Fotografía 1

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Draco Malfoy y Harry Potter en la tienda de túnicas de madame Malkin, 31 de julio de 1991.

—Bien, te veré en Hogwarts, supongo —dijo el chico pálido.

Con esas palabras dichas al aire, Harry siguió a madame Malkin hacia otro lugar para que le diera la túnica y pudiera ponérsela. Una vez puesta, la señora le hizo volver al mismo escabel donde había estado antes. El chico rubio y pálido ya no estaba, cosa que alivió un poco a Harry. No quería seguir escuchando su casi monólogo. La bruja fue dando vueltas a su alrededor para mirar que la túnica le quedara a la perfección.

—¿Y bien? ¿Qué te parece? ¿Te queda bien? ¿O lo sientes en algún lado demasiado ajustado?

Harry movió su cuerpo. Estaba acostumbrado a las tallas grandes de Dudley, así que se sentía algo extraño con ropa más ajustada. Pero esa estaba bien. No era incómoda y podía moverse a su gusto. Le dio el visto bueno a la mujer, que le sonrió y le hizo quitarse la túnica de nuevo. Sin embargo, la bruja escudriñó de nuevo la pieza de ropa y luego a Harry. Le pidió que esperara un momento antes de ir a hacerle un retoque más.

—Oh, mira qué bien. Todavía sigues aquí.

Harry se giró hacia las palabras arrastradas de lejos. Era el mismo chico pálido de antes. Se dio cuenta de la pulcritud en su ropa a medida que se acercaba a él. También se fijó en la cámara de fotos que llevaba en las manos. Harry tuvo que dar un paso hacia el lado porque el chico había decidido subirse al mismo escabel que él. Para estar a la misma altura. Le rodeó los hombros con un brazo de repente.

—Ya que tengo prisa, es mejor que nos hagamos una foto. Estoy seguro de que nos veremos en la Ceremonia de Selección y allí te podré dar una copia. Sonríe.

Harry todavía le estaba dando vueltas a eso de la Ceremonia de Selección cuando escuchó un flash y sus ojos quedaron ciegos. Parpadeó repetidamente. En esos segundos, el rubio salió corriendo de la tienda de túnicas, justo a tiempo para que madame Malkin le metiera la cabeza por el cuello de la túnica.

Encima de caerle mal, era raro.

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—Bueno, creo que ya entiendo el motivo de por qué no le gustó mi padre la primera vez —se rió Scorpius—. Fue demasiado repelente.

—Nunca creí que tu padre hablaría tan tranquilamente con un chico que llevaba unas ropas tan pobres.

—También habló mucho —reconoció—. Me gustaría saber por qué volvió y se hizo una foto con un completo desconocido.

—El señor Malfoy a veces tiene una forma de pensar muy rara —comentó Albus.

—Por algo es Slytherin, ¿no?

—Yo no pienso raro.

—Tu casa de Hogwarts no piensa lo mismo.

Albus le enseñó la lengua antes de recibir un empujón por parte de Scorpius. Luego, pasaron a la siguiente fotografía.

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