Capítulo 18: Infiltradas

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Pasamos tres semanas ideando un plan para poder entrar a la cárcel y la verdad es que nuestras ideas dejaban mucho que desear. Al final decidimos hacerlo de la manera más simple: entrando por la puerta principal como visitantes. Fingiremos ser familiares desesperados por verlo, aunque si soy sincera, no le veo mucho futuro a ese plan.

En esas semanas investigamos muchas cosas que teníamos que saber antes de ir a ese lugar, nos sabíamos cada horario de cambio de guardia, las posibles entradas y obviamente, el horario de visitas. El plan podía ser un poco simple pero tenía que salir perfecto. 

Aparte de planear todo eso, en esos días también hice mi curso de conducir por lo que ya puedo ocupar mi auto nuevo, aunque a Sarah no le gusta mucho la idea de que maneje sola debido a los desmayos que tengo a veces; pero supongo que ya estoy mejorando porque no me he desmayado desde mi cumpleaños.

Volviendo al plan, descubrimos que el horario en el que hay menos visitantes y menos guardias presentes es entre las cuatro y cinco de la tarde, por lo que esa será la hora en la que iremos; también nos enteramos de que Alex tiene una hermana de veinte años. Kate se hará pasar por ella y yo por una novia o esposa desesperada por hablar con él.

Sí, mientras más repaso el plan en mi cabeza, más me convenzo de que es una estupidez.

—¿Cómo haremos para que no reconozcan que eres la hija de la alcaldesa? —pregunta Kate mientras vemos que ropa nos pondremos.

—Gina me dijo que poca gente sabe que soy su hija, si alguien me recuerda es de hace dos años y la mayoría piensa que estoy muerta.

—¿No estás nerviosa?

—Estoy aterrada, la verdad; pero es algo que necesito —digo y luego la miro directamente a los ojos—. Si no quieres venir lo entiendo, no tienes por qué hacer esto por mí. Sé que es una locura.

—¿Estás loca? ¿Y Perderme el «reencuentro»? —se ríe.

La abrazo, cada vez estoy más agradecida de la amiga que encontré; también estoy agradecida de encontrar a Ben, aunque esta vez no pudo acompañarme en mi locura porque tenía que ir a la universidad, va en tercer año de medicina; y cuando me lo dijo no podía creerlo, no porque pensara que no es inteligente porque sé que lo es, si no que no entendía cómo es que tiene tiempo para hacer todas las tonteras que le pido y a la vez estudiar una carrera tan difícil. El mes que pasó estuvo de vacaciones y por eso se lo pasaba con nosotras pero ahora volvió a entrar a clases y ya no viene mucho por acá, aunque no dejamos de hablar.

Salimos de la casa, llegó la hora de la verdad; sé que me estoy poniendo dramática pero hay que darle un poco de emoción a la situación. Kate va vestida normal, y yo un poco más formal pero no exagerando; ambas llevamos gorros para ver si así somos menos reconocibles. La prisión queda bastante alejada de mi casa, y cuarenta minutos más tarde estoy estacionando el auto una cuadras más atrás, si alguien reconoce la patente no quiero que sepan que fui a la cárcel.

—Aquí vamos —susurro más para mí misma que para Kate.

Nos bajamos del auto y empezamos a caminar hacia la entrada. Al llegar al portón un policía nos detiene, le decimos que vamos a visitar a un familiar y nos deja entrar sin ningún problema; seguimos avanzando, este lugar es enorme. Pasamos por una especie de patio donde habían algunos presos hablando con familiares o haciendo alguna actividad; por el otro lado había una especie de «centro de entrenamiento» donde habían algunos ejercitándose.

Seguimos adelante ignorando los silbidos de algunos reos cuando nos ven pasar, no puedo evitar sonrojarme; sabía que no debería haberme puesto un vestido.

Vidas Robadas (VR#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora