Capítulo 58: Almas gemelas

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—¿Qué? ¿Qué pasa?  —pregunta Alex saliendo del baño y al verme desesperada corre hasta mí—. Tranquila, Bonita. Aquí estoy —no dejo de llorar mientras él me abraza—. Dime, ¿cuándo no he cumplido alguna promesa?

—Te amo —es lo único que puedo decir decir—, más que a mi vida.

—Te amo —responde y me da un beso para demostrarme que lo que dice es cierto—. Ahora tenemos que irnos, ¿crees que estarás bien sin el oxigeno?

—Yo... supongo que sí —me desconecto el tubo del oxigeno y siento que puedo respirar normalmente—. Sí, estoy bien.

—Muy bien —dice sacándome la bata clínica y vistiéndome, ya que aún estoy débil y no puedo hacer las cosas con rapidez. Debería sentirme incomoda al estar tan expuesta, pero es Alex. Jamás podría sentirme incomoda con él—. Peter está vigilando y nos dejará salir, pero tenemos que ser rápidos. ¿Puedes caminar o te llevo en brazos?

—Puedo caminar —afirmo aunque no estoy cien por ciento segura de que es verdad.

Salimos de la mano de la habitación con mucho cuidado de no hacer ningún ruido que advirtiera a alguien que estamos escapando. Todo está bien hasta que otro guardia que no es Peter aparece frente a nosotros y al ver que nos estamos escapando apunta con su arma a Alex.

—Suelte a la señorita Hamilton o dispararé  —dice el guardia fríamente, lo recuerdo de mi casa, creo que se llama Franco o Francisco. No sé, en estos momento lo que menos me importa es su nombre.

¿Puede ser posible que en algún momento la vida de Alex o la mía no peligren? Somos el uno para el otro; los dos llenos de mala suerte.

—No la soltaré —responde Alex desafiante y apretando aun más mi mano.

—No dudaré en dispararte muchacho, tal vez si lo hago obtenga mi tan deseado ascenso —dice preparando el arma para disparar y a mí se me revuelve el estómago. Este tipo es totalmente desagradable.

Aun así, Alex no me suelta y yo cierro los ojos deseando que pase algo y el guardia no dispare. Y sucede algo, por suerte. Siento un golpe seco y lentamente abro los ojos. El guardia esta tirado en el suelo y detrás de él está Peter. No sé qué haría sin él, no solo ahora si no que desde que desperté, ha sido una de las pocas personas que me han entendido y apoyado; lo quiero tanto, casi como a un segundo padre.

Le doy un abrazo rápido de despedida y agradecimiento antes de salir caminando a una velocidad prudente para no llamar la atención de las enfermeras pero aun así no nos sirve de nada ya que mi rostro debe ser conocido a estas alturas y se dan cuenta de que estamos escapando, por lo que activan una alarma. Apenas empieza a sonar corremos hacia la salida, rogando que aún no hayan bloqueado las puertas que llevan a las escaleras ni las principales.

Para nuestra suerte, siguen abiertas así que salimos. Alex me toma en sus brazos al ver que ya no puedo seguir y corre por las escaleras hacia la salida principal. En estos momentos agradezco los kilos que perdí por haber dejado de comer ya que o si no le habría resultado mucho más difícil cargarme. No sé a dónde nos dirigimos, si es que tiene un auto o tomaremos un taxi como siempre, solo sé que todos nos están persiguiendo y espero que no nos atrapen.

Un Jeep se detiene en frente de nosotros bruscamente y yo doy un salto asustada, pero Alex me afirma más fuerte, evitando que me caiga.

—Tranquila —dice abriendo la puerta—, vienen conmigo.

Nos subimos y el Jeep se pone en marcha a toda velocidad. Vamos sentados en el asiento trasero y adelante van dos chicos; no sé quienes son, ni me atrevo a preguntar nada pero por lo que veo, el que va manejando parece tener unos veinticinco años y el chico del lado, unos diecisiete. Al voltearse y mirarme fijamente, puedo notar los mismos ojos color caramelo de Alex. Me siento un poco incomoda hasta que Alex habla.

—Mía —comienza a decir—, ellos son John y Charlie, mis hermanos.

—Un placer conocerlos —respondo y ellos sonríen. Claro que sonríen, lo más probable es que ya nos hayamos conocido y esto les parezca un poco divertido.

—¿De verdad no recuerdas nada? —suelta Charlie, ¿emocionado? y John le pega en la cabeza para que cierre la boca.

—No, no recuerdo nada —digo entre risas al ver como se lleva una mano a la cabeza luego del golpe.

—¡Dios! Eres tan parecida a ella —dice John con los ojos llenos de lágrimas y yo no entiendo nada.

—¿A quién?

—A Olivia.

Me sorprende un poco el tono que utiliza para nombrar a mi hermana pero decido quedarme en silencio. Supongo que Alex me lo explicará algún día.

Después de esa pequeña presentación no hay más palabras, nadie dice nada hasta que me comienzo a sentir confundida al ver que nos estábamos alejando bastante de la ciudad.

—¿No vamos al bosque? —pregunto.

—El bosque ya no existe, bonita —dice Alex con nostalgia en su mirada.

—¿Cómo que ya no existe?

—Tu mamá lo destruyó hasta que encontró nuestro lugar, ahora ya no existe. Alcancé a llevarme algunas fotos pero todo lo demás se perdió.

—¿Cómo puede haber gente tan mala? No puedo creer que esa mujer me dio la vida. Tengo su ADN, ¿qué pasa si me convierto en lo que ella es? ¿Qué pasa si la maldad es hereditaria? —pregunto y luego bajo la voz para agregar sin que sus hermanos me escuchen—: Se repetiría la historia como con tu padre.

—No te vas a convertir en lo que ella es, bonita. Tú estás llena de amor, de alegría y no te pareces en nada a ella. Y si algún día te vas al lado oscuro, aquí estaré yo para iluminarte todas las veces que lo necesites —me guiña un ojo y luego se inclina para besarme.

—Creo que vomitaré arcoíris —John interrumpe el momento, poniendo cara de asco. Su emoción por ver que soy tan parecida a mi hermana se fue o finge que ya no está—. Te volviste un empalagoso, Alex.

—Cállate y conduce —le responde riendo Alex mientras lo golpea en el brazo—. Déjame hacer feliz a mi chica.

—Lo perdimos —dice Charlie entre risas—, otra vez.

—¿A dónde vamos, bonito? —me encanta llamarlo así, lo siento tan personal.

—Es una sorpresa, bonita — me guiña otra vez su hermoso ojo.

Apoyo mi cabeza en su hombro y tomo su mano para nunca soltarla.

Comienzo a recapitular todo el año que acaba de pasar, un año de locos. No todas las personas despiertan de un coma después de dos años, con sus recuerdos borrados intencionalmente y soñando solo con un desconocido que resultó ser el gran amor de mi vida.

Es inexplicable cómo amo a este hombre, nunca creí en las historias de amor —o por lo menos, no la nueva Mía—, pero la nuestra derribó todas las barreras y a pesar de todo lo que hicieron para separarnos, seguimos juntos. Vino a rescatarme una vez más, mi príncipe azul, mi hombre, mi amor, mi todo. Nuestro amor puede vencer todo lo que se venga y eso quedó demostrado a lo largo de esta historia, ¿o no?

Cuando salgo de mis pensamientos quedo sorprendida al ver la maravillosa casa a la que estamos entrando, viajamos cerca de una hora para llegar hasta este lugar y no tengo ni siquiera una mínima idea de en dónde estamos.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunto curiosa cuando John detiene el Jeep.

Alex abre la puerta y me tiene una mano para ayudarme a bajar.

—Es hora de que conozcas nuevamente a mi familia, bonita.

Vidas Robadas (VR#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora