Capítulo 5: Reencuentros

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Abro los ojos poco a poco y veo a mucha gente de negro rodeándome, me duele un poco la cabeza y siento algo salir por mi nariz, cuando paso mi dedo me doy cuenta de que es sangre. Rápidamente Sarah pide un pañuelo y me limpia con mucho cuidado.

—¿Qué pasó? —pregunto un poco desorientada e intentando enfocar bien la vista, todas las personas parecen moverse como si estuvieran hechas de gelatina.

—Te desmayaste —dice Sarah—, dijiste «Giselle» y luego, solo caíste.

—¡Oh no! Diana perdón —me intento levantar pero Sarah me lo impide—, arruiné la ceremonia.

—No te puedes mover tan bruscamente, te puede hacer mal.

—No te preocupes, no arruinaste nada Mí... —Sarah mira directamente a Diana y no sé si sea producto del mareo pero me parece una mirada de advertencia— ... mi niña— dice al final.

—Lo siento mucho —digo nuevamente y luego agrego:— recordé a Giselle, todo lo que vivimos desde pequeñas.

—¿Todo? —pregunta mi Sarah un poco, o mejor dicho bastante sorprendida.

—Solo las cosas que viví con ella.

Se queda pensativa y luego de un rato volvemos a casa; me voy a la cama apenas llegamos, ya que esta situación me dejó muy agotada y no soporto estar de pie un minuto más. Gina me lleva un poco de comida pero no puedo ingerir nada, en lo único que pienso es en todos esos recuerdos que volvieron como por arte de magia, todo parece tan claro y tan confuso a la vez.


Según lo que recordé, nos conocimos a los cinco años en el jardín de infantes y desde ahí nos volvimos inseparables, compartíamos todo; pude recordar cada conversación con ella, las promesas que nos hicimos. Mejores amigas hasta el final, hermanas del corazón para siempre. Recordé también una noche lluviosa en mi habitación, cuando teníamos quince años, contándonos secretos, escuchando música y riendo como nunca. Esa noche nos hicimos otra promesa; prometimos que nuestra primera vez con un hombre debía ser muy especial y que tendríamos que estar muy seguras antes de dar ese paso, no apresurarnos porque todos lo hacían sino que esperar el momento y a la persona indicada para hacerlo. Nos hicimos un corte en el dedo índice y los juntamos. Fue un pacto de sangre.


Poco a poco estoy empezando a armar el rompecabezas que es mi memoria, las piezas comienzan a encajar y espero poder completarlo pronto. El recuerdo de Giselle hace que se me ocurra una idea y comienzo a escribir un mensaje en el nuevo teléfono que me dio Sarah.

«Ethan ¿puedes venir a casa? Necesito hablar contigo»

No pasa ni un minuto y mi celular emite un sonido que comienzo a odiar enseguida:

«Claro, en quince minutos estoy allá»

No puedo creer lo atento que es conmigo y que con solo un mensaje deja todo lo que está haciendo para complacerme. Este chico merece que lo recuerde, que recuerde nuestro amor y solo se me ocurre una forma de hacerlo.

Ethan toca la puerta de mi habitación y cuando le digo que está abierto, entra.

—¿Estás bien? —pregunta preocupado.

—Recordé algunas cosas.

—¿De nosotros? —veo como se le iluminan los ojos y me da mucha pena decepcionarlo.

—No —comienzo a decir—, lo siento mucho. Yo quiero recordar y te prometo que lo haré, estoy poniendo todo de mi parte.

—No te preocupes, lo bueno es que recordaste algo y...


Vidas Robadas (VR#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora