Fotografía 67

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Harry James Potter.

—Harry Potter ha muerto. Lo mataron cuando huía, intentando salvarse mientras vosotros entregabais vuestra vida por él. Os hemos traído su cadáver para demostraros que vuestro héroe ha sucumbido.

Las reverberaciones de la voz del Señor Tenebroso dejaron de tener sentido para Draco. Levantó la vista, deteniéndose junto a Gregory en mitad de una huida. En realidad, todos se quedaron congelados al escuchar la voz del Señor Tenebroso por todo el castillo. La gente quedó conmocionada, escuchando sus palabras y sus órdenes. Sin embargo, Draco ya no escuchaba.

Tenía que ser mentira. Harry no podía haber muerto.

Era imposible. Imposible que ese idiota muriera tan fácilmente.

Dejándose llevar por un impulso febril, fue de los primeros en moverse, importándole muy poco que todos los demás le vieran avanzar con decisión. Se movió hacia la ventana más cercana que tuvo. Como vio que no daba a las puertas del castillo, se movió a toda prisa, casi corriendo en el proceso. Mientras tanto, en su cabeza negaba la sola idea de que Harry estuviera muerto. De que el niño que sobrevivió hubiera sido asesinado por el Señor Tenebroso.

Corrió tan rápido que perdió de vista a Gregory, que le iba llamando mientras le perseguía. Por fin, tras unos interminables minutos, encontró una ventana a la que asomarse para poder ver la entrada al castillo. Encontró al Señor Tenebroso por los jardines de Hogwarts a punto de llegar a las puertas, con la enorme Nagini encaramada a sus hombros.

Un poco más atrás, el cuerpo sin vida de Harry era llevado por Hagrid.

Fue como si le pegaran un puñetazo en toda la garganta. Se quedó sin aire. Un dolor intenso se instaló en su pecho al ver el inerte cuerpo del chico, tan pequeño y frágil comparado con la enorme figura del guardabosques.

Harry estaba muerto. De verdad había muerto, le habían asesinado.

Apretó con fuerza el marco de la ventana, luchando por el ardor que empezaba a sentir en sus ojos. Sintió el jadeo de Gregory a su lado mientras que a la misma vez un horripilante grito rompía el silencio.

Draco tragó saliva con fuerza al reconocer la voz de la profesora McGonagall. Luego, le siguieron más gritos desgarradores. Seguramente eran los amigos de Harry.

Draco también quiso gritar, pero no podía.

—Entonces... ¿Se acabó? ¿Hemos ganado? —preguntó Gregory, aturdido.

Sin dirigirle una sola mirada a su amigo, Draco le dijo:

—Esta será la última vez que te dé una orden en toda mi vida, Greg. Escóndete y no salgas hasta que todo haya terminado. No seas tan estúpido como Vince. No mueras. Escóndete. Vive.

Durante unos momentos, solo se escucharon los gritos y abucheos dirigidos contra el Señor Tenebroso. Gregory no dijo nada, pero después escuchó unos pasos apresurados. No sabía si le iba a obedecer o si iba a reunirse con los suyos, con el bando ganador.

Draco echó un vistazo hacia atrás, se apoyó más contra el marco para poder quedar mirando hacia el suelo y soltó un suspiro tembloroso.

—¿Lo veis? —el Señor Tenebroso gritaba a pleno pulmón—. ¡Harry Potter ha muerto!

Y por fin, Draco se permitió llorar en silencio como el adolescente que acababa de perder a dos amigos.

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Albus miró a Scorpius. ¿Sería capaz de llorar en silencio si alguna vez perdía al chico rubio? No creyó ser capaz.

Por eso, abrazó con todas sus fuerzas a Scorpius, sabiendo que el señor Malfoy habría querido hacer eso en su juventud: darle un último abrazo a Harry.

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