Fotografía 28

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Alineación de quidditch de Ravenclaw en el partido contra Gryffindor, 1994.

—¡HARRY, NO ES MOMENTO PARA PORTARSE COMO UN CABALLERO! ¡SI ES NECESARIO, TÍRALA DE LA ESCOBA!

Draco no pudo evitar reírse por el sabio consejo de Oliver Wood. La verdad era que Harry era todo un caballero. Cada vez que Harry veía la snitch e iba a por ella, la buscadora de Ravenclaw llamada Cho Chang le bloqueaba el vuelo. Era una táctica un tanto irritante.

Claro que él mismo le había cogido de la escoba durante una carrera, pero Harry no había tenido miramiento alguno en apartarlo con violencia. Pero ya era bueno que no hiciera lo mismo con la chica. Se podía ver la clase de persona que era con esas pequeñas acciones.

Sin embargo, Draco no era tan considerado. Y menos con esa buscadora que solo hacía ir de un lado, persiguiendo a Harry con su estúpida escoba. Claro, no podía hacer nada contra su Saeta de Fuego. Una escoba que no sabía de dónde demonios la había sacado. ¿Cuándo la había comprado? Pero pensándolo mejor, Harry no era de familia pobre, así que se podía permitir la escoba.

Miró con cierta irritación a la buscadora de Ravenclaw, que era todo sonrisas para Harry. Apartó la vista y les hizo una señal a Crabbe y a Goyle. Se escabulleron de las gradas, junto a su capitán de quidditch. Allí, se vistieron de tres grandes y aterradores dementores.

La primera en darse cuenta fue Cho Chang, que seguía empeñada en perseguir al buscador de Gryffindor. Gritó, señalando hacia ellos. Harry también miró y les vio. Sin embargo, raudo como el viento, gritó:

¡Expecto patronum!

Algo blanco y plateado les golpeó a los cuatro, ocasionando que cayeran en una maraña de brazos y cuerpos. Escuchó el estruendoso rugido de la grada, con Lee Jordan gritando por la victoria de Gryffindor. Oyó también los gritos de la profesora McGonagall cada vez más cerca. Draco suspiró, sabiendo que les iban a castigar.

Pero al menos, la tonta de Cho Chang había dejado de molestar a Harry.

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—Tengo que acorralar a mi padre y preguntarle sobre esta jugarreta.

—Seguro que te suelta que era para asustar a mi padre —comentó Albus.

—Seguro que prefiere la cruciatus que decir el verdadero motivo.

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