Capítulo 31: Abrazos

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Despierto cerca de las cinco de la mañana, tuve el mismo sueño en el que me estaba ahogando pero esta vez no despierto desesperada y al moverme un poco me doy cuenta por qué. Estoy rodeada por los brazos de Alex, tiene una mano apoyada en mi cintura y su cabeza hundida en mi cabello; está tan cerca de mí que puedo sentir su respiración en mi cuello. Me doy la vuelta y quedo en frente de su cara, a escasos centímetros; en este momento lo único que quiero hacer es besarlo, me muero por probar esos labios pero no lo hago, si nos besamos quiero que él lo sepa.

Me quedo unos momentos observándolo, cual acosadora y me doy cuenta de lo tranquilo que se ve durmiendo, parece muy cansado; como si hubiesen pasado muchos días desde que durmió por última vez. Y así, tal como está, parece un niño pequeño, indefenso.

Intento librarme cuidadosamente de sus brazos para dirigirme al baño, me lavo la cara ya que me siento un poco afiebrada. Con cuidado me dirijo al escritorio, tomo mi diario de sueños-recuerdos y salgo al balcón.

En el exterior hace mucho frío pero necesito tomar un poco de aire; me siento y abro el diario, no puedo seguir negando lo que soñé, al parecer tiene mucha importancia ya que no quiere desaparecer de mi mente, está impregnado ahí igual que el aroma de Alex.

Termino de escribir y entro para volver a la cama, dejo el diario en la mesita que hay al lado y entro nuevamente bajo las sabanas. Intento no tocar a Alex ya que tengo las manos y los pies congelados, y no quiero despertarlo. Me hago un ovillo a su lado pero él hace un pequeño movimiento con sus piernas, lo suficiente como para que mis pies helados lo despierten.

—¿Qué pasó? ¿Estás bien? —dice con voz ronca.

—Sí, solo tengo un poco de frío. Abrázame.

Sin decir ninguna otra palabra me vuelve a rodear con sus brazos y enseguida siento como mi cuerpo comienza a recuperar su temperatura normal. Cierro los ojos y no tardo nada en quedarme dormida otra vez entre sus brazos.

La luz del sol entrando por mi ventana me obliga a abrir los ojos y taparme la cara con las sabanas. Me doy la vuelta y ahí está él, con sus ojos ya abiertos; creo que me estaba observando dormir. Deseo que no lo haya estado haciendo ya que dudo que luzca como las actrices en las películas cuando estoy durmiendo.

—Dime que no me estás mirando hace mucho rato —digo aún media dormida.

—Solo un poco.

—Que horrible —digo tapándome la cara—, ¿estaba muy fea?

—Nunca podrías estar fea.

Le sonrió y me levanto lentamente arrastrando los pies, me quedaría acostada todo el día pero sé que no puedo hacerlo.

—Si quieres darte una ducha hay toallas dentro del baño.

—Lo sé —me guiña un ojo y entra al baño.

Yo me vuelvo a tirar en la cama con una sonrisa de oreja a oreja, pero luego de unos minutos mi sonrisa se borra por completo cuando tocan la puerta.

—April, ¿estás ahí? —pregunta Sarah.

Eso me despierta del todo, Alex está en la ducha, lo verá y todo se acabará. No puedo dejar que lo vea.

Me dirijo al baño lo más silenciosa que puedo y cierro la puerta. Intento rezar a todos los seres milagrosos que existen pero creo que no me escuchan o tal vez me ignoran ya que Sarah golpea la puerta del baño.

—¿April?

—Me estoy dando una ducha, mamá —grito.

—¿Puedo entrar? Necesito hablar contigo un momento —dice y antes de que le responda, comienza a abrir la puerta.

Sin pensármelo dos veces, corro un poco la cortina y entro rápidamente a la ducha. Me encuentro frente a la mirada sorprendida de Alex y su cuerpo completamente desnudo. Me llevo un dedo a la boca para decirle que guarde silencio mientras él intenta tapar su cuerpo aunque tampoco parece incomodarle que yo esté ahí.

—¿No puede esperar? Estoy en la ducha, por si no te has dado cuenta.

—¿Puedes sacar la cabeza un momento?

Me toma por sorpresa, si saco mi cabeza se dará cuenta de que estoy con ropa y completamente seca, sabrá que algo raro está pasando. No lo pienso más, me paso la camiseta por la cabeza y quedo desnuda de la cintura para arriba ante la mirada de Alex.

—Deja sacarme un poco el Shampoo, me está entrando a los ojos —le digo mientras a través de gestos le hago entender a Alex que no me mire, pongo mi cabeza bajo el agua un momento y me asomo por la cortina con mi mejor sonrisa falsa—. Hola.

—¿Ethan estuvo aquí anoche? —asiento con la cabeza—. Supongo que te contó que tu secuestrador escapó.

—Sí, lo hizo —intento poner mi mejor cara de preocupación—. ¿Podemos hablar luego? No pude dormir en toda la noche después de que me lo dijo, necesito despertar bien antes de volver a pensar en eso.

—Claro, como tú quieras —pone su cara más falsa de «lo entiendo» y se dirige a la puerta—. Ahora vuelvo a la oficina, solo vine un momento a ver cómo estabas.

Le hago una seña con la mano y mi mirada vuelve a Alex, quien está mirando hacía otro lado. Sé que en más de una ocasión me miró ya que pude sentir su mirada en mi cuerpo pero la verdad no me importa.

—Estuvo cerca —susurro mirándolo a los ojos, mientras abro la cortina para salir.

—Mía —me detiene, tomándome del brazo y me da vuelta—, gracias por todo lo que haces por mí.

Se acerca a mí, y su boca comienza a buscar la mía. Estamos nuevamente muy cerca y escucho que la puerta vuelve a abrirse, cierro la cortina bruscamente de un tirón.

—Lo siento, dejé mi teléfono aquí encima —dice Sarah, antes de volver a salir.

—Será mejor que salga —digo volviendo a abrir la cortina pero esta vez él no me detiene. Deseo que lo haga pero me deja ir.

A los pocos minutos, Alex ingresa nuevamente a mi habitación con la misma ropa de ayer y el pelo húmedo, hay que admitir que ese look de recién levantado le queda muy bien. Yo aún no estoy vestida, llevo la misma toalla con la que salí, así que entro rápidamente al baño para ducharme, mientras mi mente intenta idear un plan para que él salga sin que lo vean. Definitivamente haberle dicho que se quedara a dormir había sido una mala idea, ya que a plena luz del día va a ser mucho más difícil que no lo vean; pero la verdad no me arrepiento de nada. Hace muchas noches que no dormía tan bien como está.

Llamo a Sarah y le ruego que por hoy me deje usar el auto ya que «tengo que acompañar a Kate a hacer algunas cosas» y por suerte accede, pero solo por hoy.

—¿Cómo se supone que entre a tu auto sin que los guardias me vean?

—Yo saco el auto y tú sales por atrás —me mira confundido—, el guardia que está en la puerta, al lado de los arboles, siempre me deja salir y me cubre las locuras. Le diré que saldrás por ahí y no hará ninguna pregunta.

Alex asiente nervioso, se pone un gorro y unas gafas que andaba trayendo en su intento por no ser reconocido.

Hablar con Peter es fácil, solo le digo que tengo a un chico escondido en casa y no hace ninguna pregunta. Salgo con el auto y lo espero un poco más alejada de la puerta, no tarda mucho en subirse y nos dirigimos nuevamente hacia el bosque. 

Vidas Robadas (VR#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora