Fotografía 14

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El equipo de Gryffindor en sus escobas, calentando justo antes del entrenamiento.

Draco se levantó del banco de los vestuarios de Slytherin. Estaba algo nervioso ante su primera práctica. No quería quedar en ridículo y verse como un tonto que solo sabía presumir de volar en escoba. Él sabía jugar al quidditch, sabía volar igual o mejor que algunos de sus compañeros de equipo. Incluso podía estar a la par del talentoso Harry Potter, que lo había dominado en un abrir y cerrar de ojos.

Draco inspiró hondo al acordarse de Harry. Estaba bastante raro el chico. Más huraño y contestón que el curso pasado. Y encima le miraba de una forma bastante rara, como si no se creyera lo que estuviera viendo. ¿Acaso estaba viendo algo distinto a él? Seguía siendo el mismo Draco de siempre. No creía haber cambiado en ese verano. Seguía comportándose de la misma manera.

Marcus Flint, el capitán, soltó un gruñido como señal y salieron hacia el campo de quidditch del colegio.

Harry también había hecho oídos sordos con su señal. Se había arriesgado a llamarle por su nombre delante de tanta gente y el muy tonto ni siquiera se había dignado a confirmarle que lo había captado. Como no había estado seguro de ello, esa noche no se había arriesgado a salir de su cama para ir hasta el pasadizo.

Notó que sus compañeros se detenían mientras a lo lejos se escuchaba a alguien gritar:

—¡Flint!

Draco se detuvo en seco, detrás de ellos.

¿Quizás era porque sus amigos le habían hablado mal de él? Pero Harry había tenido tiempo de escuchar todos los rumores de su familia el curso pasado. Y sin embargo, le había hablado la noche antes de marcharse de Hogwarts. ¿Qué había cambiado en tan poco tiempo?

—¡Así que ya podéis largaros!

Esa fue la única frase que pudo registrar Draco hasta el momento. Seguro que era algún equipo molestando por el campo reservado. No hizo mucho caso y siguió pensando.

¿Y si había sido porque no le había escrito durante su cumpleaños? Desde luego, él también se habría molestado si Harry supiera la fecha y no le hubiera mandado una mísera carta. El cumpleaños del niño que sobrevivió era de conocimiento público. Treinta y uno de julio de 1980.

—¡Pero yo he reservado el campo! ¡Lo he reservado!

Harry se le había escapado alguna vez que vivía con sus familiares muggles, ¿no? ¿Entonces cómo iba a saber él a dónde enviar la dichosa carta? Harry tampoco se había acordado decírselo. Tenía que reclamarle que no le hubiera dado su dirección.

—¿Tenéis un buscador nuevo? ¿Quién es?

Draco salió de su trance en cuanto notó movimiento delante de él. Sus compañeros le habían abierto paso para que fuera al frente. Se recuperó enseguida y sonrió con altanería. Enseguida se dio cuenta de que quien había pegado todos esos chillidos indignados había sido el capitán de Gryffindor.

Todos se quedaron boquiabiertos ante su presencia. Incluso Harry murmuró su apellido con sorpresa. Draco hinchó el pecho como un palomo, orgulloso, y ensanchó todavía más la sonrisa.

Marcus Flint no perdió tiempo en presumir de sus nuevas Nimbus 2001 que muy amablemente el señor Malfoy había regalado a todo el equipo. También se encargó de ridiculizar por completo al equipo rival, que se quedaron sin palabras durante unos segundos.

Mientras tanto, Draco pensaba en que al menos podía tener algo en común con Harry: el quidditch. Aunque fueran enemigos, al menos podía dirigirle cuatro palabras al niño que sobrevivió sin que los pesados de sus amigos estuvieran pululando por ahí.

—Mirad. Invaden el campo —señaló Flint.

Weasley y Granger llegaron hasta ellos, cuestionando su presencia allí. Draco, algo fastidiado, respondió con petulancia:

—Soy el nuevo buscador de Slytherin, Weasley.

Tampoco pudo evitar presumir de escobas nuevas. Se grabó en las retinas la expresión boquiabierta de Weasley, totalmente satisfecho. Por eso no pudo evitar añadir con sorna:

—Son buenas, ¿eh? Pero quizás el equipo de Gryffindor pueda renovar su equipo gracias a vuestras Barredoras 5. Cualquier museo pujaría por ellas.

Escuchó risas detrás de él.

—Pero en el equipo de Gryffindor nadie ha tenido que comprar su acceso. Todos entraron por su valía.

La petulancia de Draco desapareció de un plumazo. Harry estaba intentando no sonreír ante la respuesta mordaz de Granger. Draco miró a Granger y dijo con todo el veneno que pudo inyectar:

—Bueno, es gracioso que toques tú el tema de volar, Granger, teniendo en cuenta cómo tu escoba salió huyendo de ti el primer día de clases. Pero no es de extrañar, pues al fin y al cabo, sigues siendo una asquerosa sangre sucia por mucho que muevas la varita.

Y de repente, estalló el caos.

Los gemelos Weasley estuvieron a punto de echársele encima de no ser por Flint, una cazadora de Gryffindor gritó con toda la indignación del mundo y Draco se vio casi aplastado entre el equipo de Slytherin, que intentaba que nadie le partiera la cara. Entre ese jaleo, pudo ver las expresiones de confusión de Granger y Harry.

Draco cayó en la cuenta. No sabían qué significaba ser de sangre sucia. Pero después de todo aquel jaleo, terminarían enterándose.

Un pensamiento de resignación cruzó por la mente de Draco, justo antes de ver cómo Ron Weasley salía despedido por un maleficio conjurado por él mismo y terminaba en el suelo vomitando babosas.

Bueno, ya hablaría con Harry.

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Albus miró a Scorpius, que estaba en total silencio. Desde que habían salido del recuerdo, no había dicho nada. Se mordió el labio. Ver a tu recto padre decir tal insulto con tanta maldad no debía de ser una experiencia para nada agradable. Aunque Scorpius ya sabía del pasado racista de su padre, no cambiaba nada el hecho de que fuera incómodo presenciarlo.

—Lo importante es que cambió.

—Pero no borra todo el daño que hizo. Tía Hermione no se lo tomó a mal porque ni siquiera sabía qué significaba, pero aun así...

—Se tiene a sí mismo, a sus cicatrices y a su marca en el brazo para acordarse y arrepentirse toda su vida, Scorpius. Y bueno, te tiene a ti.

—¿A mí? —Malfoy giró abruptamente la cabeza.

—Sí, tú eres un recordatorio constante de que está yendo por el buen camino porque eres una gran persona. Que ha cambiado y sigue haciéndolo. Al menos, algo es algo.

Albus vio a Scorpius algo angustiado. Decidió cerrar el álbum y llevarlo a otra parte.

Ya seguirían otro día.

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