Capítulo 13: Cumpleaños olvidados.

9.9K 863 61
                                    


—¿April? —pregunta Sarah en busca de más respuestas.

—¡No! —la interrumpo antes de que siga hablando—. Necesito espacio.

Salgo corriendo del living y subo las escaleras. Estoy llorando y no recuerdo que Kate me está esperando arriba hasta que la veo muy sorprendida observándome.

—¿Qué paso? —pregunta preocupada.

—Terminé con Ethan —digo en medio de un sollozo—. Lo lastimé mucho.

—¿Se lo tomó muy mal?

—Peor de lo que pensé, no me extrañaría que no volviera a hablarme nunca.

—Tranquila, él te quiere. Ya se le pasará y volverá.

—No lo creo.

No dice nada más, solo me abraza. No puedo dejar de pensar en lo mala persona que soy, Ethan no merecía que lo lastimara así, pero no podía seguir con esta mentira. En este tiempo me he dado cuenta que el llanto no es lo mío, esta es la segunda vez que lloro desde que desperté pero es que no pude evitarlo, verlo así me hizo sentir mucho peor de lo que estaba.

No recuerdo en qué momento me quedé dormida pero al hacerlo soñé con Alex, la diferencia era que en este sueño también aparecía Ethan, aunque solo al principio.

Estaba caminando por el colegio de la mano con Ethan cuando sentí la mirada del problemático, Alexander Ford en mí. No lo tomé en cuenta y seguí conversando felizmente con mi novio. ¿Por qué un chico como él me miraría? Somos demasiado diferentes.

Más tarde, estaba con Giselle sentadas en el patio del colegio cuando un avioncito de papel llegó hasta mi pierna, al desarmarlo me encontré con una pequeña nota que decía: «Puedes ignorarme todo lo que quieras pero te seguiré mirando –A.F». Aun sin las iniciales habría reconocido esa letra donde fuera, darme cuenta de quién era hizo que un par de mariposas comenzaran a revolotear en mi estómago, pero solo ignoré la nota y seguí con mi día normal.

Cuando iba caminando de regreso a casa, él pasó a mi lado en su moto: era imposible confundirlo. Se estacionó un poco más adelante y se quedó esperando que yo llegara hasta ahí.

—¿Te apetece un paseo? —preguntó mostrando esa sonrisa que recordaba muy bien.

—No —dije mientras me detenía frente a él—, no me gustan las motos.

—Debe ser porque nunca te has subido a una.

—Tal vez —respondí mientras me encogía de hombros antes de seguir mi camino—. La verdad es que no doy paseos con extraños.

—¿Extraños? —se rió y puso una mano en su pecho fingiendo haberse ofendido—. Pero si nos conocemos desde pequeños.

—No hablamos hace cuatro años.

—Cinco —me corrigió y mi corazón dio un salto—, pero, ¿quién cuenta?

—Las cosas pueden cambiar mucho en cinco años, Alex. No te conozco.

—Claro que cambié —sonrió y yo puse los ojos en blanco advirtiendo que haría algún comentario arrogante—. ¿No ves lo guapo que estoy?

—Adiós —seguí caminando pero él me detuvo poniendo una mano en mi hombro.

—¿Te gustó el avioncito?

—¿Fuiste tú? —pregunté haciéndome la desentendida, claro que fue él.

—Claro —otra vez esa sonrisa, debería ser ilegal—. ¿Un paseo muy corto? ¡Vamos! No muerdo.

No sé en qué estaría pensando mi cabecita casi quinceañera pero me subí a la moto con Alex y fue lo más increíble que hice en la vida. El viento en mi cara, yo abrazándolo a él para no caerme, su aroma, todo era maravilloso.

Vidas Robadas (VR#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora