𝑇𝑟𝑒𝑐𝑒

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Jungkook abrió la puerta del balcón y se quedó mirando el cielo que ya se teñía con los colores del atardecer. Pronto, el sol se ocultaría tras las montañas que se veían a lo lejos y los campos que rodeaban la casa, quedarían en completa oscuridad. A pesar de haber estado ocupado todo el día con los asuntos de la organización, constantemente se encontraba pensando en Ruby. Miró la hora en el reloj en su muñeca y pensó en que ya debería estar saliendo del trabajo. Ya era viernes y no la había visto en toda la semana, aunque habían estado intercambiando mensajes porque él se sentía en la necesidad de saber cómo estaba y ella parecía muy preocupada por la herida de su brazo.

—Quiero verla —se dijo.

Sacó el celular del bolsillo y la llamó. Ruby estaba todavía en su oficina, viendo como caía un torrencial aguacero sobre todo Seúl y pensando en lo mucho que odiaba la lluvia. Escuchó el sonido del celular y en cuanto vio el nombre en la pantalla, sintió que su corazón saltaba dentro de su pecho.

—Hola, señor Jeon —lo saludó.

Él sonrió al escucharla.

—Hola, señorita Everard.

—¿Cómo está? ¿La herida de su brazo está mejor?

—Muy bien, ya casi sana, muchas gracias por su preocupación.

—Me alegra saber que está bien.

—¿Y usted está bien?

—Sí, ya iba a salir de la oficina. ¿Finalmente habló con la señorita Song?

—Ayer, Hyungsik iba a ir a verla y yo fui con él.

—¿Qué le dijo?

—Que las pruebas que le entregó a Sung Hyun probablemente estaban en su habitación.

—Si estaban ahí, ya no deben existir. Esa mujer debe haber revisado hasta el último rincón, no sería tan tonta como para dejar algún documento o algo.

—No estoy seguro de que haya entrado ahí, de igual manera sería mejor revisar.

—¿Quiere que le ayude?

En cuanto esas palabras salieron de su boca, Ruby se arrepintió. ¿Qué le estaba pasando? La idea no era entrar a la casa de Yi Hwan y ponerse en peligro, pero entonces recordó que estaba fuera del país, Jungkook no había hablado de que hubiera regresado ya, por lo que no correría el riesgo de encontrarlo. Además pensó en que tal vez en alguna parte de esa casa, estaba el testamento de su padre y ella lo necesitaba. No podía tomarlo de una vez, pero al menos podría hacerse una idea de cómo era la casa y en qué lugares buscarlo. Al final, no había sido tan descabellado lo que había dicho.

—¿De verdad me ayudaría? —preguntó Jungkook.

—Si usted quiere. Sé que no debe ser fácil entrar en esa habitación y es mejor que no lo haga solo.

Jungkook se sintió enormemente agradecido con ella por ofrecerse a ayudarlo una vez más, aunque en el fondo sabía que eso solo hacía que los sentimientos que comenzaban a tomar forma dentro de su pecho, se hicieran un poco más evidentes.

—Muchas gracias. Pasaré mañana por usted en la mañana.

—Está bien. Buenas noches, señor Jeon.

—Buenas noches, señorita Everard.

En cuanto colgó, Jungkook comenzó a cuestionarse si lo que estaba haciendo era lo correcto. Su padre siempre le había dicho que debía tener mucho cuidado con las personas que decidía involucrar en su vida. Cada vez que tenía oportunidad, le repetía que no todas las personas que conocía podían hacer parte de su mundo sin asustarse o causarle problemas. Una parte de él, sentía miedo de poner a Ruby en peligro y que algo le sucediera por estar cerca de él, pero otra pensaba que no había nada que temer. Si ella no estaba asustada, ¿por qué iba a estarlo él? Desde el principio, había demostrado valentía y determinación, había dejado en claro que no le importaba correr riesgos y al parecer, eso era lo que tanto le atraía.

𝐈𝐦𝐩𝐥𝐚𝐜𝐚𝐛𝐥𝐞 || 𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora