No sé si sobreviviré esta vez, algunos dirán que tengo más vidas que un gato, pero, ¿qué pasa si esta vez es definitivo? ¿Si ya todas mis vidas se acabaron?
Sé que tengo que seguir luchando por mi vida, porque se lo debo a Alex pero en especial, porque me lo debo a mí. No puedo morir sin haber recuperado la memoria o por lo menos una parte de ella.
No sé si sigo soñando o lo que veo es real pero mi respiración y mi latidos cardiacos acaban de detenerse, por lo que escucho, entré en paro cardiorrespiratorio y siento que los médicos hacen todo lo posible por traerme de vuelta. Siento también como me hacen reanimación cardiopulmonar, no sé cómo es posible que sienta todo esto pero alguien presiona mi pecho a la altura de mi corazón, alcanzo a contar treinta veces y siento un choque eléctrico. Mi cuerpo sigue sin responder, pero a diferencia mía, ellos no se rinden. Yo ya estoy cansada y estoy casi resignada a dejarme ir sin recordar la razón por la que debería quedarme. Repiten la maniobra cuatro veces y comienzo a avanzar hacia una luz que me atrae mucho, es como si me hipnotizara.
Abro los ojos lentamente y me encuentro en una habitación de la clínica, miro hacia los lados y veo que en la cama del lado hay otra persona. Es una chica de unos veinticinco años, de cabello castaño y grandes ojos verdes; no está a la vista la razón por la que está aquí pero supongo que acaban de operarla como a mí. Me queda mirando un momento con atención y luego me saluda con una mano, mientras yo aún intento ubicarme.
—Soy Bea —saluda amablemente la chica.
—Apr...—comienzo a decir pero me interrumpo—... Mía.
—¿Porque estás aquí, Mía? Tu cara me resulta un poco familiar.
Comienzo a juntar las imágenes en mi cabeza; bosque, Gabriel, cuchillo, Alex, mucha sangre, ¡Alex!, ¿dónde está?
—¡Alex! —exclamo como si estuviera esperando que apareciera de algún lugar. Me siento de golpe en la cama pero un dolor en el abdomen me detiene y hace que me retuerza de dolor. Hago una mueca mientras suelto un quejido y vuelvo a acostarme.
—¿Estás bien? —pregunta mi compañera de habitación.
Asiento con la cabeza y cierro los ojos con fuerza como si eso bastara para calmar el dolor; me levanto el camisón y me encuentro con una venda que recorre mi estómago. Estoy observando mi abdomen cuando entra la misma enfermera que estaba cuando me ingresaron, si mal no recuerdo su apellido era Evans.
—¿Cómo está la princesa? —pregunta con una sonrisa en el rostro, al parecer era natural en ella sonreír.
—Estoy lejos de ser una princesa —respondo sin ánimos mientras bajo mi camisón.
—Bueno, entonces eres una guerrera, sobreviviste a algo bastante fuerte.
Me guiña un ojo y luego comienza a tomar mis signos vitales mientras me habla, me pregunta si recuerdo algo de lo que me pasó, o que le diga en una escala del uno al diez cuánto dolor siento, digo el número siete pero me atrevo a pensar que es un ocho.
—Hay un chico afuera —comienza a decir y yo me preocupo enseguida —, es el mismo que te trajo, lleva aquí toda la noche y no ha dejado de preguntar por ti. Es moreno, ojos color caramelo y un par de tatuajes a la vista, ¿lo conoces?
—Alex —digo en un susurro. No puedo evitar que mi corazón salte de emoción pero debería haberse ido, acá las noticias vuelan y más si eres la hija de la alcaldesa, en cualquier momento puede aparecer Sarah y lo atraparán—. Es mi novio.
—Entonces, tienes un gran novio —me muestra una amplia sonrisa y luego vuelve a guiñar un ojo—. Y muy guapo por lo demás.
—¿Puedo verlo?
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Vidas Robadas (VR#1)
General FictionVivo en un mundo perfecto. Claro, para los que lo controlan. Todo es controlado, desde dónde vivimos hasta la duración de nuestra vida. Al nacer, nos extraen una muestra de sangre, la examinan en un laboratorio, y no sé cómo lo hacen pero dejan en...