Anexo 17

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Astoria y Draco sonriendo.

—Hoy hace un día estupendo —sonrió Astoria—. Se nota que faltan pocas semanas para que empiece el verano.

—No sé qué le ves de estupendo a este día —gruñó Draco.

Astoria le cogió de la mano mientras salían del lugar, cariñosamente. Draco desaceleró el paso, permitiéndose mirar a Astoria. Tenía una expresión feliz, con una gran sonrisa en sus bonitos labios.

Draco sintió un gran nudo en la garganta.

—¿Simplemente por qué?

La sonrisa de Astoria se deshizo, viendo el tono de Draco.

—Oh, Draco... Tú no has hecho nada mal. Te lo he dicho muchas veces, cariño.

—¿Entonces por qué...? ¿Así de repente...? Yo... ¿Es que...?

—Deja de pensar en tonterías —Astoria cortó su tren de pensamientos, sosteniendo su rostro en sus manos, mirándole directamente a los ojos—. No eres tú. Nunca lo has sido, sino yo. Creo que este es el mejor momento.

—No lo entiendo.

Ella sonrió con ternura, como si estuviera viendo a un cachorro tonto y torpe caminar a trompicones.

—¿Y por qué justo este día?

—¿Y por qué no? Yo creo que es un gran día. Encima hace sol y la temperatura es cálida. Es un día perfecto para divorciarse.

—Es mi cumpleaños.

—Pues con más razón —se rió ella—. ¿No lo ves? Te estoy haciendo el mejor regalo de cumpleaños del mundo. Ya me lo agradecerás cuando te des cuenta.

—¿Cómo te voy a agradecer que rompas nuestro matrimonio? ¿Estás loca? Nuestro matrimonio iba bien, ¿no?

—Ya lo verás, me darás las gracias en un futuro —le guiñó el ojo, muy segura de sí misma—. Y pues claro que estamos bien. Somos el mejor matrimonio del mundo.

—Entonces no entiendo por qué me has pedido el divorcio.

—Porque créeme, es mejor así. Draco, escúchame. Te quiero muchísimo, eres mi mejor amigo y seguirás siéndolo hasta que no estemos en este mundo, pero los dos necesitamos volar libres. Yo ya he encontrado mi camino.

—¿Y qué pasa conmigo? —preguntó, sintiéndose algo asustado.

¿Qué sería de él a partir de entonces? ¿Qué iba a hacer con treinta y nueve años recién cumplidos y divorciado?

—Tú no me necesitas para nada, Draco. Es el pánico hablando por ti. Antes de conocerme superaste el horror de la guerra.

—Pero no era el mismo. Tú me cambiaste, Tori, me ayudaste a salir del bache.

—En realidad, fuiste tú quien cambió, pero necesitabas tiempo para aceptarlo. Todo el crecimiento personal lo hiciste solito, Draco... —acarició con suavidad su brazo—. No te quites mérito porque vales mucho.

Draco frunció el ceño. Tanto no valía si le estaba dejando y divorciando en su maldito cumpleaños, ¿no?

—¿Cómo se lo vamos a decir a Scorpius?

—No te preocupes, ya he pensado yo en eso. Me lo llevo de vacaciones a Egipto este verano y así podré hablar con él con tranquilidad.

—¿Qué se te ha perdido en Egipto?

—Luna y su familia irán también para visitar las pirámides. Están llenas de maldiciones y todas esas cosas, así que he decidido ir con Scorp este verano. Bill dice que es muy buena idea si quiero seguir sus pasos como rompemaldiciones —explicó tranquilamente, demostrando la ilusión que le hacía a través del brillo de sus ojos.

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