Fotografía 32

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Celebración de la selección irlandesa tras proclamarse campeona en el Mundial de 1994.

Draco veía fogonazos y oía gritos y estallidos. Desde su escondite, podía ver a la gente que salía despavorida hacia lo más profundo del bosque, buscando huir de aquel grotesco espectáculo. Muchos magos extranjeros no entendían qué estaba sucediendo exactamente, solo que tenían que huir de aquellas personas encapuchadas. Muy pocos se atrevían a plantarles cara, seguramente relacionados con el ministerio.

Draco escuchó un grito agudo y luego un golpe seco cerca de él. El corazón casi se le subió a la garganta del susto. Se asomó, intentando ver. Luego, alguien conjuró:

¡Lumos!

La luz proyectó el lugar, dejando ver a un pelirrojo tirado en mitad de un camino y a dos personas más adelante. Draco hizo una mueca. ¿Qué demonios hacían todavía ahí? Más explosiones se escucharon. Draco salió de su escondite y se apoyó en un árbol, cruzando los brazos.

—He tropezado con la raíz de un árbol.

—Bueno, con pies de ese tamaño, lo difícil sería no tropezar —dijo Draco.

Los tres se giraron bruscamente hacia él. Entonces Ron Weasley respondió:

—¡Vete a tomar por culo, Malfoy!

—Cuida esa lengua, Weasley —siseó Draco, brillándole los ojos con cierta advertencia—. ¿No sería mejor que echarais a correr? No os gustaría que la vieran, supongo...

Draco señaló a Granger, con el ruido de fondo. Sin embargo, esos tres inútiles no se habían dado cuenta de la gravedad de la situación. Incluso Harry le estaba mirando con furia. ¿Acaso era tonto o qué?

—¿A qué te refieres? —preguntó la insufrible sabelotodo.

Pero tan sabelotodo no era porque ni siquiera podía distinguir la atmósfera de peligro que acechaba a su cabeza. ¿Quizás con alguna advertencia más cruel les haría ver?

—Que van detrás de los muggles, Granger. ¿Quieres ir por el aire enseñando las bragas como esa muggle? Porque si es así, tienes el camino libre. Solo tienes que dar media vuelta y gritar quién eres.

—¡Hermione es bruja! —exclamó Harry.

Por un momento, Draco miró con irritación a Harry. El estúpido héroe no tenía dos dedos de frente muchas veces. Pero Draco se recuperó rápido.

Si no era por las buenas, sería por las malas.

Sonrió con malicia y dijo:

—Es mejor que te vayas de aquí, Potter. O si tan confiado estás en que no notarán que la insufrible sabelotodo es una sangre sucia, entonces quédate. Yo no me pierdo ese espectáculo.

Weasley fue el primero en querer saltar a su cuello, pero Granger le retuvo a tiempo. A lo lejos, más explosiones se sucedieron y esos tres idiotas seguían ahí plantados como pasmarotes.

—¿Acaso papá no os dijo que os escondierais? Seguro que sabía que iban a por los muggles, que se asustan por nada. Apuesto a que luego irán a por los sangre sucia. Y ya será demasiado tarde como para esconderse.

—¿Dónde están tus padres? Tendrán una máscara puesta, ¿no?

Ah, Harry podía ser muy perspicaz cuando quería. Pero no era el momento de serlo con sus padres. Mantuvo su sonrisa mientras le respondía.

—Bueno, si así fuera, me temo que no te lo diría, Potter.

La sangre sucia tiró de Harry para seguir huyendo. Draco la miró con desprecio y soltó:

—Mantén tu cabezota agachada, Granger.

Y por fin, esos tres se internaron aún más en el bosque.

Draco decidió resguardarse en un sitio más calmado y seguro. Pero ningún lugar estuvo a salvo cuando tiempo después la enorme Marca Tenebrosa flotaba sobre el campamento de los Mundiales.

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Scorpius tuvo darse unos momentos para asimilar el recuerdo. Albus sabía que debía ser duro recordar que sus abuelos habían sido personas tan repugnantes.

—¿Quieres té?

—Sí, gracias —respondió Scorpius, agradecido por la distracción.

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