17 de junio de 2023.

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Merecemos el infierno y algo más.

Algo parecido a vernos un día por la mañana como el único habitante de nuestra casa. Revisar cada habitación en busca de tus padres, hermanos, esposa e hijos, y no ver señal alguna de ellos. Ir a la casa de los vecinos, tocar sus puertas y solo ver los vestigios de que ahí estuvieron solo minutos antes de que tu llegaras.

Recorrer las calles de tu ciudad revisando casa por casa, edificio por edifico y no encontrar una sola alma. Subirnos hasta el tejado del rascacielos más alto y con un altavoz, clamar por la respuesta de otro ser humano.

Vagar por todo el mundo, explorando nación por nación, isla por isla, eh incluso la misma Antártida, siempre en búsqueda de esa otra persona que podría ayudarnos en la continuación de la especie.

Hacerlo una y otra vez, pasando por los mimos lugares que ya revisaste antes, solo para ver si estos no fueron ocupados por alguien más, justo cuando te fuiste. Y solo cuando nuestro cuerpo se viera tan débil y frágil como para resistir un día más de búsquedas infructuosas. Cuando nuestro cabello tuviera ese color plateado de la vejez. Solo en ese momento, ser conscientes de que éramos el único ser humano de la existencia. Y solo ahí, en los últimos momentos de nuestra vida, llorar, porque injustamente viviste tu vida solo y morirás solo.

Justo castigo al destino que le hicimos pasar a un pajarito de las islas hawaianas, que tuvo que pasar los últimos días de su vida cantando su hermosa melodía en busca de su pareja. Pareja que jamás respondería a su llamado, cuando a alguien le pareció perfecto talar su habitad para construir una zona residencial; cuando nuestros queridos gatos subieron a sus árboles y devoraron a sus crías. Y que decir cuando nuestros hijos usaron a su pareja como blanco para estrenar el rifle de aire que le regalamos en navidad.

Si ese es le destino de toda especie que esta a punto de extinguirse. Una sola cosa. Al ser humano que le toque vivir ese destino, con la frente en alto, y sin lágrimas. Porque siendo el ultimo de nosotros tienes el derecho a todo, menos llorar. Tus padres te quitaron ese derecho.

ʻōʻō de Kauaʻi (Moho braccactus)

Declarado extinto en el año 2000.

Diario de JacoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora