Fotografía 57

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Myrtle la Llorona.

—¿Aquí ha habido un chico llorando? —preguntó Harry, curioso—. Sería un alumno de primero, ¿no?

—¡No es asunto tuyo! —espetó Myrtle—. Le prometí que no se lo diría a nadie y me llevaré el secreto a la...

—No irás a decir «a la tumba», ¿verdad? —interrumpió Ron—. A las cañerías, vale...

Myrtle gritó furiosa antes de desaparecer. Con ello, Ron había mejorado su humor sobre su habilidad a la hora de aparecerse. Decidió que iría a la práctica de Aparición que habría en Hogsmeade. Sin embargo, Harry estaba dándole vueltas a las palabras de Myrtle.

¿Quién era esa persona con la que se había encariñado tanto? Si hasta quería echarles para ver si él volvía a visitarla.

¿Quién tenía tantas cosas en común con ella? Sensible, blanco fácil para meterse con él, solitario y sin nadie con quien hablar y sin miedo a expresar sus verdaderas emociones. ¿Acaso existía alguien así? Lo más cercano que se le ocurría era Neville, pero hasta a él le costaba abrirse con ellos. Rara vez hablaba de lo de sus padres. Ni tampoco comentaba cómo se sentía al respecto.

—¿En qué demonios estás pensando? ¡Vamos! —le apremió Ron—. Tío, tienes que dejar de lado esa absurda obsesión con Malfoy. Mejor céntrate en Slughorn y en el tema de los Horrocruxes.

Harry arqueó las cejas, pero no dijo nada. Se le había pasado una buena oportunidad para ver dónde se había metido Malfoy.

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—Ahora sabemos que Myrtle era buena amiga —Albus se encogió de hombros.

—Solo le faltaba que le delatara hasta un fantasma, ¿sabes? Entonces ya sí que se tira desde lo alto de la torre.

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