.

—Espero lo mismo porque... aunque últimamente no nos llevemos tan bien, es la única familia que me queda.

Jungkook estiró la mano y la puso sobre la de ella.

—Todo estará bien, tranquila.

Ruby suspiró, realmente quería creer que así sería, pero no podía quitarse de la mente la sensación de que Natasha tenía algo que ver en lo que fuera que le hubiera sucedido a su abuela. Tenía muy presentes las amenazas que le había dicho esa misma tarde y definitivamente, sabía que era capaz de cumplirlas al pie de la letra. Miró a Jungkook y se preguntó qué haría cuando ya no pudiera contar con él. Pronto, lo perdería para siempre y ya podía imaginar cuánto dolería.

Largo rato después, estaban entrando en la sala de espera del hospital. Ruby reconoció a dos de las amigas de su abuela, la señora Lee y la señora Kang. Ninguna de las dos le caía nada bien, pero debía agradecerles por estar ahí, así que se esforzó por parecer amable.

—Buenas noches —saludó.

Ellas la miraron de arriba abajo.

—Buenos días —dijo la señora Lee—, querrás decir. Son las dos de la madrugada, señorita.

—¿Por qué tardaste tanto? —preguntó la señora Kang, mientras le dedicaba una mirada acusadora.

—Vine lo más pronto que me fue posible —Ruby se esforzó por no responder con sarcasmo o de mala manera—. ¿Cómo está mi abuela? ¿Qué le sucedió?

—De nuevo el problema de la presión arterial —la señora Lee se dio cuenta de la presencia de Jungkook y se acercó un paso—. ¿Y quién es este joven?

—Él es... —Ruby pensó en algo que pudiera decir, aunque era bastante comprometedor el hecho de que estaban tomados de la mano.

—Soy el novio de Ruby —interrumpió Jungkook—, mucho gusto.