Anexo 12

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Lily Luna Potter recién nacida con Ginny, 21 de marzo de 2008.

—¡Potter! ¡Vas a hacer que mi hijo tenga un trauma a los ruidos fuertes! ¡Deja de entrar así en mi casa!

Harry tuvo que esquivar un jarrón que le iba directamente a la cabeza. El ruido de la delicada porcelana rompiéndose en pedazos resonó por todo el salón. Primero reparó el jarrón y luego miró hacia la familia Malfoy. Los cinco integrantes de la familia estaban ahí, disfrutando de una relajante taza de té. Hasta que el tonto de turno había irrumpido a la fuerza.

—¡Es niña! Se llama Lily Luna.

La familia Malfoy tardó unos segundos en reaccionar. El primero en hablar fue Draco, que soltó:

—No sé cómo Ginevra te soporta. Mira que dejarte poner todos esos nombres...

—Enhorabuena —sonrió Astoria—. ¿Ha sido hoy?

—Hace un par de horas. Ginny ahora está descansando y toda su familia está en San Mungo.

—Dime que no te has cargado las protecciones de la casa solo para llevarme hasta allí porque te juro por Merlín que...

—En realidad, solo he venido a avisar.

Esa vez, el señor Malfoy sí que miró directamente a la cara de Harry. Hasta entonces, ni siquiera se había molestado en prestarle atención porque ya estaba más que acostumbrado. ¿Pero venir hasta su casa solo para decirle que había sido padre por tercera vez? ¿Y ni siquiera se iba a llevar a su hijo cuando siempre había hecho eso mismo cada vez que interrumpía allí?

Harry vio que el señor Malfoy quería sacarlo a patadas de allí.

—Bueno, pero si tú quieres ver a mi hija...

—Pues que claro que n...

—¡Claro que quiere! —exclamó Astoria, superponiéndose a la voz de Draco—. ¡Queremos verla! —se levantó con decisión.

Sin mediar palabra, Astoria arrastró a su marido mediante magia. Harry se despidió torpemente de los señores Malfoy y se fijó mejor en Scorpius. Cada día se parecía más a su padre. Luego, se dirigió a San Mungo. Al llegar, se encontró con todo un caos. Magos y brujas corrían de un lado a otro, totalmente en pánico y gritando:

—¡Mortífagos! ¡Nos están atacando!

Harry se sorprendió al ver que había mortífagos atacando tranquilamente un sitio público lleno de enfermos. Se dio cuenta de que todos huían corriendo hacia las salidas en lugar de usar la Aparición. Pronto entendió que se podía entrar, pero no salir. Salió corriendo hacia el lugar donde estaban los mortífagos.

¿Dónde estaban Astoria y Draco? ¿Y Ginny? Tenía que ir a por ella y a por Lily.

Mandó un patronus para pedir ayuda y se dirigió hacia el ala de maternidad. Primero tenía que asegurarse de que Ginny se encontraba bien. Vio a varios bebés volar por el aire para ponerlos a salvo. La medimaga que los estaba llevando le reconoció enseguida y le gritó:

—¡Los mortífagos están intentando matar a los bebés! ¡Están por allí! ¡Mis compañeros no durarán mucho!

Harry aceleró el camino, sudando frío. Ginny estaba todavía allí seguramente, pero deseaba que se hubiera puesto a salvo. Gritos de lucha y miedo se escuchaban al final del pasillo y Harry corrió como nunca.

El mundo pareció detenerse cuando vio a lo lejos a Ginny batirse en duelo con alguien. Todo pasó a cámara lenta, muy lenta. El cuerpo de Ginny todavía se resentía del reciente parto y aunque Ron también estaba peleando con uñas y dientes, no pudo evitar que la quinta persona se le echara encima a Ginny y le clavara un puñal en el pecho.

Harry gritó, extendiendo su varita.

¡Expelliarmus!

Lo hizo con tanta potencia, que el atacante salió disparado hacia atrás al ser desarmado. Ron quiso llegar hasta ella, pero fue repelido por otra persona.

—¡Ginny! ¡Ginny! ¡Soltadla!

Los malditos interpusieron a Ginny delante de sus cuerpos para que no intentara nada explosivo contra ellos.

—Así que mortífagos, ¿eh, a Harry Potter? ¡Entonces nosotros acabaremos con los traidores a la sangre! —sacó un pequeño cuchillo.

Harry y Ron conjuraron maleficios. Sin embargo, un potente escudo se alzó entre ellos, desviando con facilidad sus hechizos. Mientras unos hacían de escudo, la persona que retenía a Ginny aprovechó para cortarle la garganta.

Y después, todos se desaparecieron con Ginny.

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Draco cerró el álbum y abrazó a Harry, que se había quedado callado y totalmente pálido.

Harry no tenía que haber revivido aquella experiencia.

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