Anexo 19

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Caja de caramenús.

Draco respiró hondo, muy hondo. Dio bocanadas profundas, intentando que su mal genio no se desbordara por los poros de su piel. Pero le era difícil. Era superior a sus fuerzas. Y más con Peeves zumbando a su alrededor mientras se reía a carcajadas por haberle atinado con un globo lleno de una sustancia líquida y de color nacarado.

La reconoció al momento: Amortentia.

Draco reconoció su tarta favorita, ese olor tan característico de la Mansión Malfoy y la tienda de túnicas de madame Malkin. Se apresuró a no dejarse llevar por el buen aroma, sobre todo del último, y se concentró en lo que acababa de pasar.

—¿Qué cojones...? —arrugó la nariz—. ¡Peeves...! ¡¿Qué demonios estás haciendo?! ¡¿De dónde has sacado ese filtro?!

Peeves le hizo una pedorreta a modo de respuesta. Draco sacó su varita y empezó a lanzarle embrujos que el maldito poltergeist esquivó por muy poco. Luego giró la esquina y se escuchó una exclamación de sorpresa.

—¡Peeves!

Draco reconoció la voz de Harry.

—¡El día en que te pille de verdad...!

Se escuchó otra burla seguida de una carcajada maliciosa. Harry apareció por la esquina.

—¿Te has bañado en colonia, Draco? Joder, entiendo que te guste mucho tu colonia, pero esto ya es pasarse.

Se quedó de piedra, mirando lentamente hacia Harry. Estaba seguro que el moreno veía cómo iba palideciendo a cada segundo que pasaba.

—¿Colonia? ¿Cómo que colonia? —preguntó con un hilillo de voz.

—Sí, se huele por todo el pasillo a eso —Harry hizo una mueca—. Espera, no habrá sido cosa de Peeves, ¿no?

—Eh... sí, sí... Ha sido ese desgraciado y...

Draco se maldijo mentalmente cuando la voz le salió así de temblorosa. Para colmo, el aroma de túnicas de la tienda de madame Malkin se intensificó. Harry enseguida notó que estaba extraño.

—¿Te pasa algo? ¿Te estás mareando por tanta colonia? Espera, que te limpio. ¡Fregotego!

Cuando quiso darse cuenta, dejó de asfixiarse con ese olor y pudo respirar aire fresco. Claro que se le atascó la respiración en cuanto Harry preguntó:

—¿Y cómo consiguió pillar tu colonia? —arqueó la ceja—. ¿No dijiste que habías protegido tu habitación para que no entrara nadie? ¿Ni siquiera fantasmas y poltergeist?

¿Por qué no podía callarse de una vez? Se impacientó, queriendo salir de aquel estrecho corredor en el que las paredes se iban estrechando cada vez más.

—Desde luego, no sé cómo conseguiste sobrevivir como auror durante tantos años si no sabes reconocer ni una mísera Amortentia —resopló Draco.

Dio un paso hacia el lado, pero Harry reaccionó bloqueándole el paso.

—¿Amortentia? —Harry abrió los ojos de forma desorbitada—. ¿Qué hacías bañado en Amortentia?

Había que joderse.

—Oh, pues mira, como pronto se acerca San Valentín, pues había decidido rociarme en Amortentia para que todo el mundo en Hogwarts sea feliz oliendo lo que más le gusta.

Draco se entretuvo viendo cómo Harry comprendía que acababa de decir algo que quizás no debía haber dicho gracias a su faceta bocazas y a la Amortentia. Hacer caso a su instinto de supervivencia y huir de esa situación tan peligrosa ya lO dejaría para después, tras observar a Harry.

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